12 de marzo de 2022
“Yo sí me puse muy contenta con la vecina que se alcanzó a ganar la nevera. Eso no está bien porque es como una compra de votos, pero la señora la necesitaba”. La frase es de una habitante de Támesis, Antioquia, adonde llegó el representante a la Cámara Germán Blanco el pasado 5 de marzo, en medio de una caravana de carros.
El acto político tuvo lugar en el sector El Portón. El callejón estaba abarrotado de bombas blancas y azules del Partido Conservador. Había disponibles gorras nuevas para los asistentes con los nombres de dos candidatos: Germán Blanco y Juan Camilo Callejas, candidato a la Cámara por la colectividad. El primero es un curtido político que aspira al Senado.
Blanco hizo carrera de la mano de Óscar Suárez Mira, político de Bello que fue condenado por la Corte Suprema de Justicia por aliarse con los paramilitares. Hoy se encuentra en libertad condicional por un proceso de enriquecimiento ilícito de particulares.
De hecho, Blanco ha estado con Suárez Mira y Callejas en reuniones políticas recientes. El diario El Colombiano de Medellín publicó una foto en la que aparecen los tres en una reunión política: Suárez Mira, Blanco y Callejas.
Como se aprecia en un video, aquel 5 de marzo en Támesis se desplegaron discursos, promesas y aplausos. Sin embargo, también hubo algo que atrajo a cientos de asistentes al acto político: electrodomésticos que se rifaron al cierre de la manifestación. Sobre una mesa que ubicaron al frente de la tarima había televisores, neveras, licuadoras, hornos y anchetas.
“Hubo una gritería por mi casa con la señora que se ganó la nevera”, continúa diciendo la ciudadana que habló con Vorágine.
Parece que no es la única vez que este grupo político reparte regalos en reuniones políticas. En una foto de Callejas y Blanco en Caucasia también se ven obsequios para los presentes.
Este tipo de prácticas constituyen una transacción entre el político en campaña y el ciudadano que vota. “El que ofrezca los votos de un grupo de ciudadanos a cambio de dinero o dádiva con la finalidad de que dichos ciudadanos consignen su voto en favor de determinado candidato, partido o corriente política incurrirá en prisión de cuatro (4) a nueve (9) años y multa de cuatrocientos (400) a mil doscientos (1.200) salarios mínimos legales mensuales vigentes”, dice el artículo 390 del Código Penal.
Y es que la compra de votos es un delito en Colombia. Una investigación de la Misión de Observación Electoral (MOE) en las pasadas elecciones regionales dejó ver que no son solo tamales los que se reparten para comprar votos. La principal dádiva es dinero. En promedio pagan entre 15.000 y 500.000 pesos por voto. También entregan materiales de construcción: tejas, ladrillos, cemento, entre otros.