Carlos Ibáñez, José Carlos Arévalo y Jesús David Díaz aparecieron muertos luego de ser retenidos por la Policía en el corregimiento de Chochó, en Sucre. Eran reconocidos
7 de agosto de 2022
/ Ilustración: Camila Santafé

Chochó, un pequeño corregimiento de Sucre, en el norte de Colombia, lleva once días de luto por cuenta del asesinato de tres jóvenes a manos de la policía. Una historia que inició en medio de una persecución que agentes desplegaron luego del crimen del uniformado Diego Felipe Ruiz, el mismo 25 de julio, pero en el municipio de Sampués.

El lugar donde mataron al policía está muy lejos del lugar de arraigo de los tres muchachos que hoy lloran en Chochó: Carlos Alberto Ibáñez Mercado, de 26 años; José Carlos Arévalo Contreras, de 18 años; y Jesús David Díaz Monterroza, de 22. Los jóvenes vivían en los barrios Villa Karen y Las Casitas, en esta zona rural del departamento.

Desde entonces, todos los días la población sucreña se ha movilizado por las calles de Sincelejo y Chochó para denunciar lo que sería una nueva ejecución extrajudicial cometida por uniformados adscritos a la Policía de Sucre, lo que tiene actualmente bajo investigación disciplinaria a nueve miembros de esa institución, dos de ellos con rango de oficial: el coronel Carlos Andrés Correa Rodríguez, comandante de la Policía de Sucre, y el teniente coronel Benjamín Darío Núñez Jaramillo, comandante operativo de esa misma unidad policial. Ambos fueron llamados a calificar servicios. 

Una de las personas que ha estado al frente del caso es el abogado Anibal Garay, quien representa a la familia de Jesús Davíd Monterroza y al padre del joven Carlos Alberto Ibáñez. Relata que desde el 26 de julio pasado, un día después del triple homicidio de los muchachos, ha adelantado diferentes indagaciones para tratar de entender las circunstancias de modo, tiempo y lugar en las que sucedieron los hechos.

El jurista explica que se desplazó hasta la panadería del municipio de Sampués donde fue asesinado el policía. Su visita al sitio fue el mismo día que asumió la defensa de la familia de dos de las tres víctimas de Chochó. Él quería identificar cámaras de seguridad que hubiesen registrado la huida de los sicarios que atentaron contra el uniformado, esto con el fin de determinar si eran o no los tres jóvenes asesinados, así como establecer la ruta de escape que utilizaron los agresores. 

“En esa labor encontramos, por ejemplo, que un policía pensionado es propietario de una casa y varios negocios en el centro de Sampués por donde pudieron haber pasado las personas que atacaron al policía. Él tiene más o menos 22 cámaras privadas en sus establecimientos y sitio de residencia, pero qué casualidad que nos dijo que preciso ese día no las había conectado y que por eso no nos daba acceso a los videos”, cuenta el abogado.

Indica que en la reconstrucción que lograron hacer de los hechos determinaron de forma preliminar que en ningún momento Carlos Alberto Ibáñez Mercado, José Carlos Arévalo Contreras y Jesús David Díaz Monterroza hicieron presencia siquiera en la escena donde fue asesinado el servidor público de la Policía Nacional. 

En redes sociales y páginas de diferentes medios fue difundida una fotografía que para los familiares de las víctimas fue tomada por un “ángel” que apareció en el camino. La imagen dejó una evidencia que ahora tiene respondiendo ante las autoridades a dos oficiales y siete patrulleros de la institución en el departamento de Sucre. 

En la foto se ve a los tres jóvenes cuando son retenidos por policías en el sector de El Palmar, en la vía que conduce hacia Sincelejo. Las circunstancias corresponden a un ‘plan candado’ que la Policía activó el 25 de julio en la tarde por el crimen del uniformado en Sampués. Familiares dicen que Carlos Ibáñez es quien está de pie con un bolso atravesado sobre su cuerpo; José Carlos, sentado en el suelo vistiendo un suéter y Jesús David en el piso detrás de una moto azul, frente a Carlos Ibáñez.

Esta fotografía, tomada por una persona que es buscada por las autoridades por ser testigo, corresponde al último momento en que fueron vistos con vida los jóvenes, justo antes de ser subidos a camionetas con rumbo desconocido. En la foto se ve a policías apuntar sus armas hacia los ciudadanos para reducirlos.

El abogado dice que una cuarta persona pudo haber sido asesinada junto a los tres jóvenes en el cruce donde fue tomada la fotografía que le ha dado la vuelta al país. Prefiere no mencionar el nombre del muchacho, como le dice, pero cuenta que ya tomó contacto con él y con su madre. Esta persona, antes de llegar al retén, estuvo disfrutando de unas acrobacias en moto que estaban haciendo en un sector conocido como Las Palmas. 

“Cuenta que a los tres jóvenes se los llevan en una primera camioneta de la Policía y a él lo montan a otra de color blanco y con policías de civil que lo trataron muy mal. Se lo llevan a la casa de él, donde hacen un supuesto allanamiento y  se llevan los celulares de los familiares, tengo la denuncia de la mamá de él. Y luego continúan con el joven para mantenerlo retenido y ya en la noche lo abandonan semidesnudo, él quedó en bóxer. Cuenta que le decían ‘te vamos a matar, a matar’. A las horas decidieron soltarlo, ahora es un testigo”, relata el abogado. 

Lo dicho por el abogado y el momento retratado en la imagen donde se ve a los jóvenes con vida se complementa con lo afirmado por Sindy Sierra, hermana de Jesús David Díaz. Ella vio cuando los policías rodearon a los jóvenes en una carretera de Sucre. Al momento del retén, su hermano venía herido en el abdomen después de recibir un disparo de algunos policías que ya los habían abordado en el sector Las Palmas tras hacer acrobacias en moto.

En diálogo con Colombia + 20 de El Espectador, la mujer relató: “Iba con mi hermano en la moto y José Carlos iba en la moto de él, al lado. Cuando llegamos al cruce (a la altura de El Palmar, en carretera hacia Sincelejo) había un retén. Apenas llegamos ahí los policías les dijeron a ellos dos que se bajaran de las motos y que se tiraran al suelo… Yo les preguntaba por qué nos paraban si íbamos para el hospital y mi hermano estaba muy grave, necesitaba ser atendido, pero ellos no me escuchaban”, cuenta Sindy.

La mujer relata que cuando estaba en el sitio apareció en la calzada contraria Carlos Ibáñez (otra de las víctimas) en su moto. Llegaba procedente de Sincelejo luego de hacer un servicio como mototaxista. 

“Él también era de la zona de Las Casitas. Cuando llegó se bajó de la moto, se acercó y me preguntó qué estaba pasando. Los policías le dijeron que se tirara al suelo también y yo empecé a gritar desesperada. Dos policías me agarraron de ambos brazos y me apartaron para que no pudiera hacer nada. Me echaron hacia atrás, pero yo desde ahí podía ver todo. Yo solo les pedía que no les pegaran más y después como de unos tres minutos de golpearlos en el suelo, vi cuando subieron primero a mi hermano arrastrado a una camioneta, él ya no podía caminar”, le contó Sindy al diario.

Ese fue el último contacto que tuvo Sindy con su hermano y el resto de jóvenes, de ahí ella salió en la moto hacia Chochó para avisar a la familia lo que estaba pasando. Todos salieron hacia la Clínica María Reina en el centro de Sincelejo, a donde llegaron muertos los jóvenes.  

El comandante de la Policía de Sucre, coronel Carlos Andrés Correa Rodríguez, hoy despedido de la institución, entregó en la noche del 25 de julio unas declaraciones oficiales a medios sobre lo sucedido. En ese momento dio un parte de victoria respecto a la reacción que desplegaron tras el crimen del uniformado. 

“Sobre las 17:15 de la tarde del día de hoy asesinan un patrullero en el municipio de Sampués, en momentos en que se encontraban unidades adscritas al Modelo Nacional de Vigilancia por Cuadrantes realizando controles a establecimientos públicos y sector céntrico del municipio. Unos sujetos en motocicleta accionan armas de fuego contra del policía, lo hieren, y posteriormente fallece. En la reacción de los otros policiales logran herir a estos delincuentes, los cuales son interceptados, heridos y posteriormente fallecen en centros hospitalarios. Dentro de las verificaciones e investigaciones preliminares que tenemos (se trata de) integrantes del grupo armado organizado Clan del Golfo en el denominado ‘plan pistola’ que adelantan en diferentes departamentos del país”. 

De manera detallada aún no se conoce el tipo de heridas o lesiones que tenían los cuerpos de las tres víctimas, no obstante, el abogado de dos de las familias confirma que los jóvenes fueron golpeados y ultrajados antes de ser asesinados de disparos en la cabeza. La Fiscalía, de momento, trata de recopilar evidencias sobre lo que sería un nuevo caso de ‘falsos positivos’.

“Carlos amaba los animales”

Johana Mercado, prima de Carlos Alberto Ibáñez Mercado, cuenta que la vida de él estuvo marcada por varias pasiones, una era el fútbol y otra los animales. Esto lo dice al recordar las exequias del joven: “Él tenía una perrita chocolate que se paró en dos paticas para llorarlo en el cajón durante el velorio. Amaba ese animalito”. 

Hasta último momento su primo siempre se preocupó por los demás, por eso llegó al sitio donde José Carlos Arévalo Contreras y Jesús David Díaz Monterroza estaban siendo requeridos por los policías que habían activado un ‘plan candado’ tras el asesinato del uniformado Diego Felipe Ruiz.

“Él llegó a ver por qué estaban maltratando a sus amigos. De casualidad estaba pasando por la zona, era mototaxista y estaba trabajando. Ahí fue que encontró a su amigo y a la hermana de él. Lo que me cuentan es que él insistió a los policías que por qué los maltrataban a ellos. Entonces lo tiraron al piso y le dieron patadas. Un ‘ángel’ fue el que tomó esa foto donde salen con vida los muchachos, si eso no lo hacen, a ellos los hacen pasar como los matones del policía, cuando no era así”, dice la mujer. 

De esas circunstancias hay testigos que están siendo buscados por la Fiscalía para que declaren dentro del proceso. Uno de estos es un ciudadano que estaba del otro lado de la carretera y vio a los jóvenes con vida y el momento exacto cuando los subieron a una camioneta. En un mensaje de WhatsApp, enviado a un familiar de los jóvenes, dijo lo siguiente: “Yo estaba detrás de la cinta cuando tenían a esos pelaos hay (sic) y los embarcaron en las camionetas de la Policía… y aparecen ahora muertos, cómo la vez (sic)”, se lee en el chat conocido por Vorágine y que coincide con la versión de un cuarto joven, sobreviviente, que dijo que los policías usaron dos camionetas para transportarlos con rumbo desconocido. 

“Mis familiares llegaron al sitio después de que se los llevaron, pero solo encontraron el charco de sangre que había dejado el muchacho que estaba herido y que estaba con la hermana, que es clave para el proceso porque fue testigo de la última vez que fueron vistos con vida los jóvenes. Los empezaron a buscar por los CAI, y nada, solo tiempo después les dijeron que estaban en la clínica”, dice la familiar de Carlos Ibáñez, quien vivía con su pareja en Chochó. 

Para ella y su familia los recientes anuncios del despido de dos oficiales por este caso, así como la investigación disciplinaria a siete uniformados más, es un alivio que, sin embargo, no logra llenar el vacío que dejó la partida de su ser querido. 

Carlos era delantero en un equipo de Chochó

Leonel Martínez, de 27 años, es jugador profesional de Futsal (fútbol de salón) con el equipo Sabaneros de Sincelejo, que actualmente juega la Liga Betplay de esa disciplina. Es amigo de Carlos Ibáñez Mercado y cuenta que él entrenaba fútbol todos los martes y jueves en el corregimiento de Chochó. 

“Uno de los compañeros del equipo estaba esperando a Carlos para ir a jugar microfútbol ese 25 de julio, el partido era a las 7:00 p.m. y todo sucedió a las 6:00 p.m. En el fútbol era excelente jugador, nos llevábamos muy bien en la cancha y fuera. Era bromista, recochero, salíamos mucho a la playa y en las motos salíamos a compartir, lo recordaré como una persona que a todo intentaba sacarle una broma”, expresa el amigo del joven mototaxista. 

Su amistad se fortaleció con los viajes que le ofrecía Carlos Ibáñez, aprovechando que era mototaxista. Iban a Chochó a jugar fútbol y de paso a visitar a la familia. 

“Todo empezó por un compañero que también jugaba fútbol y me lo presentó. En el pueblo han salido a pedir justicia en el caso porque conocíamos a Carlos, sabíamos que era una buena persona y que no estaba en nada malo, él tenía una vida trabajadora común y corriente”, relata al recordar que su amigo prestó servicio y fue policía, labor que prestó desde 2019 en Montelíbano, Córdoba. 

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