Esta es la historia de la hacienda de los Uribe Vélez donde dicen que nació el Bloque Metro de las AUC. Lo que hoy enfrenta el expresidente tiene allí su verdadera raíz.
5 de agosto de 2020
Por: Pacho Escobar. / Ilustración: Morphart
Portadad Uribe

El martes 14 de junio de 1983, Alberto Uribe Sierra aterrizó en su helicóptero privado en la hacienda Las Guacharacas. Lo acompañaba su hijo Santiago, su hija María Isabel y el piloto Bernardo Riberos. Al bajar a la casa principal, Uribe Sierra y su hijo se sentaron en el comedor mientras María Isabel buscó la cocina para mandarles preparar un café. Habrían pasado 15 minutos cuando advirtieron que un par de hombres armados se aproximaban hasta la casona. “¡Las Farc!”, se apresuró a gritar el hacendado. De modo que todos se entraron y cerraron las puertas.

— ¡Salgan que no les vamos hacer nada!—, gritó uno de los forasteros.

— ¡Yo no me voy a entregar!—, respondió Uribe Sierra.

Santiago, María Isabel, el piloto y una de las empleadas se refugiaron en el segundo piso de la casa. Alberto Uribe Sierra desenfundó su revólver y para asustar a los bandidos abrió fuego. Los hombres de inmediato respondieron con la lamentable exactitud de los que quieren imponer justicia con las balas. Un tiro en el pecho derribó a Uribe Sierra y otro tiro en la cabeza lo dejó inconsciente. Su hijo Santiago bajó para ayudarle, pero al ver que los bandidos le empezaron a disparar se echó a correr, se lanzó al río Nus, con un balazo en la espalda. Como pudo buscó refugio y se hizo el muerto. Los maleantes la emprendieron contra el helicóptero dejándolo inservible. 

Una hora más tarde el exalcalde de Medellín, Álvaro Uribe Vélez, habría de conocer la noticia del atentado. Inmediatamente, de manera impulsiva, decidió alquilar un helicóptero para ir a rescatar a su papá. El mal tiempo no lo dejó llegar a la zona. Al aterrizar de nuevo en Medellín le contaron algo que cambiaría el rumbo de su vida y la del país; su padre y mentor, Alberto Uribe Sierra, estaba muerto. Le echaron la culpa a las Farc, pero esto nunca se comprobó, aún así cimentó su carrera en el exterminio de esta guerrilla.

La hacienda Las Guacharacas había sido adquirida por Inversiones Uribe Vélez en noviembre de 1978.  Eran 2.000 hectáreas partidas por la mitad tras el paso del río Nus. Geográficamente los dominios del margen izquierdo eran suelos del municipio de Yolombó, mientras que la otra extensión de tierra, donde quedaba la casa principal, estaba en suelos del municipio de San Roque. La hacienda tenía como principal actividad la cría, levante y venta de ganado. En los setenta, los Uribe se habían dado a conocer por instalar varios negocios en la Región del Nus que abarcaba los municipios de Yolombó, San Roque, Santo Domingo y Maceo, en el departamento de Antioquia.

El primer gran conflicto que tuvieron que lidiar los Uribe Vélez en la zona se presentó entre 1978 y 1979 en el municipio de Maceo, donde un grupo de 68 trabajadores unió sus voces creando el sindicato Sintraagrícola. Estos empleados reclamaban por sus pagos y derechos debido a que los Uribe Vélez se habían alcanzado con los gastos y el mantenimiento del trapiche cañero. Alberto Uribe Sierra y su hijo Álvaro se vieron en la obligación de ceder las escrituras de la finca La Mundial para pagar su deuda con aquellos campesinos.

Casualmente, muchos años después, los herederos de tal disputa denunciarían el despojo de aquellas tierras por parte de grupos paramilitares que se habrían aliado con las Convivir.

Pero la historia de Las Guacharacas se partiría en dos tras otro hecho calamitoso. El miércoles 2 de enero de 1995, justo un día después de que Álvaro Uribe Vélez se posesionara como gobernador de Antioquia, guerrilleros del ELN llegaron fuertemente armados a la propiedad. Los insurgentes sometieron a los trabajadores, le prendieron fuego a la casa principal, se robaron 600 reses, media docena de caballos y les dieron un plazo de 24 horas a los jornaleros para que abandonaran el lugar. 

La ira del gobernador no se hizo esperar e inmediatamente mandó un grupo élite del Ejército para resguardar la zona y dar pronta búsqueda a los culpables. Meses más tarde llegaría el rumor a la gobernación de Antioquia de que Humberto Mesa Lopera, alias ‘Juan Pablo’, jefe guerrillero que había liderado la toma a Guacharacas, se pavoneaba por todos los caminos de herradura del nordeste antioqueño, montando el mejor caballo que se había robado de la hacienda de los Uribe Vélez. El líder político estalló.

El gobernador fijó una recompensa para quien entregara información sobre el paradero de los guerrilleros que tenían azotada la región del Nus, principalmente los malhechores de la quema a Guacharacas. El 10 de octubre de 1996 llegaría la buena nueva, habían caído muertos alias ‘Juan Pablo’ y tres insurgentes más. La muerte la registró oficialmente el comandante de la IV Brigada del Ejército, general Alfonso Manosalva Flórez. 

“En 1995 Mesa Lopera había sido nombrado por la dirección del ELN como el jefe del frente ‘Bernardo López Arroyave’. Estando en esta agrupación realizó sus principales acciones delictivas entre las que se destaca su participación en la quema de la finca Las Guacharacas perteneciente a la familia del gobernador Álvaro Uribe Vélez”, dijo en su momento el general.

Las felicitaciones no se harían esperar. El gobernador Álvaro Uribe Vélez expidió un comunicado público que decía: “La administración Departamental exalta la labor del mayor general, Alfonso Manosalva Flórez, comandante de la IV Brigada, de todos los oficiales y soldados al servicio de la institución, por su creciente y eficaz compromiso de rescatar la paz para el departamento”. En el mismo comunicado el gobernador prometía pagar la jugosa recompensa a los informantes que habían hecho posible la misión.

Sobre el hecho, otros testimonios contradecían la versión oficial. El soldado Ferney Alberto Cardona denunció que el operativo militar contra el jefe guerrillero nunca ocurrió. Según Cardona, el insurgente alias ‘Juan Pablo’ había sido capturado por paramilitares y entregado vivo a los oficiales del Ejército. “A ese señor lo capturó el alias ‘Lucas’ y se lo entregó vivo al señor mayor Clavijo Jesús María y al señor mayor Abondano. A ellos se lo entregaron vivo junto con otro hombre más y dos mujeres, en un vehículo Trooper, luego los asesinaron dentro del vehículo a las afueras del municipio de La Unión, reportándolos como si fuera en combates”, declaró el soldado Cardona. En investigaciones posteriores la Fiscalía coincidiría en identificar a Jacinto Alberto Soto Toro, alias ‘Lucas’, como uno de los comandantes del Bloque Metro.

Evidencias recopiladas por Justicia y Paz advierten que en 1995, meses después de la quema a la hacienda Las Guacharacas, nació el Bloque Metro en el municipio de San Roque. Luis Alberto Villegas Uribe, Pedro David Gallón Henao y Santiago Gallón Henao fueron los tres primeros hombres en ser acusados de fundar el grupo paramilitar. Todos ellos tenían propiedades vecinas a la hacienda Las Guacharacas y habían hecho negocios con los Uribe Vélez.

La relación comercial entre los Uribe Vélez y los Villegas Uribe había comenzado un año después del asesinato de Alberto Uribe Sierra. En 1984, Inversiones Uribe Vélez Ltda; representada por su subgerente Álvaro Uribe Vélez, le vendió a Luis Alberto Villegas Uribe la hacienda La Manada, predio ubicado a orillas del río Nus, entre los municipios de Maceo y Yolombó a escasos kilómetros de Las Guacharacas. Más tarde, en 1990, Santiago Uribe Vélez le vendió a Gloria Elena Cano López, esposa de Luis Alberto Villegas, la hacienda El Desquite ubicada en el municipio de Maceo.

En 1996 Álvaro Uribe Vélez, actuando como gobernador de Antioquia, legaliza la creación de la Convivir El Cóndor, concediéndole la dirección a Luis Alberto Villegas Uribe. Durante ese año se presenta la desaparición de cuatro personas en San Roque, la masacre de seis personas en el corregimiento de Providencia, la masacre de ocho personas en Maceo, el asesinato de tres personas en San José del Nus y nuevamente la masacre de cinco personas en Providencia.

En 1998 un grupo de investigadores del CTI realizó el allanamiento al Parqueadero Padilla en Medellín, lugar donde funcionaba la oficina de finanzas del Bloque Metro. Allí fue capturado alias ‘Lucas’ quien se fugó meses después de la cárcel Bellavista y se desmovilizó en 2003. El análisis de los documentos contables evidenció que con los dineros de la Convivir El Cóndor se financiaba el pago a miembros de grupos paramilitares de la zona. 

María Patricia Trujillo, mano derecha de Luis Alberto Villegas Uribe y tesorera de la Convivir El Cóndor, recibió sentencia condenatoria de ocho años de cárcel por parte del Juzgado Segundo Penal Especializado de Medellín; aunque el acto fue revocado, en 2005 Trujillo solicitó acogerse a Justicia y Paz, y declaró haber hecho parte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

En San Roque, Luis Alberto Villegas Uribe comenzó a ser llamado con el alias de ‘Tubo’, después de haber montado un complejo ‘cartel de la gasolina’. Paramilitares al mando de Villegas Uribe instalaron una válvula clandestina en el poliducto Sebastopol-Medellín, que atraviesa los municipios de Santo Domingo, San Roque (pasando por Guacharacas) y Maceo. Las ganancias se empezaron a repartir en un 40 por ciento para Villegas Uribe y el 60 por ciento para financiar el Bloque Metro. El robo empezó a dar tantas ganancias que Villegas Uribe montó su propia estación de gasolina.

El lunes 5 de diciembre de 2005 dos paramilitares llegaron a la estación de gasolina de Luis Alberto Villegas Uribe en San José del Nus. Entraron a su oficina disparando sin consideraciones dándole muerte de inmediato. Los autores materiales del asesinato, los paramilitares Jaison Andrés Lezcano y Milton Anderson Montoya, fueron capturados y meses más tarde sentenciados por los delitos de homicidio, concierto para delinquir y porte ilegal de armas de uso privativo. 

Años más tarde Rodrigo Pérez, alias ‘Julián Bolívar’, comandante del Bloque Central Bolívar, confesó haber ordenado la muerte de Villegas Uribe. La mortal sentencia se debió por no reportar la instalación de un laboratorio para el procesamiento de cocaína en Puerto Berrío en sociedad con los Gallón Henao, por haber hecho caso omiso a la prohibición del hurto de gasolina y  seguir financiando al Bloque Metro, grupo con el cual Bolívar empezaba a pelearse el poder del territorio.

Por el otro lado, la relación comercial entre los Uribe Vélez y los Gallón Henao inició en marzo de 1987. En ese entonces Inversiones Uribe Vélez le vendió a Ganados del Norte -empresa de los hermanos Gallón Henao- gran parte de la hacienda Las Guacharacas, exactamente las extensiones de tierra que se circunscriben sobre la ribera izquierda del río Nus, suelos pertenecientes al municipio de Yolombó. Los hermanos Pedro David y Santiago Gallón Henao se dieron a conocer en la esfera nacional por el crimen del jugador de la selección Colombia, Andrés Escobar. Los hermanos fueron condenados a 15 meses de cárcel por ser “determinadores de falsa denuncia agravada” pero un par de meses más tarde un juez los dejó en libertad tras pagar una irrisoria multa.

En la región del Nus no era un secreto que Santiago Gallón Henao, quien fungía como ganadero, tenía vínculos con el paramilitarismo y con el narcotráfico. No obstante sus negocios eran prósperos y tenían el aval del gobierno de turno. La firma Clamasan S.A. dedicada a la cría, levante y ceba de animales, representada legalmente por Santiago Gallón, recibió un subsidio de Agro Ingreso Seguro por más de 140 millones de pesos.

El 10 de julio de 2009, Santiago Gallón Henao se entregó a la Fiscalía General de la Nación, aceptando que durante varios años financió grupos paramilitares en diversas regiones de Antioquia, entre ellos el Bloque Metro, el Bloque Cacique Nutibara, el Bloque Central Bolívar y el Bloque Héroes de Granada. En 2010, Gallón Henao fue condenado por concierto para delinquir.

En declaraciones a la Fiscalía, los paramilitares Juan Monsalve y Pablo Hernán Sierra, alias ‘Alberto Guerrero’, coinciden en denunciar que el Bloque Metro fue creado en respuesta a la quema de la hacienda Las Guacharacas en 1995. Monsalve Pineda declaró haber sido trabajador de la hacienda mucho antes de la quema. Confesó haber ingresado a las filas del Bloque Metro y denunció que la base militar de dicho grupo era la hacienda Las Guacharacas. 

“En la foto donde yo estoy con el camuflado y el fusil, eso fue en 1996 cuando estábamos cuidando y trabajando en la finca Las Guacharacas que llegaron las autodefensas que se formaron allá. En la foto en la parte de atrás se ve la autopista y se ve la casa de la profesora y el garaje de la finca Guacharacas y se ve la casa de unos molinos que hay al frente. Ya existía el grupo allí. Hacían parte Arboleda, Luis Alberto Villegas Uribe y Rober Cano”, declaró Monsalve en su momento.

Pablo Hernán Sierra, alias ‘Alberto Guerrero’, declaró en octubre de 2011 que hizo parte del Bloque Metro, que los jefes del grupo delictivo fueron alias ‘Jota’ y Carlos García, alias ‘Doble Cero’. Además afirmó haber ayudado a financiar la campaña de Álvaro Uribe Vélez en 2002, al promover una subasta ganadera en la Bocana y prestarle seguridad en el mismo evento con sus hombres del Bloque Cacique Pipintá.

En la parte baja de Las Guacharacas existen tres barrios: El Despertar, La Esperanza y el barrio Alberto Uribe Sierra, mientras que la parte alta sigue siendo propiedad de los Gallón Henao. La maldición de Guacharacas aún persigue a Álvaro Uribe Vélez. El 8 de enero de 2013 la Fiscalía General de la Nación reabrió una investigación que tuvo origen en hechos ocurridos a finales de los años noventa. Acusaciones y denuncias refieren que el expresidente Uribe pudo haber contribuido, cuando era gobernador de Antioquia, a la formación del Bloque Metro de las Autodefensas.

Aunque el exmandatario ha negado cualquier vínculo con los paramilitares y con la cruenta guerra que se libró en la región y la hacienda donde asesinaron a su papá, la batalla jurídica para demostrar que es inocente de los cargos es una sombra que lo persigue.

Esta historia es el antecedente remoto que tiene hoy a Uribe en detención domiciliaria. Podría decirse que Guacharacas es la génesis del proceso. Todo comenzó en 2014 cuando Iván Cepeda le adelantó a Uribe un feroz debate en el Congreso intentando demostrar sus nexos con el paramilitarismo. Allí salieron a la luz muchos de estos hechos que también comenzaron a ser investigados por la Corte Suprema de Justicia.

Ante el debate y las pruebas mostradas por Cepeda, Uribe contraatacó con una denuncia por presunta manipulación de testigos. Según el expresidente, Cepeda iba de cárcel en cárcel pagando a exparamilitares para que testificaran sobre todo lo que sucedió en la hacienda Guacharacas y la historia de la conformación del Bloque Metro de las Autodefensas. 

Lo que Uribe no esperaba era que esas acusaciones terminaran  devolviéndosele como un bumerán. El 16 de febrero de 2018, el alto tribunal encontró razones para compulsar copias en contra del expresidente porque, según las pruebas que habían recaudado los magistrados, era él y no Cepeda el que presuntamente estaba manipulando testigos. 

Durante esa semana en que Uribe tuvo la posibilidad de interponer un recurso de reposición fue donde se dieron las interceptaciones telefónicas determinantes que, al final, condujeron al actual escenario jurídico. En aquellos pocos días Uribe y sus abogados, al parecer, se dedicaron a presionar y a comprar testigos.            

Y de allí parte el proceso que debe enfrentar Uribe por soborno y fraude procesal. Sin embargo, la raíz de las acusaciones y el núcleo de la verdad que aún no ha salido a la luz es mucho más profunda. Son ramificaciones que comienzan y terminan en Guacharacas. Es por eso que Daniel Coronell se atrevió a decir recientemente que este caso padece del síndrome de Al Capone, ese que se da cuando el acusado termina detenido por el hecho menos grave de todos.    

*La primera parte de esta crónica fue publicada en enero de 2013 por la Corporación Nuevo Arco Iris.

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