18 de febrero de 2024
Las estrellas son negras, la primera obra del escritor chocoano Arnoldo Palacios, retrata la vida de Irra, un joven pobre de Quibdó al cual el hambre le hacía “chirrear” y “gemir” el estómago. El libro fue publicado en 1949 y su autor nació hace 100 años. El gobierno de Gustavo Petro declaró el 2024 como el año de ese escritor, lo cual generó molestia al punto de que un artículo de El Colombiano sugirió que esta decisión se dio por cuenta de las afinidades políticas del novelista y cronista que murió en 2015.
VORÁGINE encontró un acta de una reunión en la que se empezó a gestar la idea. El documento da cuenta de que, incluso, funcionarios que venían del gobierno de Iván Duque apoyaron la iniciativa. Hablamos con la delegada de la exministra de Cultura Angélica Mayolo, quien defendió la decisión y la sacó del marco en el que intentó encasillarla el periodista de El Colombiano.
El Consejo Nacional de Literatura, un organismo asesor del Ministerio de Cultura, se reunió en Bogotá el 2 de junio de 2023. Para ese momento todavía sesionaban personas que venían del gobierno Duque porque no se había posesionado el nuevo consejo. Fue en ese encuentro donde surgió la idea de declarar 2024 como el año Arnoldo Palacios, bajo la figura de las efemérides literarias.
“El consejo del gobierno actual no se había ni siquiera instalado y ahí quedó nuestra sugerencia”, le explicó a VORÁGINE Yijhán Rentería, quien fue consejera designada por la exministra de Cultura del gobierno Duque, Angélica Mayolo. “María Orlanda menciona, a este respecto, que se podría realizar la gestión para garantizar la declaratoria del año de Arnoldo Palacios como parte de las Efemérides Literarias. Para este fin, se requiere que se envíe una comunicación al Ministerio realizando esta solicitud”, se lee en el acta que obtuvo este medio. María Orlanda Aristizábal fue durante varios años y gobiernos coordinadora del grupo de literatura del ministerio.
Después de esa reunión hubo gestiones ante el Ministerio de Cultura y el gobierno Petro emitió una resolución, el 18 de enero de 2024, declarando el año Arnoldo Palacios. Con esto, varias instituciones del Estado se comprometen a ejecutar acciones para difundir la obra del escritor. “No es una idea del gobierno, se trata de una idea que el gobierno acogió”, zanjó Rentería.
La obra incómoda de Arnoldo Palacios
Este artículo empezó con Irra, el joven pobre de Quibdó, atormentado por el hambre. Y para hablar de Palacios hay que hablar de su personaje. En Irra y sus vivencias se encuentra parte de la valía de su escritura. Rentería, que es licenciada en español y literatura y dictó clases en la Universidad Tecnológica del Chocó durante 14 años, explicó que la obra de Palacios es incómoda.
“¡Maldita vida! ¿Por qué no se moría? Era preferible morir. Al menos, la muerte ofrecía oportunidad ineludible de comer barro y gusanos bajo la tumba”, fragmento de Las estrellas son negras.
“Incomoda el hecho de que toque temas y realidades que este país se ha encargado sistemáticamente de esconder como la pobreza, la misera y el hambre”, aseguró la académica. “Buscando mi madrededios (otra obra del autor) nos cuenta la historia de un joven provinciano, negro del Pacífico, discapacitado. El país no quiere ver eso, no es sobre lo que queremos hablar ni de lo que queremos escuchar ni de lo que queremos leer. Hace que sea incómodo y es más fácil tomar el atajo de negarle el valor literario que buscar de verdad qué es lo que me incomoda como lector o como ciudadano”, agregó.
Esas realidades que retrata la obra de Palacios, hacen parte de la historia y la actualidad de miles de personas. Así lo expresó Idalmy Minotta, chocana delegada del espacio nacional de consulta previa: “La obra de Arnoldo es de suma importancia porque él supo recoger la historia, el sentir, las necesidades y los reclamos del pueblo negro no solo de Chocó, sino que podríamos decir que del pueblo negro y pobre de Colombia y el mundo”. Ella agrega que el trabajo de Palacios hace referencia a temas universales: “Le da mucha relevancia a una situación que compromete la esencia de la existencia de cualquier ser humano: la alimentación y el hambre”.
Otras incomodidades, según Rentería, se basan en decisiones literarias que tomó Palacios en el momento de escribir Las estrellas son negras: los diálogos están escritos de tal manera que emulan el acento de una persona de Chocó. “No se dice en el español estándar canónico, sino que reivindica el hablar natural, invita al lector a hacer el esfuerzo de comprender esa habla natural, en lugar de facilitarle el camino haciendo que los personajes hablen como no se hablaría en esa región”, dijo. “Incómoda tener que esforzarse para tener que entender a ese otro que se ve como inferior”, subrayó la académica.
“Un largo rato permaneció allí, sentado, vagamente impresionado por cuanto sucedía en torno suyo. En cambio, adentro, en las grietas de las profundidades de su conciencia, se agitaba la desesperación, nutrida por el hambre, la incertidumbre, la ignorancia, la incapacidad”, fragmento de Las estrellas son negras.
La obra también retrata con crudeza las condenas en las que viven los sectores sociales a quienes les son negados los derechos más básicos. Los sueños son solo eso y no hay esperanza de materializarlos en regiones donde ni siquiera se cuenta con una comida. “Aparece el matiz de la lucha de clases que en el Pacífico está atravesada también por la lucha racial, la diferencia étnica, que le cierra al personaje todas las puertas. Es eso lo que se quiere revelar con la novela, eso que parece una queja permanente, un lamento, no es otra cosa que la realidad del Pacífico. La diferencia radica en las oportunidades”, concluyó la académica.
Mira el episodio de CONTRACORRIENTE sobre este tema:
Mientras Irra deambulaba por Quibdó buscando cómo llevar un bocado de comida a su casa, soñaba con la oportunidad de prepararse: ser mecánico, ser médico, escribir en un periódico. Sus inquietudes se encontraban con la barrera infranqueable de la miseria. “Él (Palacios) estaba muy pendiente e interesado en hablar de la desigualdad social y en la desigualdad que viven las comunidades negras, en particular. El hecho de que en ese libro haya hablado del hambre es un reclamo sobre ese problema gravísimo”, aseguró Jose Venancio Palacios, quien hizo parte del Consejo Nacional de Literatura hasta agosto de 2023 y es sobrino del autor.
“Al llegar a Cartagena Irra preferiría hacer otra cosa; aprender algún arte; de mecánico le agradaría. Simpático eso de pasarse el día metido en el overol azul, engrasado, mugroso del óxido de las piezas de los motores. O, mejor, tendría oportunidad de trabajar durante la noche y estudiar de día”, fragmento de Las estrellas son negras.
La difusión y la contribución literaria de Arnoldo Palacios
La obra de Palacios ha sobrevivido a dos embates que, muchas veces, condenan al olvido a algunos escritores: el fuego y el tiempo. El manuscrito de Las estrellas son negras se quemó en medio de los desmanes del 9 de abril de 1948, ocasionados por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Tras eso, Palacios se encerró y logró reescribirla en tres semanas.
El otro factor al que la obra se ha sobrepuesto es al paso del tiempo, 75 años después de su publicación la obra se sigue leyendo. En 1949 se imprimieron entre 200 y 300 copias. “Era un escritor leído por una especie de voz a voz; si no, qué explicación hay para que una novela de poquísimos ejemplares, publicada en 1949, a pesar de la escasa difusión que tuvo, de ser una edición tan pequeña, haya seguido viva a lo largo de tanto tiempo y haya suscitado 5, 6 o 7 ediciones. Yo creo que la gente que iba leyendo a Palacios se deslumbraba y siempre lo recomendaba”, afirmó Álvaro Castillo Granada, librero e investigador de la obra del autor chocoano, en entrevista con VORÁGINE.
Idalmy Minotta, citada antes, recuerda que en la biblioteca de la casa de su mamá, en Quibdó, siempre hubo un ejemplar de Las estrellas son negras y explica cómo la literatura de Palacios estuvo presente en Chocó. “Recuerdo que era una obra que no tenía muchos impresos, no era muy conocida, pero acá en el Chocó creo que se difundió en los colegios gracias al magisterio”, contó la lideresa.
La sostenida difusión de Palacios se une a las virtudes literarias que se encuentran en su obra. “Lo novedoso en él es que en lugar de haber hecho una novela hiperrealista de denuncia, casi un panfleto, hace una obra de arte sostenida por el lenguaje, por la imaginación del autor y la relación entre la imaginación del autor y la imaginación del lector”, dijo Castillo, quien compiló en un libro llamado ‘Cuando yo comenzaba’ varios escritos de Palacios que estaban desperdigados en diferentes publicaciones culturales.
La profesora Rentería también resalta la manera en que está escrito el libro. “Es una novela super moderna, que se mueve, que tiene vitalidad, hay mucha acción y movimiento. Su narración es ágil, muy cinematográfica. Son imágenes en movimiento las que construye con su escritura. Se aleja del estilo todavía barroco de otros escritores de su época. Renuncia al “cuadro de costumbres” en el que todo se folcloriza al hablar de pueblos negros”, aseguró. “Es una novela absolutamente contemporánea, por el manejo del lenguaje, por un lado, de la oralidad y, por otro lado, en mi opinión, por el manejo de la ambigüedad, algo que hace que una novela sea siempre moderna y contemporánea”, complementó Castillo.
Es decir, a pesar de que la historia de Irra denuncia unas condiciones de desigualdad, esa no es una virtud por sí misma. La obra de Palacios tiene un valor intrínseco por su manera de narrar. “Yo puedo escribir el documento sociológico más detallado, más fuerte, más duro, pero si no soy capaz de escribirlo de una forma clara, amena, empática, dramática, que conecte con el lector, no tiene ningún sentido”, aseguró Castillo.
La vigencia de Arnoldo Palacios
¿Pero cuál es la importancia de impulsar y leer a un autor que publicó su primera obra en 1949? “A los grandes escritores es importante tenerlos siempre con nosotros y leerlos en cualquier momento. Los grandes escritores y las grandes novelas trascienden su época y se transforman en contemporáneos, la novela de Palacios tiene esa virtud”, insiste Castillo. “Los temas de los que habla son muy universales, muy actuales y la vitalidad de su escritura y su técnica narrativa es casi cinematográfica. A los lectores de narrativa nos gusta ver que las historias se muevan. Es la condición del humano muy bien abordada”, dijo Rentería.
El hambre y el racismo son fenómenos que están presentes en la sociedad colombiana, 75 años después de la publicación de Las estrellas son negras. “Las situaciones que narra Palacios en su novela están dramáticamente vigentes”, aseguró Castillo. Una publicación de Mutante expuso algunas cifras que respaldan esa tésis. Por ejemplo, los departamentos con máyor presencia de personas negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras presentan brechas en el acceso a diferentes servicios. Mientras que para 2022 la cobertura nacional de alcantarillado se ubicaba en 76.6%, en esas regiones solo alcanza el 54.8%. El promedio de cobertura nacional de internet era de 43.4% y en esas zonas es de 26.9%.
Otro ejemplo lo dio Jose Venancio Palacios: “En el estallido social hace dos años, particularmente en Cali, uno de los fenómenos más impactantes fueron las ollas comunitarias, muchos jóvenes decían que nunca antes habían comido tres veces al día”. “El hambre sigue vigente en una sociedad tan desigual como la nuestra”, resaltó. En 2005, según el DANE, el Índice de Necesidades Básicas insatisfechas en Bogotá era del 9,16%, en Medellín del 12,17% y en Quibdó del 89,5%.
Lea también: Griselda: sus verdaderas víctimas
En un sentido similar opinó Minotta: “Chocó se identifica con la obra de Arnoldo y por eso ha tenido una difusión anterior al reconocimiento que hoy hace el gobierno y el Estado colombiano”. Esa vigencia e importancia de Palacios para los pueblos negros hizo que cuando Minotta leyó el artículo de El Colombiano sintiera rabia y en entrevista con VORÁGINE advirtió: “No les permitimos que ninguneen y desconozcan lo de nosotros, ya no les permitimos más que quieran mostrar que lo de nosotros no es suficiente para ser y estar”.