La ladrona de huesos es la nueva creación de este escritor español. En esta conversación con Vorágine, Loureiro ofrece claves a la hora de escribir un thriller para que atrape de la primera a la última página.
22 de julio de 2022
Por: Pacho Escobar.

Manel Loureiro, acaba de lanzar ‘La ladrona de huesos’, su más reciente novela . Una obra que tiene todos los ingredientes de lo mejor del thriller policiaco:Laura, la protagonista, es una mujer con una inteligencia sobrenatural, atributos que adquirió en un campo de concentración ruso donde instruyen a niños genios para ser espías. Mijail, un espía ruso, traidor de su propia patria. Y otros espías criados en aquella especie de gulag. Laura tiene una misión, robar los huesos del apóstol Santiago en la catedral que lleva su nombre. Pero antes debe atravesar el famoso ‘Camino a Santiago’, en el cual descubriremos su pasado, su presente sin memoria y su futuro.

Vorágine conversó con Manel Loureiro sobre esta novela, pero la charla fue un poco más allá, con el objeto de desentrañar el trabajo de este escritor para producir un thriller policiaco que, posiblemente, pronto será una serie de televisión:

Vorágine (V): ¿De dónde surge la idea de esta novela, después de la puerta y de tus demás éxitos?

Mane Lureiro (ML):
Pues esto surge de una experiencia personal. Hace unos años, cuando yo estaba estudiando en Santiago de Compostela y utilizaba la catedral como atajo en invierno. El invierno en Santiago es muy duro, llueve mucho, es muy frío y a veces utilizaba el transito de la catedral como una especie de túnel improvisado de 100 metros en los que no me mojaba los días de lluvia.

Y a veces, esos días, a primera hora, cuando todavía no había salido el sol, y ni siquiera las beatas más beatas habían ido a la catedral porque estaba lloviendo un montón, me encontraba yo mismo con 20 años, camino de la facultad, plantada en medio de la nave, de esa inmensa nave que tiene más de mil años de antigüedad. Miré a mi alrededor y no había absolutamente nadie más. Era todo para mí. Y en esos momentos yo era consciente de que podría haber hecho cualquier cosa. Me podría haber llevado cualquier cosa que no estuviese atada, atornillada o clavada en las paredes o en el suelo. No lo hice nunca, evidentemente, pero aquello se me quedó grabado de alguna manera, porque es esos momentos en los que de repente el mundo te pertenece de alguna forma. Años después, hubo un robo en la catedral de Santiago. Alguien robó el Códice Calixtino. El Códice Calixtino es la primera guía de viajes del mundo. Es un libro que se escribió en el siglo 12, que era precisamente para que los viajeros que venían haciendo el Camino de Santiago supiesen dónde parar, dónde no parar, cuáles eran honrados, cuáles eran peligrosos. Hubo un robo en la catedral y de repente todo el mundo se dio cuenta de la fragilidad de lo que allí se protegía. Se recuperó el códice, por cierto, al cabo de unas semanas, pero a mí eso ya se me mezcló con la anterior experiencia. Y justo hace un par de años, cuando de repente me di cuenta de que este Año Jacobeo iba a ser doble, es año Jacobeo cada siete, ocho, 13 o 14 años, dependiendo de un calendario complejísimo que soy incapaz de explicarte que lo puedes buscar en Internet si quieres y si lo entiendes, me lo explicas tú a mí y que el dirige la iglesia. Y de repente me di cuenta que todas las piezas encajaban y que aquel robo que no me atreví a hacer en su momento lo iba a llevar a cabo. Iba a planificar el mayor robo posible dentro de la catedral en vez de robar un casino en Las Vegas o un banco en Nueva York, en Londres, iba a robar una antigua catedral románica, pero iba a ser un golpe imposible en el que iba a haber espías, iba a haber mentiras, engaños, revelaciones y descubrimientos. En definitiva, que iba a contar una historia que acaba siendo la ‘Ladrona de Huesos’.

V:
En ese orden de ideas también hay algo que me llama mucho la atención y es el Camino de Santiago, ¿cómo fue esa investigación?

Mane:
El camino es una experiencia, una experiencia. El camino arranca en el norte de Alemania y acaba desembocando en Santiago, en el noroeste de España, en una ciudad pequeña y medieval. El camino fue uno de los ejes vertebradores de Europa durante siglos. El camino era una de las tres grandes peregrinaciones. Junto con Roma y Jerusalén estaba Santiago de Compostela. El camino tuvo una importancia brutal en la Edad Media durante los siglos 15, 16 y 17. Cuando llegó la ilustración, en el 18, pasó un poco a segundo plano y al volver se puso de nuevo de actualidad a finales del 19 y principios del 20, y eran cosas de mayor salud que nunca. Cada año lo hacen cientos de miles de personas. Algunos son peregrinos y otros son viajeros que están haciendo el camino. Sea como sea, yo lo conocía porque, claro, viví en la meta, viví en Santiago durante mucho tiempo. Yo veía llegar a miles de peregrinos todas las semanas y veía esa mezcla de emociones en su cara de cansancio, de agotamiento, pero también de satisfacción por haber superado esa prueba. El camino, quizás lo que tiene, lo que le hace, lo que la hace interesante, es que en un mundo muy materialista en el que vivimos, materialista en el sentido que es pragmático, el camino es una especie de conexión con la espiritualidad que ya no existe en nuestras vidas, con una espiritualidad que ha desaparecido o que está desapareciendo por lo menos en Europa, de una manera acelerada. Y que estar en contacto con esa especie de resabio del pasado que es el Camino de Santiago, nos permite conectar con esa parte de lo que fuimos. No lo sé. Yo sí sé que todo el mundo que lo hace queda de alguna manera cambiado.

V: ¿Cómo lograste construir tan detalladamente el interior oculto de la Catedral?

Mane: Pedí permiso para acceder a sitios que no están accesibles al público habitualmente. Para eso me tengo que poner en contacto con el Arzobispado, explicarles que era… explicarles quién era no, porque ya me conocen y cuando ya tienes un cierto nombre ya no tienes que explicar esa parte. Pero sí tenía que explicarles que voy a escribir una historia que iba a ir sobre un robo dentro de la catedral, lo cual no es muy… no es la mejor tarjeta de visita para que te dejen acceder a sitios que no accede nadie. Pero bueno, al final tengo cierto poder de convicción y conseguí que me permitiesen entrar y recorrer todos esos pasillos, corredores, escaleras y torres que están cerrados al público porque la catedral de Santiago es enorme, ocupa una manzana, ha ido creciendo de forma orgánica a lo largo de los siglos. No sólo es la catedral, es el palacio arzobispal que está pegado al lado, claro imagínate, una especie de monstruo que tiene, que tiene eso, que tiene diez siglos de antigüedad, un monstruo de piedra gigantesco. Haciendo ese recorrido pasaron cosas, por ejemplo, estando cerca de la zona de la cubierta de una de las naves de la catedral, estaban haciendo un trabajo de restauración. Siempre hay obras de restauración y el arquitecto jefe me vio y me dijo ven te voy a enseñar una cosa. Y me llevó a una parte que no tenía nada en su interior, sólo tenía una capa de polvo. Así entonces de repente me di cuenta de que había una serie de preguntas: Quién construyó esa habitación? Cuándo y por qué? Y otras, mucho más importante, quién la tapió? En qué siglo, cuándo y por qué? Y esas preguntas son las que demuestran a veces que la realidad y la ficción chocan, colapsan. Y en ese momento me di cuenta que de alguna manera tenía que ver una escena donde cayese un tabique y alguien llegase a otra parte que llegase a otro lado. En definitiva, que el trabajo de documentación que es fundamental porque es lo que te va a permitir construir una historia donde de repente el entorno al estar bien descrito, va a poder ser lo suficientemente absorbente como para acercarse y dentro de la historia.

V: Hablemos de la carpintería. ¿Cómo fue esa inmersión para poder crear aquel lugar llamado El Nido?

Mane: El trabajo fue bastante exhaustivo. A diferencia de la catedral, de manera incomprensible, Rusia no me permite acceder a sus centros de formación de espionaje. No entiendo por qué… entonces tuve que utilizar fuentes secundarias. Fuentes secundarias son libros, son fotografías, algunas fotografías que se han filtrado y con todo eso, con eso tenía que empezar a levantar esa carpintería, como dices tú, esa, esa atmósfera que tenía que servir de que servir de entorno, esa mezcla entre gulag, centro de formación, escuela perdida de referencias, historias que tenía, fíjate, los niños de la guerra republicanos que habían estado en colegios de esos estilos en la antigua Unión Soviética. Todo, esas pinceladas ayudan a construir un entorno que es real. Es importante que cuando el lector está en el nido, tiene que sentir frío, tiene que sentir la humedad de la nieve filtrándose a través de sus pies, tiene que sentir, en definitiva, que está allí y tiene que sentir la misma sensación de opresión, de aislamiento y de temor a lo que puede pasar en el minuto siguiente. Si consigues hacer eso, generas un estado de ánimo y generar estados de ánimo es muy importante en una lectura como esta, porque al final lo que estás consiguiendo es que el lector se involucre en la historia y esté allí y entonces necesite saber qué es lo que va a pasar a continuación para poder respirar.

V: Hablemos de dos escenarios: tema Catedral, la documentación de la Catedral y tema Rusia la KGB, todos estos espías ¿Cómo son esos tiempos? ¿Cuánto te demoraste en esta tarea?

Mane: No soy capaz de individualizarlo en escenas. Así que te puedo decir que construir la historia en total me ha llevado un año y medio. Ha sido un año y medio que ha sido aproximadamente medio año de conceptualización, de viajes, de ubicaciones, otros cuatro o cinco meses de documentación, de darle forma a eso que he estado viendo, que he estado en los sitios donde he estado, en las entrevistas que he tenido, después toca la escritura y el proceso de escritura, y tú lo sabes porque tú también lo haces, es un proceso que tienes que armarte de muchísima dureza mental.

V: ¿Eso qué quiere decir?

Mane: Que emprendes un camino, nunca mejor dicho, emprendes un camino largo porque de repente sabes que por ejemplo aquí que tienes 500 páginas, que tienes 145.000 palabras, yo cuento palabras, cuando de repente llegas y llevas 10.015 mil palabras que ya es bastante. Si en ese momento lo único que ves es la meta al fondo te puedes venir abajo porque sabes que te queda muchísimo camino por recorrer, por eso es importante establecerse metas por el camino, hitos, jalones que tienes que ir superando. Si lo haces así, es mucho más asequible, es mucho más fácil para tu mente asimilarlo y decir vale, vamos a llegar hasta aquí, vamos a terminar este capítulo, vamos a terminar esta escena, vamos a terminar esta parte, ya hemos llegado a este punto de giro, ya podemos empezar a contar esta parte de la historia, entonces de repente es tan importante el objetivo final que es terminar el libro como el camino que es escribiendo, y lo disfrutas muchísimo y yo creo que es uno de los secretos para poder disfrutar de este oficio, de este oficio. Y yo tardé, tardé en entenderlo, porque al principio me agobiaba mucho, me generaba muchísima ansiedad. Lo que no, disfruta del trayecto, vete planteando etapa, etapa. Y entonces es maravilloso.

V: Mane, hablemos de las cerraduras, de las cajas fuertes. ¿Te sentaste con un cerrajero?

Mane: esto tengo que contarlo de una manera muy subliminal porque tiene relación con uno de los protagonistas de la historia. Sería un spoiler. Pero sí que es cierto que las cerraduras y ser capaz de abrir puertas y cerraduras forma parte importante de uno de los personajes de la historia. Y esto me obligó a eso, a hablar con gente que sabía y que te enseñaba la diferencia. Una cerradura de émbolos simples, de doble émbolo, de cerraduras verticales, horizontales, es un puñetero universo que no tienes ni idea, pero parafraseando a Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle hacía que Sherlock Holmes en una frase, en una de sus novelas decía algo parecido a: ‘lo que un hombre puede ocultar, otro hombre puede descubrirlo’. ‘Lo que un hombre puede cerrar, otro puede abrirlo’. No hay cerradura inviolable, no existe nada que no se pueda abrir. Y quizás fue una parte de la documentación que me generó muchísima zozobra y muchísima intranquilidad, porque de repente descubrí que todo ese atajo de llaves que tú llevas en el bolsillo ahora mismo, porque sé que llevas llaves en el bolsillo, como todo el mundo, son absolutamente inútiles, no valen para nada. Un cerrajero experto es capaz de abrir una cerradura en menos de 20 segundos sin tener que forzarla, sin tener que reventarla.

V: Hablemos de la construcción de personajes, tú tienes una pared y vas haciendo quizá la caracterización de Laura, de Mijaíl o qué haces…

Mane: Yo entiendo que es muy importante, sobre todo llegados a este punto ya de mi carrera, que ya he aprendido un montón de cosas por el camino, considero que es muy importante que todos los personajes tengan un trasfondo detrás, que todos tengan profundidad. No puedes hacer una historia donde los protagonistas ya no digo los principales, por supuesto, pero tampoco los secundarios que sean como estos niños en las obras de teatro del colegio: sabe que es el árbol número tres o la roca número cuatro y que simplemente aparecen y no tienen una frase. No. La clave está en que todos los personajes principales o secundarios tienen que ser lo suficientemente interesantes como para poder ser ellos mismos los protagonistas de su propia historia. Y si te fijas en La ladrona de huesos, que es una historia muy coral, procuro que todos los personajes que aparecen todos podrían ser los protagonistas de su propia historia, porque tienes que dar esas pinceladas que les doten de individualidad, que les doten de algo, que les haga únicos y que al mismo tiempo y que al mismo tiempo digas podrías una historia, fíjate, por ejemplo, el personaje de Claudia, la chica que es colombiana ¿Y por qué colombiana? Porque quería tener un guiño con Colombia, que es un mercado que siempre me ha tratado muy bien y porque además tenía ese ejemplo. Es decir, es una niña que es encontrada en un campamento arrasado de las Farc. Quién es, cómo llegó allí, quiénes eran sus padres. Ya tengo la base para poder estirar y poder contar una historia. Esa mujer que va avanzando y que después descubres que es una mujer, que aunque tiene una belleza despampanante y arrolladora, no ha sido capaz de encontrar un asidero emocional en todo ese tiempo. Mientras los demás han ido volviéndose más viejos y más decrépitos, ella ha sido capaz de mantenerse en ese punto. ¿Qué ha hecho con su vida, qué ha estado haciendo? Yo quiero saber los años perdidos de Claudia, dónde están, a qué ha dedicado su vida, porque ella también es una experta. Es un ejemplo, un poco tonto, de trazo grueso, pero sirve para entender lo importante que es construir los personajes de una manera muy tridimensional.

V: Y hablemos un poco del método ¿cómo es, cómo es un día habitual tuyo de los primeros meses?

Mane: Me gusta desmitificar un montón el trabajo de la literatura. No es esto que se suele pensar de las musas. Esto es bajar a la mina todos los puñeteros días. Si van a venir las musas, que te pillen trabajando, que te pillen en la mina con el pico en la mano. Y entonces al final, sobre todo cuando es un escritor profesional, es decir, ya cuando te dedicas a esto profesionalmente, es que tú vives de esto que tienes lectores en un montón de países del mundo. Tú tienes que ser profesional en todo y entonces implica ser profesional en tu trabajo creativo. Es yo en cuanto me libero de mis responsabilidades familiares a primera hora de la mañana dejo a los niños en el colegio. Yo sé que los horarios de aquí en Colombia son un poquito más desquiciados. Empieza un poquito antes, pero a las 10:00, por ejemplo, respondo, respondo correspondencia, correo electrónico, hago las gestiones que me toca hacer, dedico el resto de la mañana a la planificación de la estructura narrativa que toca ese día, es decir, de lo que, de lo que está en el plan para escribir ese día. Lo voy puliendo, lo voy perfilando siempre. Trabajo con dos monitores: monitor de texto, corrido, monitor de documentación, mesa con documentación física, fotografías y más, y una pizarra enorme donde tengo el desarrollo de lo que toca escribir ese día. Fíjate que meticuloso y que ordenado… hago ese trabajo de planificación por la mañana, parada para comer y justo después de comer, después de un breve descanso, empezar a escribir. Y esa tarde, esa tarde de escritura. Y es un proceso constante y puede llevar dependiendo de como vaya el día puede terminar a las 22:00 de la noche, a las 00:00 de la noche o a las 03:00. Cuando ya no das más, cierras y repite. Es el siguiente día, el mismo ciclo, uno tras otro, uno tras otro, uno tras otro. Y en la rutina está el genio. En la disciplina, está… es donde vas a encontrar de repente el tono y el calibre, porque es que al final escribir es como tocar el piano. Tú te puedes pasar si tocas el piano, sientes pianista y esto. Yo he hablado con pianistas profesionales y tienen esta sensación. Tú no te vas a olvidar de tocar el piano si te pasas seis meses sin tocar el piano, pero es verdad que no vas a digitar tan rápido y no vas a ser tan buen pianista si llevas seis meses sin tocar, pierdes, pues con la escritura pasa lo mismo. Si te pasas varios meses sin escribir, al principio te va a costar un poco. Y cuando llevas muchos días consecutivos, muchas semanas consecutivos, muchos meses consecutivos, de repente todo es mucho más fácil. Hay músculos mentales que se desperezan y que dicen ahora me toca a mi.

V: te aíslas, apagas el internet, quitas el internet?

Mane: Disciplina mental. Disciplina mental es trabajar, trabajar y trabajar. No es necesario desconectar internet porque a lo mejor necesito hacer una consulta, claro, pero ahí tienes responsabilidades familiares. Es decir, oye, que hay que ir a recoger al niño.

V:
No haces lo que hacía Stephen King, que cerraba su puerta..

Mane: Ya me gustaría mucho, pero, pero no es, no es factible. Sí que es verdad que con el tiempo he sido capaz de educar a mi entorno y saben que en el momento en el que no estoy, no estoy. Salvo que sea algo que es absolutamente inaplazable y que es urgente y que es necesario hablar conmigo justo en ese momento. Y esto es una cosa que yo casi nunca lo he comentado prácticamente en ninguna entrevista, y ahora que sale aquí, te lo voy a decir que es tan importante la figura del escritor como el entorno del escritor. Las personas que ven un escritor, su pareja, su familia, tienen que entender este trabajo y tienen que aceptar las singularidades de este trabajo y entender cómo son los ritmos. A entender que a lo mejor tú estás en una cena con un montón de gente y de repente tú te apagas en ese punto, porque de repente tu cabeza está en otro lado. Mis padres, todo mi entorno, mis amigos, mi familia, mis conocidos saben que, si de repente tengo un apagón, no es que esté aburrido y esté pensando en las Batuecas, es que necesito que en ese momento tengo que seguir ese conejo por el agujero de ese conejo. Sabes que hay una cierta disciplina de trabajo que hay que respetar, que el problema de romper el ritmo, si yo estoy escribiendo y tú me rompes el ritmo durante diez minutos, no es que pierda diez minutos de trabajo para atenderte por teléfono, es que he perdido ese hilo, esa tensión, y me va a costar otros 40 minutos por lo menos volver a ponerme en el punto que tenía antes de que tú me rompiese en esos intentos, por lo cual, lo que realmente lo que me estás haciendo es perder una hora. Por lo tanto, medita muy bien si lo que me tienes que decir es tan importante como para hacerme perder una hora de trabajo. Conseguir entender eso es difícil. Conseguir entender las ausencias, es decir, que de repente se tengan que ir de viaje, de investigación. Cuando te lo tomas como eso, como un trabajo, es un trabajo.

V: Ya que nos contestaste como haces tú rutina, digamos, te pones alguna meta de palabras en el día.

Mane: lo mínimo, lo mínimo, y por debajo de eso no debería ser nunca, son entre mil y 2000 palabras al día, eso es lo mínimo. A partir de ahí todo es beneficio, porque eso significa que ha sido un día provechoso, que ha sido un día productivo y que el ritmo se mantiene. Hay días que son espantosos, pues hacer 1000, 2000, 3000, de repente llega un día cero o 500, porque esto no es poner ladrillos, esto es otra cosa. Y a veces sale y a veces sale menos y los días que sale menos, lo que tienes que hacer es ser honesto contigo mismo, decir vale, baja la persiana, me voy por hoy a disfrutar de la vida y mañana, mañana volvemos con más energía, porque si no lo que vas a estar haciendo es frustrarte y perder el tiempo.

V: Esto que nos cuentas es de una gran generosidad para muchas personas que además de querer leer y saber cómo se hace el libro, también quieren escribir y son muy pocos escritores los que dan cuenta de eso.

Mane: a mí me gustaría hacer por otros lo que yo necesité en su momento y que hicieron por mí. A mí me ayudaron al principio, no me ayudaron en técnicas narrativas, lo fui aprendiendo yo a base de ensayo y error, y es muy importante aprender a base de ensayo y error, pero también es cierto que el método que me funciona a mí no te tiene que funcionar necesariamente a ti. Es decir, cada uno tenemos nuestras rarezas, nuestras peculiaridades, es decir yo conozco a una autora que no puede escribir dos libros en el mismo sitio. Entonces cada vez que empieza un libro nuevo cambia de sitio en su casa. Todos tenemos miles de pequeños TOC’s, miles de pequeñas manías. Stephen King necesita escribir con música heavy a todo volumen, atronando para hacer esa sensación de opacidad auditiva. Esto que dices tú que se encierra en el granero a escribir, que contaba en ‘Mientras escribo’, fíjate, un libro de cómo escribe él, que tiene valiosísimas lecciones, que algunas son válidas y otras yo sería incapaz de aplicar. Yo tengo mis propios TOC’s, es decir, yo necesito acabar, por ejemplo, todos los días con una palabra que termine con la letra “a”, no tiene ningún sentido, los TOC’s no tienen explicación, pero si no lo hago, no estoy tranquilo, y entonces a veces me obliga a hacer un quiebre para que la palabra termine con esto. Es que en mi cabeza hay alguien, el enano, que sujeta las riendas que diga vale, ahora sí, ahora lo puedes dejar hasta mañana. Hay más, todos tenemos un montón de pequeñas, de pequeñas manías, de pequeñas rarezas. El tema hay muchísimas cosas. El tema de la elección de los nombres de los protagonistas…

V: Cómo haces, por ejemplo, García Márquez lo que hacía era que coleccionaba nombres…

Mane: Era maravilloso porque él se podía permitir esa cosa fantástica de nombres resonantes, esos nombres que son tan grandes que dice ‘este es un nombre de personaje’.

V: Aureliano Buendía, Lazaro Aponte, Fermina Daza…

Mane: Aureliano… se te llena la boca a Aureliano Buendía, es decir, te llamas Aureliano Buendía, sólo puede ser protagonista de una historia. Los nombres de los protagonistas tienen que ser eufóricos, tienen que ser diferenciados para que no haya confusión, incluso en el lector más confuso y más despistado. Es muy importante, por ejemplo, que los nombres de los protagonistas tengan una traducción fácil a otros idiomas. Es decir, Laura es Laura en inglés y es Laura francés y es Laura en alemán y es Laura en italiano y es Laura en ruso. Laura es universal. Es fundamental porque al final tienes que pensar que aunque escribas en un idioma, es fácil que esa novela acabe traducida a otro idioma y lo que no puedes hacer es complicarle la vida a un lector con unos nombres imposibles. Y yo no sé si te pasa a ti, pero a veces me pasa que hay determinados personajes que los asocias con personas que has visto, con personas que has conocido. A veces no hace falta que tengas una relación de amistad con ellos, alguien que te has cruzado, el señor que te sirvió el café en una cafetería, el tipo que aparca cerca de donde aparcas tú habitualmente es ese, de repente es lo siento amigo.

V: ¿cómo pudiste introducirte tan bien en el personaje de Laura? Una mujer, digámoslo técnicamente, cuando escribías y todo eso, le pasabas esto a mujeres para que dijeran “mira, así actuamos eso”.

Mane: Mira, es una pregunta muy buena. Es pregunta de técnica, de escritor. Además, los hombres y mujeres somos racionalmente, somos exactamente iguales. Es decir, hay hombres listos, mujeres listas, hombres tontos, mujeres tontas, hombres buenos y malos, mujeres buenas y malas. A nivel racional, intelectual, somos exactamente iguales. No hay diferencias, no hay ninguna diferencia. A nivel emocional, a nivel impulsivo, a nivel emotivo, somos muy diferentes y eso es lo que nos llama tanto la atención unos de otros, lo que nos separa y lo que nos une a la vez, ¿no? Y los hombres que aquí empiezan con las generalizaciones, que siempre son malas, a nosotros evolutivamente nos separan del hombre de las cavernas, tres saltos y un barniz cultural. Es decir, hace 40.000 años el tipo que andaba cazando mamuts por Europa, o el primero que se había atrevido a cruzar el estrecho de Bering para meterse por aquí a cazar los bichos que hay en la selva éramos exactamente iguales. Pero nosotros, evolutivamente, hemos cambiado muy poco, los hombres tenemos una tendencia a enfrentarnos, a enfrentarnos a los problemas de frente. Las mujeres tienen una tendencia a enfrentarse a los problemas, y vuelvo a las generalizaciones, de una manera más elíptica, más circular. En un problema le dan vueltas, le buscan, levantan un poquito por ahí, un poquito para allá, cuál es el mejor encaje. Le dan otra vuelta, lo vuelven a mirar por arriba, por abajo, lo comentan, le dan otra vuelta, dan muchas vueltas. Y eso, esa distinta manera de enfrentarse a los problemas para resolverlos, de manera más elíptica y lateral, hace que los personajes femeninos sean mucho más interesantes porque frente a situaciones que le complicas mucho la vida, que le colocas en una situación de estrés y de conflicto, me parece mucho más interesante que vaya buscando distintas maneras, aproximaciones de hacer que de repente ese problema salte por los aires, porque es cuando de repente el lector dice ‘joder, claro que sí, este era el mejor plan. Yo trabajo con editoras, siempre trabajo con mujeres y siempre cuando llega ese punto les pregunto y les digo: ‘si notáis algo raro, me lo decís’. Como son varias se ponen de acuerdo y le da muchas vueltas, se ponen de acuerdo y al final lo conseguimos. Así me sale bastante bien porque de momento nadie se me ha quejado de lo contrario, pero sí que es un desafío, es un desafío, pero es un desafío que tiene un premio muy grande.

V: Las mujeres son las mejores protagonistas…

Mane: Cuando Alejandro Magno está conquistando la costa de Turquía y Grecia, y todo esto, llega a Epiro, donde gobierna Gordiano y sus ejércitos llegan y le dicen: ‘si eres capaz de deshacer este nudo, el nudo gordiano, te quedas con el trono’. Era un nudo complejísimo, con muchísimas vueltas. Muchos habían intentado deshacer el nudo y ninguno había sido capaz de hacerlo, porque es un nudo muy complejo, un nudo enrevesado, enmarañado. Alejandro Magno sacó su espada y lo cortó. Eso es pensamiento lateral. El pensamiento lateral es muy femenino y el pensamiento lateral es maravilloso porque da soluciones creativas, inteligentes y en un thriller eso es muy bueno porque sorprende.

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