18 de octubre de 2022
Entre el hombre de 51 años que el pasado 7 de julio llegó esposado a instalaciones del Sistema Penal Acusatorio de Panamá, escondiendo su rostro de las cámaras de televisión, y la figura pública cuidadosamente construida en ámbitos religiosos, académicos y militares, que sirvió para fines de abuso, se abría un abismo.
Dos días atrás, Luis Alfonso Ruiz Quiroga había reconocido su responsabilidad frente a “actos libidinosos agravados en perjuicio de un menor de edad” que, de acuerdo con la retórica del órgano judicial panameño, le merecieron prisión de 60 meses y una pena accesoria que lo inhabilita “para ejercer cargos, oficios o profesiones en parques, parvularios, centros escolares, centros deportivos y lugares donde se agrupan menores de edad, por la misma cantidad de tiempo, después de cumplida la pena principal”.
Aquel mismo 5 de julio, la Arquidiócesis de Panamá publicó un comunicado para informar sobre su reacción a una denuncia recibida cinco días atrás frente a hechos ocurridos el 26 de junio en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, del corregimiento de Juan Díaz. Según el comunicado, en aplicación de su política de “tolerancia cero frente al abuso”, tras conocer dicha queja, la Arquidiócesis no solamente retiró del ejercicio del ministerio sacerdotal al ciudadano colombiano, sino que también acompañó a la familia de la víctima a denunciar ante los órganos responsables de su detención.
Aquella semana, en medio de los mismos datos, repetidos una y otra vez por informes periodísticos de última hora, una declaración adicional del arzobispo local José Domingo Ulloa pasó casi inadvertida: “Llevo la carga de todo lo que pueda suceder”, reseñó El Siglo de Panamá el 9 de julio, cuando avanzaban los trámites judiciales que cinco días después confirmaron la sentencia contra el detenido.
¿Cómo llegó Luis Alfonso Ruiz Quiroga a desempeñarse como sacerdote en Panamá? ¿Existen denuncias contra él en otros lugares, por similares formas de violencia? ¿Hasta qué punto les caben ciertas responsabilidades frente al delito imputado no solo al arzobispo local, sino también a autoridades eclesiásticas de Colombia y de otros países? Estas y otras preguntas orientan la investigación detrás del presente reportaje.
Como piezas de un rompecabezas
La imagen que Luis Alfonso Ruiz Quiroga difundía de sí mismo a través de diferentes redes sociales, hasta pocas horas antes de su captura, contrasta con la del hombre nervioso y avejentado que escapa del escrutinio periodístico a las puertas del Sistema Penal Acusatorio de Panamá.
A diferencia de este, aquel posaba satisfecho frente a las cámaras como patriota y sacerdote devoto y agradecido. Orgulloso hombre de fe, espiritual y de mundo, que, además, llegó a vestir el uniforme del Ejército colombiano, Luis Alfonso Ruiz Quiroga es una de esas personas cuya trayectoria de vida conforma un rompecabezas con piezas difíciles de encajar. Y no solamente porque a través de ciertas redes sociales siguió presentándose como militar, mientras ejercía ya el sacerdocio en Panamá, cuestión que despistó a más de uno de sus conocidos, sino también porque, oriundo de La Belleza (Santander), desde sus tiempos de seminarista hasta este año, tuvo diferentes grados de relación con al menos dos congregaciones religiosas y cinco jurisdicciones eclesiásticas de Colombia y de otros países. Ninguna de estas sabe dar razón, a ciencia cierta, sobre su vida. Todas ellas fueron consultadas para establecer la siguiente cronología. No todas contestaron, pero buena parte de las que lo hicieron tienen grandes vacíos de información sobre quien fue uno de los suyos, o pretendió serlo.
“No era nuestro”
Nacido en realidad en 1971 (y no en 1980, como lo registra su perfil de Facebook), “de junio de 2000 a junio de 2001” Luis Alfonso Ruiz Quiroga fue seminarista de la Compañía de María o congregación de los padres montfortianos, a manera de postulante en el barrio Belén en Bogotá. Estos dos últimos datos los aportó el superior provincial de dicha institución en respuesta a un derecho de petición, con la siguiente aclaración: “La información sobre fechas es aproximada ya que solo conservamos archivos a partir de la primera profesión religiosa, después del noviciado”. Y añadió: “El vínculo institucional de Ruiz como postulante con la Compañía de María llegó a su fin en junio de 2001 debido a su decisión personal, aduciendo que lo suyo no era la vida religiosa sino la vida diocesana”. Otro religioso de dicha congregación describió a Ruiz “como una persona que no se ubica bien donde está, y huye”.
Lo extraño es que ya a finales de ese mismo año, según información del Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán (Meta), Ruiz fue ordenado diácono por el entonces vicario José Alberto Rozo Gutiérrez, también montfortiano, quien un año después, en junio del 2002, lo hizo sacerdote. Sin precisar fechas, el actual vicario apostólico de Puerto Gaitán, Raúl Alfonso Carrillo, aseguró en respuesta a un derecho de petición que, después de su ordenación sacerdotal, Ruiz fue “enviado al municipio de Cumaribo (Vichada), en calidad de párroco, con deber de asistencia pastoral al batallón que existe dentro de los territorios de dicha parroquia”. Según lo anterior, fue en Cumaribo donde inició su relación con el Ejército en calidad de sacerdote castrense.
Llama la atención que Carrillo nada dice sobre otras funciones que, al parecer, Ruiz llegó a desempeñar a lo largo de aquella primera década del siglo. La información al respecto fue suministrada de manera vaga por el obispo castrense Víctor Manuel Ochoa, quien afirmó que entre el 2003 y el 2009 Ruiz sirvió en calidad de sacerdote no solo al Batallón de Cumaribo, sino también a la Décima Tercera Brigada, con sede en Bogotá, y al Grupo de Caballería Mecanizado Número 18 ‘General Gabriel Reveiz Pizarro’, con sede en Saravena, Arauca.
A juzgar por el tipo de respuesta suministrada por Ochoa, también los datos sobre dichas fechas y lugares ameritan una mayor verificación. Sin embargo, el Ejército Nacional se negó a suministrar información exacta sobre las unidades militares y los periodos en los que Ruiz se desempeñó como capellán castrense, señalando los derechos a la privacidad e intimidad de las personas como argumento para la reserva de los datos. Ahora bien, el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán sostiene que “la información sobre encargos y ejercicio ministerial castrense es competencia del Obispado Castrense”. Pero, al ser consultado para precisar la información, el obispo castrense fue enfático en decir: “Yo no tengo los archivos de él; no depende de nosotros, no era nuestro”. Un punto ciego.
“Se negó a regresar”
En respuesta a un derecho de petición, la Arquidiócesis de Bogotá señaló que “el padre Ruiz Quiroga fue presentado el 16 de enero del 2009 por el vicario apostólico de Puerto Gaitán como sacerdote estudiante de ciencias bíblicas en la Universidad Minuto de Dios”. La carrera no corresponde con información suministrada por el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán. Según este último, el permiso que se le otorgó fue para estudiar psicología en dicha universidad, con la obligación de retornar a su jurisdicción de origen una vez terminados dichos estudios.
Con todo, según Carrillo, el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán le autorizó gestionar un permiso de la Arquidiócesis de Bogotá “para poder ejercer en dicha jurisdicción su ministerio sacerdotal”. Y, en efecto, según la Arquidiócesis de Bogotá, el 20 de mayo del 2009 Ruiz fue nombrado capellán del ancianato Mi Casa, dirigido por las Hermanitas de los Pobres. Al año siguiente, su nombre fue incluido en la página 168 del directorio de dicha Arquidiócesis, en condición de sacerdote “extradiocesano con servicio parcial”.
Entrado el 2012, con el objetivo de certificarse como profesional en ciencias bíblicas, Ruiz entregó a la Uniminuto un trabajo de grado titulado “Aproximación a la pobreza humana desde Mateo 5, 3-10. Acción social desde la Iglesia colombiana”. El texto se encuentra en el repositorio de la universidad. Pero en palabras del actual vicario apostólico de Puerto Gaitán, el sacerdote nunca aportó “constancia de finalización o titulación” con relación a eventuales estudios de psicología y, a partir de ese año, “vencido el permiso para estar por fuera de la jurisdicción eclesiástica del Vicariato Apostólico, se negó a regresar”.
En el 2014, la dirección del vicariato pasó de José Alberto Rozo a Luis Horacio Gómez, quien falleció en el 2016 sin resolver la “situación irregular” en la que se encontraba Ruiz desde el 2012. Proveniente de Zipaquirá, Raúl Alfonso Carrillo fue nombrado nuevo vicario apostólico en abril de ese año. Pasados seis años desde que cogió las riendas de la institución, Carrillo reconoce que en todo este tiempo Ruiz “se ha instalado en otros territorios, en varias oportunidades sin permiso ni licencia del mencionado vicariato para ejercer su ministerio sacerdotal”. ¿Quién debía llamarlo al orden o tomar cartas en el asunto para definir su situación?
Según el canon 392 del Código de Derecho Canónico —ley que rige el destino de la Iglesia católica—, al obispo le corresponde “vigilar para que no se introduzcan abusos en la disciplina eclesiástica”. Precisamente lo que faltó en el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán con relación al caso de Luis Alfonso Ruiz Quiroga desde tiempos de José Alberto Rozo, pasando por el corto período de Luis Horacio Gómez, hasta la actual administración de Carrillo. Al menos diez años en los que el sacerdote se movió de manera “irregular” no solamente en territorios de la Arquidiócesis de Bogotá y del obispado castrense, sino también de jurisdicciones eclesiásticas del exterior.
“Monseñor, puede usted descansar”
En el 2017 Ruiz reaparece en México. Varias publicaciones de Facebook de la Diócesis de Cancún-Chetumal fechadas el 28 de agosto de ese año lo presentan como “párroco de Leona Vicario”. En una foto está rodeado de un grupo de seminaristas. Los mismos que lo acompañaron a entregar ropa en la comunidad del Naranjal, durante momentos de “convivencia y misión”, según dicha jurisdicción eclesiástica. En otra foto aparece rodeado de niños durante una asamblea parroquial.
Otra de dichas publicaciones informa: “En días pasados el padre Luis Alfonso Ruiz Quiroga recibió sorpresivamente y con alegría la visita de monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L. C.”. Y un parroquiano entusiasta comenta en la publicación: “Monseñor, puede usted descansar. La parroquia de Leona Vicario está en buenas manos”.
Las abreviaturas “L. C.” corresponden a los Legionarios de Cristo, congregación religiosa a la que pertenece el obispo. Intervenidos por el Vaticano, en una reacción tardía a los crímenes de su fundador, Marcial Maciel, los Legionarios de Cristo tienen una larga historia de encubrimientos de abusos sexuales contra menores de edad, incluso en Cancún, tal como lo documentó el sociólogo mexicano Fernando González en su libro Pederastia clerical o el retorno de lo suprimido.
En el marco de la investigación para este reportaje, se envió una carta al obispo Elizondo. Además de preguntarle si sabía sobre denuncias contra Ruiz por presuntos abusos sexuales de menores en su jurisdicción, se le preguntó de qué jurisdicción eclesiástica provenía Ruiz al momento de comenzar a desempeñar su ministerio sacerdotal en territorio de la Diócesis de Cancún-Chetumal y si dicha diócesis había recibido el visto bueno de tal jurisdicción para el ejercicio de Ruiz en México. Al momento de levantar este informe periodístico no habían llegado respuestas por parte del obispo mexicano frente a esas y otras preguntas.
En el derecho de petición enviado a Raúl Alfonso Carrillo, se le pidió contestar si “el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán autorizó el ejercicio del señor Ruiz como sacerdote en la Diócesis de Cancún-Chetumal hacia 2017”. Pero, evadiendo la pregunta, Carrillo contestó: “El señor presbítero Luis Alfonso Ruiz Quiroga solicitó permiso en el año 2017 para ir a la ciudad de Cancún (México); la información sobre los encargos o ejercicio ministerial y periodos específicos puede ser consultada a la Diócesis de Cancún-Chetumal”. Nótese que el vicario apostólico no precisa si le dio permiso a Ruiz o no. Al no responder, deja la investigación por segunda vez ante un punto ciego.
Carrillo se ha negado a dar una entrevista para esclarecer varios elementos sobre la trayectoria de Ruiz. En su respuesta al derecho de petición también evita contestar con claridad la siguiente pregunta: “¿Usted, como vicario apostólico de Puerto Gaitán, autorizó a Ruiz para que se desempeñara como sacerdote en México?”. Solo caben dos respuestas: sí o no. Si Carrillo autorizó a Ruiz para que ejerciera el sacerdocio en México, lo hizo a pesar de que este llevaba cinco años en situación irregular dentro del clero. Si Carrillo no lo autorizó, Ruiz fue avalado de modo irregular por el obispo de Cancún-Chetumal para desempeñarse como párroco, sin que el Legionario de Cristo consultara sobre la trayectoria del colombiano a la jurisdicción para la cual este había sido ordenado inicialmente. De cualquier modo, el vicario apostólico de Puerto Gaitán habría podido informarle a Elizondo sobre la irregularidad de la situación en la que se encontraba Ruiz desde el 2012. ¿Lo hizo? Es otra de las preguntas que Carrillo se ha negado a responder.
“Líbranos del mal”
El 26 de mayo del 2018, el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán difundió un video a través de su cuenta de Facebook: “El padre Luis Alfonso Ruiz Quiroga nos regala su testimonio sobre el trato que tuvo con monseñor José Alberto Rozo Gutiérrez. El Padre Luis Alfonso es el primer sacerdote diocesano consagrado por monseñor José Alberto”.
En el video aparece Ruiz, identificándose como sacerdote incardinado en dicha jurisdicción, es decir, como parte del clero de Puerto Gaitán. Vistiendo cuello clerical y hablando desde la parroquia María Auxiliadora, junto a un retrato del primer vicario apostólico de la región, Ruiz se despide de quien lo hizo cura en el 2002 y a quien describe como “un sacerdote que acogió a muchísimos jóvenes que venían de diferentes lugares del país y que en este vicariato han sido consagrados como sacerdotes”. Rozo había muerto días antes y ese sábado se llevaron a cabo sus exequias en la catedral del municipio. Al igual que su sucesor, falleció mientras continuaba la situación irregular en la que se encontraba Ruiz para ese momento.
Al año siguiente, el 19 de mayo del 2019, el programa periodístico Séptimo Día se refirió a Luis Alfonso Ruiz Quiroga como “supuesto sacerdote”, al emitir el capítulo “Líbranos del mal”. Para entonces, Ruiz se encontraba nuevamente en Bogotá y, según el programa, colaboraba con el autodenominado “predicador católico” Rodrigo Escallón Domínguez, quien, sin autorización de la Arquidiócesis de Bogotá, dirigía una comunidad religiosa no avalada por las autoridades del catolicismo, a través de la cual prometía milagros y sanaciones, mientras recaudaba dinero de sus clientes. Ese año, Ruiz elevó una acción de tutela con el fin de que el programa periodístico rectificara, pues, según él, sí ostentaba la condición de sacerdote y, aunque no pertenecía a la Arquidiócesis de Bogotá, sí contaba con autorización “para ir a otras jurisdicciones a servir”.
Según Rubén Darío Bravo, quien fungió como su abogado, “el Juzgado 36 Penal del Circuito tuteló los derechos del padre Luis Alfonso Ruiz Quiroga”, al resolver que el director del programa Séptimo Día debía aclarar que “el accionante sí es sacerdote incardinado del Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán, Meta, como lo certifica el Vicario Apostólico Raúl Alfonso Carrillo”. En el texto judicial citado, se incluye el siguiente fragmento: “El vicario apostólico informó que el padre Luis Alfonso Ruiz Quiroga es sacerdote de su vicariato, está en tránsito en Bogotá con las licencias pertinentes, pero sin licencia de permanencia en ninguna jurisdicción eclesiástica de Colombia”.
Refiriéndose al episodio en respuesta al derecho de petición, Carrillo confirmó que “durante la anualidad 2019 el señor presbítero Luis Alfonso Ruiz Quiroga se encontraba en situación irregular”. Pero en ese entonces nadie hizo mayores preguntas al respecto. Séptimo Día rectificó y Ruiz siguió como rueda suelta dentro de la Iglesia católica, con un estilo de vida que no solo confundía a periodistas, sino también a varios de sus conocidos. El 16 de julio el sacerdote anunció en Facebook que iniciaba un nuevo trabajo como psicólogo y como miembro del Ejército colombiano. Cinco días después puso como imagen de perfil en dicha red social una fotografía en la que aparece vistiendo prendas militares, a la manera de capitán del Ejército.
Un testimonio inédito sobre acoso
En respuesta a un derecho de petición, el Ejército Nacional informó que Ruiz “no ostentó grado del escalafón militar conforme al artículo 27 del decreto ley 1790 de 2000”. Esto quiere decir que nunca fue capitán en servicio activo. ¿Es posible que el sacerdote haya sido “capitán de los profesionales oficiales de la reserva” con derecho a portar el uniforme? Así se presentó a través de un video de su canal de YouTube publicado en septiembre del 2019, en el cual aparece nuevamente vistiendo cuello clerical, junto a dos fotografías en las que se le ve uniformado.
Según un video institucional de las Fuerzas Militares de Colombia, el cuerpo de profesionales oficiales de la reserva está conformado por “hombres y mujeres que de manera voluntaria prestan su servicio a la patria a través de actividades sociales en pro del fortalecimiento de las relaciones entre la población civil y las fuerzas militares”. Miles de personas que, al decir de la entidad, “aportan en diferentes áreas de conocimiento, entregando su tiempo sin cobrar”.
Al Comando General de las Fuerzas Militares fue remitida una solicitud de información para corroborar si, en efecto, Ruiz ostentaba el grado de capitán de los profesionales oficiales de la reserva para septiembre del 2019. Al momento de escribir estas líneas, no había todavía una respuesta por parte de la institución. Lo que sí se pudo establecer en el marco de esta investigación es que existe al menos un testimonio sobre presuntas formas de violencia sexual por parte de Ruiz, en las que este habría pretendido aprovecharse de su relación con el Ejército colombiano. Según la fuente protegida, Ruiz le habría exigido favores sexuales a un joven a cambio de ayudarlo a ingresar a la institución para cursar la carrera como suboficial.
“Pido excusas, pero…”
Ruiz reaparece el 4 de abril del 2020 presidiendo una eucaristía, transmitida a través de Paulinos Panamá, una cuenta de Facebook relacionada con la misma institución religiosa que al año siguiente informó a través de su sitio web Cooperadorpaulino: “El pasado 19 de octubre de 2021, el padre Luis Alfonso Ruiz Quiroga hizo su tercera renovación de votos por un bienio en el Instituto Jesús Sacerdote. Actualmente, brinda su servicio pastoral en la Arquidiócesis de Panamá”.
Gustavo Nova, vicario de la provincia Colombia-Ecuador-Panamá de la Sociedad de San Pablo y delegado del Instituto Jesús Sacerdote, explicó durante una entrevista que dicho instituto “está constituido por sacerdotes seculares que pertenecen y dependen de un respectivo obispo y que desean vivir el espíritu paulino”. De modo que, en rigor, no son miembros de la Sociedad de San Pablo. “Esa vinculación espiritual es como el vínculo con el Instituto”, añadió Nova, quien dijo haber conocido a Ruiz en el 2018, durante un retiro espiritual llevado a cabo en Bogotá y que en ese momento “estaba prestado al vicariato castrense”. Este último dato no coincide con la información suministrada por el obispo castrense Víctor Manuel Ochoa, quien aseguró que la relación de Ruiz con su jurisdicción tuvo lugar entre el 2003 y el 2009, aproximadamente. Al darle a conocer dicha contradicción y pedirle precisar cuál era la relación de Ruiz con el Ejército hacia el 2018, Nova contestó: “El tiempo no me quedaba para yo estarle preguntando detalles. Me gustaba, más bien, precisar sobre si asumía el método de nuestra espiritualidad”. Otro punto ciego.
Según Nova, Ruiz pudo haber conocido a los paulinos en el 2016, a través del padre Vicente Miotto, y desde ese año pidió la vinculación al Instituto Jesús Sacerdote. De ahí hasta la tercera renovación de votos, celebrada en octubre del 2021, todo es vago en sus declaraciones. El delegado del instituto nunca aportó fechas sobre cuándo se dieron las renovaciones anteriores. Adujo que la información era privada y que evitaría incurrir en “abuso del sigilo”. Solo agregó que fue el mismo arzobispo de Panamá quien le informó sobre la situación jurídica de Ruiz, cuando la denuncia por violencia sexual contra un menor ya había trascendido. “No sabía nada de tales desvíos y vergonzosa situación”, se limitó a comentar. “Pido excusas, pero él es el que debe asumir”.
“La justicia ha fallado”
Cuando el pasado 7 de julio la juez de garantías del Primer Circuito Judicial de Panamá, Meylin Jaén, validó un acuerdo de pena para que en lugar de reclusión en centro penitenciario Luis Alfonso Ruiz Quiroga pagara su condena a través de labores de limpieza y de cuidado de adultos mayores en el Centro de Orientación Integral San Juan Pablo II, estalló un movimiento de rechazo contra la medida.
“Es vergonzoso y reprochable que nuestro sistema judicial le haya otorgado trabajo comunitario a un criminal condenado por actos libidinosos contra un menor de edad. La justicia les ha fallado tanto a la víctima como a la población”, declaró a El Siglo de Panamá José Luis Delgado, fundador de la Coordinadora Nacional por la Familia.
El 14 de julio un tribunal de apelaciones, finalmente, revocó la medida de trabajo comunitario y confirmó la sentencia de cinco años de prisión contra Ruiz. Al margen quedó la expresión del arzobispo Ulloa registrada por el mismo medio de comunicación: “Llevo la carga de todo lo que pueda suceder”.
“¿Autorizó el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán el ejercicio sacerdotal del señor Ruiz en la Arquidiócesis de Panamá?”, se le preguntó a Raúl Alfonso Carrillo mediante el derecho de petición. Su respuesta, una vez más, fue evasiva: informa que, en efecto, el sacerdote pidió autorización para ir a la Ciudad de Panamá y que desde el 2020 se encontraba adelantando trámites para la incardinación a la Arquidiócesis de Panamá, pero evita esclarecer si Ruiz contaba o no con permiso suyo. “¿Dio fe el Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán de la idoneidad del señor Ruiz para ejercer el sacerdocio en Panamá?”, fue otra de las preguntas formuladas y he aquí la respuesta de Carrillo: “Nunca fue solicitada expedición de certificación o información de idoneidad”.
Según el Código de Derecho Canónico, dicha certificación es requisito en medio de todo proceso encaminado a que un sacerdote sea incardinado a una nueva jurisdicción, es decir, para pertenecer al clero de otro lugar. Ese proceso requiere, por lo menos, cinco años. Mientras tanto, el sacerdote sigue siendo parte de su jurisdicción de origen. Ante la supuesta omisión del arzobispo Ulloa, Carrillo bien habría podido informarle al responsable de la Arquidiócesis de Panamá sobre la situación irregular en la que se encontraba Ruiz al menos desde el 2012. ¿Lo hizo? Otra pregunta que queda abierta para el vicario apostólico de Puerto Gaitán al momento de escribir estas líneas.
Esta cronología sobre el caso de Luis Alfonso Ruiz Quiroga pasa por la eucaristía que presidió el 25 de julio de este año. El video de la ceremonia se conserva en el canal de YouTube de la parroquia Espíritu Santo de la Arquidiócesis de Panamá. “¿Qué hacemos nosotros ante propuestas indecentes que nos llegan a nuestra vida y, de seguro, muchas veces toleramos?”, preguntó durante el sermón.
Al día siguiente, un adolescente de otra parroquia opuso resistencia a los intentos de abuso por parte del sacerdote. La denuncia del joven reveló una larga historia de irregularidades que le permitió a Ruiz llegar hasta su víctima.