En el gremio de la prensa deportiva el nombre de Carlos Lajud genera rabia y miedo. Hace poco se filtró que pasará de jefe de prensa de la Dimayor a ese mismo cargo en la Federación Colombiana de Fútbol. Un ascenso para el que más ha cuidado la imagen de Ramón Jesurún.
18 de septiembre de 2022
Por: Laila Abu Shihab Vergara / Ilustración: Angie Pik

Chantaje con acreditaciones. Acoso sexual. Maltrato físico y verbal. Censura y presión para borrar mensajes críticos en las redes sociales. Cualquiera pensaría que al dueño de un historial con esas acusaciones, en lugar de obtener un ascenso, se le cerrarían las puertas en el mundo laboral. 

Pero en el fútbol colombiano cualquier cosa puede pasar. 

Cualquier cosa. Desde que los dirigentes Ramón Jesurún y Álvaro González Alzate sigan tranquilos en sus cargos, pese a haber sido condenados y sancionados por integrar una red de corrupción y reventa de boletas de las eliminatorias al Mundial de Rusia-2018, hasta que alguien que durante años ha sido conocido como enemigo de la prensa, y además tiene encima denuncias por violencia de género, llegue a la dirección de comunicaciones de la entidad que rige a este deporte.  

El pasado 26 de agosto se filtró la noticia que muchos temían en el gremio del periodismo deportivo: Carlos Lajud pasaría de ser el jefe de prensa de la Dimayor a ocupar esa posición en la Federación Colombiana de Fútbol (FCF). Un premio para el hombre que probablemente más ha cuidado la espalda de Ramón Jesurún, atornillado en la silla de la presidencia de la FCF desde que en 2015 reemplazó en el cargo a Luis Bedoya, quien se entregó a la justicia de Estados Unidos cuando estalló el escándalo del FifaGate y se declaró culpable de fraude en transferencia bancaria y conspiración de soborno.

La noticia del ascenso de Lajud alborotó el avispero en las redes sociales. Que a ese cargo llega “el tipo que más maltrata a la prensa, en especial a las mujeres”. Que es “un retroceso”. Que es el colmo que ahora muchos guarden silencio, cuando en otros casos de violencia contra las mujeres “sí sacaron al Bolillo y vetaron a [los jugadores] Villa y Armero”. Que es “un censurador y se aliaba con los clubes para perseguir periodistas”. Que es “arrogante y altanero”. Que “hacía bien la tarea” en Dimayor vetando a quien se mostrara crítico de esa organización.

¿Quién es realmente Carlos Lajud? ¿Por qué tantos mensajes y quejas por el nombramiento de alguien en un cargo aparentemente secundario dentro del organigrama de la Federación? ¿Por qué es de interés público este tema? Vorágine conversó con 14 periodistas deportivos, de medios nacionales e internacionales, pequeños, regionales y que solo cubren a un club específico, y encontró mucha rabia, y mucho miedo. 

Hijo de tigre no siempre sale pintado 

Carlos Alfonso Lajud Martínez nació en Barranquilla en 1986. Es el menor de los cinco hijos del reconocido periodista Carlos Lajud Catalán, asesinado de dos balazos en la mañana del 19 de abril de 1993 antes de llegar a la sede de las Emisoras ABC, en la capital del Atlántico. Lajud Catalán ejercía en ese momento, según sus colegas, “un periodismo suicida”, pues no solo informaba sobre la actualidad deportiva sino que denunciaba la corrupción y los nexos de la clase política y empresarial con el narcotráfico. Veintinueve años después, el crimen, que prescribió en 2013, sigue en la impunidad.

Lajud Martínez no fue el único de los hijos que heredó el amor por el periodismo de su padre. De hecho, su medio hermano mayor, Carlos José Lajud Llanos, tuvo que abandonar Colombia en 2002 por unas investigaciones sobre las FARC y el ELN que publicó en el canal CityTV, y hoy vive en el exilio en Canadá. 

Lo curioso es que el protagonista de esta historia hoy se hace llamar en las redes sociales como su padre, Carlos Lajud Catalán, pese a ser un periodista muy distinto, conocido no precisamente por denunciar lo que está mal sino por tratar de silenciar al que denuncia.

En 2004, Carlos Alfonso Lajud inició su carrera como periodista deportivo en el Noticiero CM&, luego trabajó en una empresa llamada Producciones Grand Slam y en 2011 dio el salto a RCN Televisión. Es en ese canal, en el que trabajó hasta 2017 y llegó a presentar la sección de Deportes, donde aparecen las primeras denuncias en su contra.

Cuatro de las periodistas con las que habló Vorágine, que trabajaron allá en distintos momentos, aseguraron que se vieron sometidas de forma constante a maltratos verbales y psicológicos por parte de Lajud, y una de ellas denunció que el periodista también la acosó sexualmente no una vez, sino en varias ocasiones. 

A todas las une, además, el pánico de que Lajud sepa quiénes son y “use su poder” para que pierdan su empleo. Por eso accedieron a hablar con este medio, pero bajo reserva. “Ya bien duro nos toca a las mujeres para que dejen de considerar que solo podemos ser una cara bonita en el periodismo deportivo, para que ahora por su culpa nos quedemos sin oportunidades”, comentó una de ellas. 

Las quejas en contra de Lajud, muchas de las cuales terminaron en el departamento de recursos humanos del canal, incluyen que les borrara las notas que enviaban cuando trabajaban fuera de Bogotá o que las editara de forma que pareciera que ellas se habían equivocado en algo. Luego, según ellas, las intimidaba y amenazaba para que no fueran “sapas” y se quedaran calladas. Solo un par de veces le llamaron la atención al periodista, pero más allá de eso, nunca pasó nada.

Las denuncias de violencia de género 

Soraya, a quien llamaremos así porque la aterroriza dar su verdadero nombre, no es de Bogotá y llegó al canal RCN en pleno Mundial de Sudáfrica 2010 para hacer sus prácticas. Estaba feliz, convencida de que era el primer escalón para cumplir su sueño de ser una periodista deportiva reconocida. Pero la emoción duró muy poco.

“Yo cogía tres buses para llegar y tres buses para irme y me acostaba siempre muy tarde porque me estaba quemando las pestañas por esa oportunidad, pero un día las notas que yo dejaba preparadas comenzaron a desaparecer y me regañaban por eso. Al principio pensaba que era mi culpa, pero luego me di cuenta de que no lo hacía solo conmigo y a otras compañeras también se las borraba”, cuenta a través del teléfono. 

Cuando Soraya decidió encarar a Lajud, luego de que un día le oyó decir en un pasillo que ella era “muy bruta”, la respuesta del periodista fue decirle que se tranquilizara, que eso podían “arreglarlo de otra manera”. Y lo peor ocurrió unos meses más tarde, una noche en que después de salir a tomarse unas cervezas en grupo, ella y otra compañera se montaron con él en un taxi, porque se había ofrecido a acompañarlas a los lugares donde se alojaban. 

“Yo estaba muy contenta porque había hecho varios casting y me habían dicho que querían que fuera la corresponsal de deportes en mi ciudad, así que estaba de celebración”. Cuando su colega se bajó, Soraya dice que se dio cuenta de que Lajud hizo que el taxista se desviara, tras lo cual empezó a tocarla e intentó besarla a la fuerza. La respuesta de ella fue frenarlo en seco, exigirle respeto. “Esa noche me la pasé llorando”.

Soraya no pasó el casting y regresó a su ciudad. Y un día que Lajud viajó por un partido y quiso verla pero ella se negó, el periodista le escribió un mensaje que todavía le produce escalofríos: “¿Sí ve? Si usted se porta bien conmigo yo la ubico bien, usted se va a quedar allá pero a las que se portan bien conmigo las puedo meter donde yo quiera”. 

La periodista comenzó a pasar hojas de vida para trabajar en Bogotá y muchas veces la llamaron para decirle que les interesaba su perfil y querían entrevistarla o directamente contratarla, pero de repente, de un momento a otro, la vacante se la daban a otra persona. Lo ha intentado en varios medios nacionales e incluso tuvo una oportunidad en la Dimayor. En vano.  

“Acuérdate que si no pasas por aquí, no te va a salir nada”, le dijo Lajud cuando se encontraron en la Copa América de Chile, en 2015. Soraya conserva todos los mensajes. No ha podido conseguir un trabajo estable y bien pago en lo que le gusta. Es mamá de una niña de cuatro años y fue diagnosticada con depresión, por lo cual sigue un tratamiento psiquiátrico. Su sueño sigue siendo el mismo, pero cada vez lo ve más lejano. “Yo ya tengo más de 30 años y cada vez hay más periodistas jóvenes en los medios cubriendo deportes, cada vez es más difícil. Ahora estoy pensando en montar un sanduchería en mi casa”, explica con resignación y tristeza. 

En 2015, cuando Lajud todavía trabajaba en RCN, el gremio se enteró de que su entonces pareja, también periodista deportiva, que ya no quiere revivir el dolor de ese momento y por eso no habla con la prensa al respecto, lo denunció por violencia física y psicológica. Pero eso no pasó del escándalo de unos días y, en 2017, Carlos Alfonso Lajud fue contratado como jefe de prensa de la Dimayor, a cargo de todo el fútbol profesional colombiano.

A partir de ese momento, según cuentan algunas de las periodistas que se atrevieron a criticar a Lajud por golpear a su exesposa, a ellas se les comenzaron a cerrar las puertas de las ruedas de prensa y los estadios.

Las denuncias de censura

Alejandro Pino Calad es director del diario gratuito Publimetro y uno de los periodistas deportivos más reconocidos de Colombia. Lleva años denunciando la corrupción en el fútbol sin eufemismos y sin pelos en la lengua, porque ya no le teme a ser vetado o a quedarse sin empleo. Lo peor que podía pasar en ese sentido ocurrió en 2016, cuando era director de golcaracol.com y asegura que lo despidieron por una orden que llegó de la misma Federación, dado que cada vez era más crítico de la gestión de los dirigentes. Se había vuelto un periodista muy incómodo para el canal que tiene los derechos exclusivos de transmisión de los partidos de la Selección Colombia por televisión.

Para Pino, “el arma de censura de Lajud es la acreditación de prensa”, una decisión que en teoría está en manos de cada club de fútbol, pero que en la práctica siempre termina en su escritorio. 

Como saben que es una voz escuchada y respetada por muchos y que no le tiembla la voz para denunciar lo que ocurre, a Pino le llegan permanentemente mensajes y cartas de comunicadores de medios pequeños que se quejan porque se quedaron sin acreditación para cubrir los distintos torneos. También lo buscan muchos periodistas, sobre todo de medios de nicho que cubren a un solo equipo, para denunciar que los “aprietan” para no hablar mal de la Dimayor o de Win Sports, el canal dueño de los derechos de televisión del fútbol profesional y cuyo 50% le pertenece a la organización Ardila Lülle. 

“Y si uno les pide a los jefes de prensa de los clubes que respondan por eso, porque se supone que las acreditaciones las entregan ellos, dicen que no pueden, que lo sienten mucho pero eso lo maneja Lajud en la Dimayor”, afirma el director de Publimetro, que también ha tenido que pelear por credenciales para algunos de sus fotógrafos. “Eso lo hace con periodistas que no son famosos ni poderosos”. 

En 2019, por ejemplo, un medio del Atlántico llamado Zona Cero contó cómo Lajud sacó a empujones a uno de sus fotógrafos de la gramilla del estadio Metropolitano de Barranquilla, en el momento en que iba a tomar la foto de la formación de los equipos.

En la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) hay reportados dos casos de periodistas que justamente ese año denunciaron que les habían retirado las credenciales sin explicaciones. El primero aseguró que tras una rueda de prensa posterior a un partido Millonarios vs. Bucaramanga, un miembro de la Dimayor se le acercó para retirarle la acreditación, según él, por órdenes de Carlos Lajud. El argumento fue que el periodista se había tomado una foto con el técnico de Millonarios y la había subido a sus redes sociales, pero eso no dejó tranquilo al periodista y pidió una mejor explicación a través de una carta. Sigue esperando la respuesta.

El otro caso documentado por la FLIP es el de un periodista que viajó a Barranquilla a cubrir un partido Junior vs. Pasto y no pudo hacer su trabajo porque el jefe de prensa del Junior le mostró una captura de pantalla de una conversación con Lajud, en la que este último daba la orden de que no lo dejaran entrar al estadio pues su acreditación había sido suspendida. Cuando el periodista exigió respuestas y llamó a Lajud, este le respondió que no tenía por qué darle explicaciones ya que el fútbol “es un espectáculo privado”.

Un argumento que para la FLIP no es válido. Como lo ha expresado en múltiples oportunidades, “los derechos de transmisión de los partidos no pueden convertirse en una excusa para censurar a la prensa”. Según esa organización, “las decisiones de retirar las acreditaciones de los periodistas resultan desproporcionadas” pues la Corte Constitucional estableció, en la sentencia T-498 de 1994, que “los clubes deportivos son organismos de derecho privado pero cumplen funciones de interés público y social”. Mejor dicho: al excluir del cubrimiento de todo lo que rodea al evento deportivo a un medio, “se afecta la pluralidad de información y opinión que se debe garantizar en toda sociedad democrática”.

Pino Calad tiene otra manera de explicarlo. “Ellos se escudan en que la Dimayor es una empresa privada y son los dueños de los derechos, y eso es cierto, pero es la excusa cada vez que tienen problemas, cuando necesitan plata y se la tienen que pedir al gobierno de turno ahí sí el argumento es otro, que los estadios son públicos y es un espectáculo masivo. Eso es absurdo”.

¿Qué une a los periodistas, fotógrafos y camarógrafos que afirman que de un momento a otro se quedaron sin acreditación para cubrir el fútbol profesional, por órdenes de Carlos Lajud? 

Que en algún momento hicieron preguntas incómodas o cuestionaron a los dirigentes de los clubes, la Dimayor o la Federación. 

En agosto de 2021, el presidente de la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos (ACORD), Faiver Hoyos Hermández, le envió una carta al presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, para quejarse por lo que consideró discriminación en la entrega de acreditaciones durante la emergencia sanitaria producida por la pandemia de Covid-19. En el documento, que Vorágine tiene en su poder, se expresa también la preocupación del gremio por las arbitrariedades que puedan surgir por la forma en que la Dimayor decida, discrecionalmente, cómo entregar las credenciales de prensa.

“A los periodistas deportivos nos preocupa la posición de la Dimayor cuando afirma que “el derecho de admisión es potestad total de los clubes y la Dimayor, como organizadora del fútbol profesional colombiano”. ¿Quiere esto indicar que si un directivo de uno de los clubes por A o B circunstancia no comparte X o Y comentario de un periodista de su ciudad, puede negar la admisión de ese periodista al estadio? Situación que ya se ha venido presentando en las ciudades de Ibagué, Manizales y Bucaramanga”, se lee en la carta. 

La lista negra de periodistas y la cacería de trinos

Dentro de los 14 testimonios de periodistas deportivos que Vorágine recogió para escribir esta historia, hay siete que coinciden en afirmar que Carlos Lajud los obligó a borrar una foto publicada en sus redes sociales personales, con el argumento de que los derechos exclusivos de las imágenes que se tomen dentro de los estadios son de la Dimayor. También hay dos personas que denuncian haber sido obligadas a borrar trinos críticos con algún dirigente. 

Una de esas periodistas recibió un día una llamada en la que amablemente la invitaban a eliminar un mensaje y pedir disculpas por haber cuestionado el machismo de los dirigentes y el escaso apoyo a la Selección Colombia femenina. Era la única forma de no tener problemas en su trabajo.

“Lo de las protestas de las jugadoras durante la Copa América femenina ha sido la kriptonita. Creo que ni siquiera lo de la reventa de boletas en 2018 ha puesto tan nerviosos a los dirigentes -añadió en la conversación con Vorágine-. Me da mucho miedo tener problemas por hablar pero lo hago porque siento que el día que me obligaron a borrar ese trino pisotearon mi dignidad como periodista. Quiero que de alguna manera mi voz se sienta porque esto que me pasó no se lo deseo a nadie”.

Según ella y tres periodistas más, Lajud a veces llevaba a las asambleas de la Dimayor listas de trinos de periodistas críticos, uno de ellos, Alejandro Pino Calad.

“En una asamblea de la Dimayor presentaron trinos míos. Eso es ponernos un ‘Inri’, que nos conviertan en enemigos. En vez de hacer su trabajo, que es ser un puente entre la Dimayor y la prensa, Lajud se dedica a cazar trinos”, explicó una periodista que trabaja en Bogotá y también pidió no ser identificada en esta historia. 

Vorágine les preguntó a dos presidentes de equipos profesionales si lo de los trinos en las asambleas era cierto y lo negaron.

Un periodista independiente recuerda todavía cómo fue que el 24 de enero de 2018, durante el sorteo de las competencias de la Dimayor de ese año, Lajud se le acercó y le susurró al oído una frase amenazante: “Cuidado con lo que publica en Twitter”

Tal vez por eso Mauricio Gordillo, editor de contenidos de LosMillonarios.net, define al barranquillero como una persona autoritaria. “El tipo hace de todo para que uno no pueda trabajar bien, para que uno no hable. Y al que use en lo más mínimo el derecho a refutar algo, de una vez lo amenaza con quitarle la escarapela”, señaló a Vorágine.

Y a otra periodista dejó de responderle por hacer su trabajo: preguntar por un dato que no estaba claro. “La Dimayor puso un trino hablando de un dinero para la Liga Femenina y eso me pareció muy raro porque ya había un anuncio previo del Ministerio del Deporte. Yo le pregunté a Carlos si era adicional y me dijo que no. Contrasté la información porque es mi deber y varias futbolistas se emocionaron con el anuncio de la Dimayor de que habría más plata, pero al final no era así. Él dejó de hablarme desde que publiqué eso, me volví una persona non grata”. 

Con el tiempo, ella se cansó de rogar para que la metieran en la base de datos de la Dimayor y entendió que Ramón Jesurún no le iba a pasar al teléfono. 

“El celador” o “la niñera del terror”

Hay una anécdota que varios periodistas que cubren a Santa Fe y Millonarios recuerdan con humor y que retrata de alguna manera el talante de Carlos Alfonso Lajud Martínez. El famoso narrador y periodista tumaqueño Paché Andrade lo llamaba “el celador” en sus narraciones desde El Campín hace unos años, porque siempre pasaba revista muy serio por todas las cabinas de prensa. Cuando se supo la noticia de su nombramiento en la Federación, Andrade no ocultó su tristeza

Carlos Lajud ha visto pasar a tres presidentes de la Dimayor desde que llegó a esa entidad: Jorge Perdomo, Jorge Enrique Vélez y Fernando Jaramillo. ¿Por qué entonces intimida a la prensa cuando hablan mal de Jesurún? “Porque Lajud es su consentido y porque nadie como él, que también es barranquillero, le ha cuidado tanto la espalda. Yo lo llamo la niñera del terror”, expresa un periodista. 

Por la gravedad de las acusaciones contra Lajud, Vorágine trató de comunicarse con él durante cuatro días seguidos, pero nunca respondió. 

En 2017, cuando lo nombraron jefe de prensa de la Dimayor, el comunicador le dijo a Pulzo.com que con él, los medios podrían esperar “tener la información a la mano, que todos accedan a ella, que sea oportuna, colaborarles y servirles en lo que necesiten, que es lo más importante”. Y en un perfil suyo que aparece en el periódico El Colombiano aseguró que en todos sus trabajos trabaja basándose en “el respeto, la responsabilidad y teniendo como principio fundamental la ética profesional”.

Han pasado tres semanas desde que la noticia de que sería el nuevo director de comunicaciones de la Federación Colombiana de Fútbol se filtró en redes sociales. Sin embargo, ni la FCF ni Lajud han confirmado el nombramiento. “Tal vez tantas críticas por fin los tienen pensando”, contó una de las periodistas. “Yo hablé con algunos miembros del comité ejecutivo de la FCF para decirles que me decepcionaba el nombramiento y lo peor es que me dijeron que sabían que había golpeado a su exesposa, pero como es un protegido de Jesurún no había nada que hacer en ese caso”, dijo otra.

Tanto silencio empieza a hacer ruido. La única pista de que el nombramiento se haría efectivo es la renuncia, dos días antes de la publicación de esta historia, de un periodista que llevaba seis años en la Federación y para muchos estaba llamado a ocupar ese cargo

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