Aunque el hoy precandidato presidencial insiste en que se trató de un error, una curtida exfiscal de Crimen Organizado asegura que Gustavo Villegas se reunía con los cabecillas de la Oficina de Envigado para que bajaran o aumentaran los niveles de violencia.
9 de enero de 2022
Por: Vorágine
Secretario de seguridad de Fico Gutiérrez

El 4 de julio de 2017 fue capturado, por sus nexos con la Oficina de Envigado, Gustavo Villegas, secretario de Seguridad del entonces alcalde de Medellín Federico Gutiérrez (2016-2019). Cincuenta y cuatro meses después, el ahora precandidato presidencial de la coalición de derecha Equipo por Colombia desmintió los delitos por los que acusaron a Villegas y presentó su propia narrativa al respecto. 

«Lo capturaron y tuvo que pagar unos meses de cárcel porque no denunció una extorsión de la que era objeto su empresa familiar, y él, siendo secretario de Seguridad, no denunció una extorsión y por eso llegó a la cárcel. Otros sectores salieron a decir que tenía relaciones con la Oficina (de Envigado)», le dijo Gutiérrez a La W el 16 de diciembre de 2021.

En esa misma entrevista el político antioqueño, quien mientras fue alcalde tuvo como vecino en su unidad residencial a alias ‘Reseco’, un capo del Clan del Golfo, explicó el delito que cometió su secretario, pero diciendo que fue un error: «Por no haber denunciado una extorsión de 150.000 pesos le secuestraron un camión que proveía productos a unos barrios en Medellín. Es una práctica de las estructuras criminales: secuestran un camión, llaman a los dueños, ‘si no me da tanto no devolvemos ni el camión, ni el conductor, ni el producto’. No lo denunció y, como secretario de Seguridad, se puso a hacer la gestión él, a buscar cómo solucionar el problema y ahí lo cogieron en ese error y eso fue lo que pasó».

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Otra es la versión de Claudia Carrasquilla Minami, exfiscal nacional contra el Crimen Organizado, quien fue la encargada de notificar a Gustavo Villegas de su captura por concierto para delinquir agravado. Hace varios meses, Carrasquilla contó cómo fue ese momento. Lo hizo para el libro Este es el cordero de Dios de Juan Pablo Barrientos, pues ella es la abogada del sobreviviente que fue abusado sexualmente e inducido a la prostitución por una treintena de sacerdotes de la Arquidiócesis de Villavicencio.

El testimonio de Carrasquilla en el libro de Barrientos

Claudia Carrasquilla trabajó seis años como fiscal de Crimen Organizado, hasta 2016, y en ese lapso logró capturar al menos a unos mil delincuentes en Medellín, Valledupar, Santa Marta y Barranquilla. Todos ellos, miembros de estructuras muy peligrosas. Al Clan del Golfo les quitó, por ejemplo, la caja menor, unos veintisiete mil millones de pesos, y capturó a muchos integrantes del círculo más cercano de alias ‘Otoniel’, el máximo cabecilla, como su esposa, los cuñados, el hermano, testaferros, abogados y contadores.

En septiembre de 2016 asumió la dirección de la Fiscalía General de la Nación Néstor Humberto Martínez Neira. A los pocos días, Claudia recibió una llamada de la directora administrativa y financiera de la Fiscalía, quien le dijo que le iban a notificar una resolución. Pensó que la habían echado, pero cuando se presentó, estaban reunidos la subdirectora, la directora administrativa y el director del CTI, quienes le confirmaron que había sido nombrada directora de Fiscalías encargada.

El alcalde de Medellín era Federico Gutiérrez, quien había nombrado, como secretario de Seguridad, a Gustavo Alberto Villegas Restrepo. Cuando Claudia asumió su nuevo cargo, otro fiscal se le acercó y le contó que contra Villegas tenían una investigación muy adelantada y fuertes indicios de que el secretario estaba vinculado con grupos delincuenciales de la ciudad. «¿Qué hacemos doctora? Sobre todo, porque usted se la pasa reunida con él y los demás dirigentes de la Alcaldía», le preguntó el funcionario. «Pues déjeme y consulto con el fiscal general», respondió ella.

La abogada acudió a la oficina del fiscal general y le contó de la investigación. Después de escucharla, Martínez Neira le preguntó: «¿Están seguros de toda la información que tienen?». Claudia le respondió: «Sí, tenemos toda la información y se va a pedir la orden de captura». El fiscal autorizó seguir con el proceso. Días antes habían capturado a uno de los cabecillas del combo delincuencial La Terraza, organización muy cercana a alias ‘Douglas’, el capo con el que estaba vinculado Villegas. «Yo te lo voy a decir de frente, pero estoy muy asustado porque dicen en la audiencia que el que sigue soy yo», le dijo Gustavo Villegas por teléfono a Carrasquilla cuando llamó a preguntarle por su caso. Ella no podía contarle los pormenores de la investigación, pero como todavía no había salido la orden le dijo una mentira piadosa, salpicada de verdad, para no desestabilizarlo emocionalmente: «Gustavo, en este momento no hay orden de captura contra usted».

Lo que vino después fue muy doloroso para la fiscal. «A los ocho días sacamos la orden de captura. A mí me encomiendan la misión de ir a notificarlo. Yo ni siquiera soy policía judicial, pero por la persona que era y lo que implicaba, me tocó. Me fui para la Alcaldía. Cité al alcalde y al secretario Villegas. Les mostré la orden de captura y, con la policía judicial, hice que Gustavo me acompañara. El alcalde se molestó mucho y exigió explicaciones. Le contesté que Gustavo Villegas lo había manipulado, que él intervino para que se favoreciera a ciertos grupos delincuenciales de la ciudad. Le dije que el señor Villegas se reunía con los cabecillas para que bajaran o aumentaran los niveles de violencia. Que por eso el cuento de la pacificación de Medellín era toda una farsa», cuenta Claudia, quien estimaba a la persona que era Villegas, pero tenía que cumplir con su deber.

«Federico me decía que eso era imposible. Pero todo estaba bien argumentado con los testimonios de los testigos, las interceptaciones y los seguimientos. Fuimos para las audiencias, dimos la rueda de prensa. Fueron momentos bastante incómodos porque yo apreciaba a Gustavo. Es un excelente ser humano, muy caritativo, muy amable, le ayudaba a la comunidad. Y entonces, pasar de sentarme con él en las reuniones de seguridad, y luego tener que capturarlo. Eso fue muy duro», explica.

En la audiencia, a Claudia se le salieron las lágrimas. Ver a quien había sido su aliado, su amigo, en esas circunstancias, le partía el corazón. Prefirió no estar presente y se refugió en una sala alterna, solitaria. Gustavo Villegas amaba el deporte y, sobre todo, le gustaba el ciclismo. Patrocinaba a jóvenes talentos y conocía a varios empresarios de bicicletas. Como a ella también le gustaba el deporte, le pedía al secretario de Seguridad que le ayudara a conseguir buenas bicicletas, con descuento, y él lo hacía. También hablaban de repuestos, de rutas, de carreras.

Después de esa captura, en la Alcaldía de Medellín se distanciaron de la Fiscalía. Ya no había un trabajo conjunto como antes, todo porque alguien le había sugerido al alcalde que él sería el próximo capturado y que Carrasquilla estaba detrás de la investigación que buscaba ponerlo preso. Ella le explicó a Federico Gutiérrez en una reunión que la justicia no era personal y que contra él no había ninguna investigación. Llegaron a un entendimiento y, con más razón que sentimiento, volvieron a trabajar de la mano hasta junio de 2017, cuando la fiscal dejó el cargo.

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Gustavo Villegas, más allá de Fico Gutiérrez

Los señalamientos contra Gustavo Villegas por su estrecha relación con las mafias de la ciudad datan de 2008. En ese año, Villegas trabajaba en la alcaldía de Alonso Salazar. Era el director de los Juegos Deportivos Suramericanos que se realizaron en la ciudad en 2010. «Le solicité la renuncia cuando salió implicado por su relaciones con Felipe Sierra, que a su vez tenía tratos con el general (Marco Antonio) Pedreros y (el exfiscal) Guillermo León Valencia Cossio», le dijo Salazar al medio de comunicación Verdad Abierta.

No era un tema de poca monta, pues se trataba nada más que de una infiltración narcoparamilitar a la Seccional de Fiscalías de Medellín. Felipe Sierra medió ante el exdirector de la seccional, Guillermo León Valencia Cossio, para que excluyera de todos los organigramas criminales del Estado a John Freddy Manco Torres, alias ‘El Indio’. Por esa razón, la Corte Suprema condenó al exfiscal Valencia Cossio a 15 años de prisión por concierto para delinquir, enriquecimiento ilícito y ocultamiento de documento público.

Felipe Sierra era el mayor accionista de la empresa de vigilancia Control Total S.A. Esta compañía, como lo contó Verdad Abierta, «manejó contratos con el Estado para custodiar a reconocidos exjefes paramilitares asentados en Medellín luego de su proceso de desmovilización».

El Estado, en este caso, era representado por Gustavo Villegas, quien antes de trabajar en las administraciones de Salazar y Gutiérrez se había desempeñado como director de la Oficina de Paz y Reconciliación de la alcaldía de Sergio Fajardo (2004-2007). Esta entidad fue creada por Fajardo para atender la reincorporación de los exparamilitares de los bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). 

Los contratos entre Felipe Sierra y la oficina dirigida por Villegas fueron suscritos entre 2005 y 2007 y su objeto era prestar servicios de seguridad privada (escoltas y vehículos) a los paramilitares desmovilizados.

Pero ese no fue el único incidente por el que cuestionaron a Villegas. Durante su gestión en esa oficina, el funcionario salió en defensa del paramilitar Carlos Mario Aguilar, alias ‘Rogelio’, quien era directivo de la Corporación Democracia, una desaparecida entidad sin ánimo de lucro, creada por personas relacionadas con Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, para recibir a los paramilitares desmovilizados. Según la Fiscalía, esta corporación era el brazo político de la Oficina de Envigado.

A pesar de que en su momento Villegas dijo que ‘Rogelio’ no tenía líos judiciales y que estaba en contacto permanente con él, en 2008 el paramilitar viajó a Argentina, donde se entregó a las autoridades estadounidenses.

Todo este capítulo está íntimamente relacionado con las denuncias contra Sergio Fajardo por la muy publicitada pacificación de Medellín durante su alcaldía, lo que algunos denominaron como la Donbernabilidad, esto es, supuestos acuerdos por debajo de la mesa entre la Alcaldía y los criminales para hacerse pasito, para no tocarse. 

Llama la atención que el común denominador entre Fajardo y Fico sea la misma persona, Gustavo Villegas. Incluso en las mismas acusaciones, como lo recuerda la exfiscal Carrasquilla en el libro Este es el cordero de Dios: «Le dije (a Fico) que el señor Villegas se reunía con los cabecillas para que bajaran o aumentaran los niveles de violencia. Que por eso el cuento de la pacificación de Medellín era toda una farsa».

Villegas fue inhabilitado en 2020 por la Personería de Medellín para ejercer cargos públicos por 16 años. Esta sanción llegó luego de que el exsecretario pagó una condena de dos años y siete meses que le impuso el Juzgado Cuarto Penal Especializado del Circuito de Medellín, después de que Villegas firmara un preacuerdo con la Fiscalía en el que aceptó los delitos de abuso de función pública y de autoridad al haberse reunido con capos de la Oficina de Envigado. Esta es la historia del hombre al que hoy defiende férreamente el precandidato a la Presidencia Fico Gutiérrez.

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