Vorágine revela en detalle los testimonios hechos por Breiner Narváez Ruíz y Esteban Narváez Ramírez, los sicarios que mataron a Esteban Mosquera. Ambos confiesan cómo, quiénes y por qué mataron al estudiante y líder social. Publicamos esta historia tras la captura, hacia el mediodía del martes 12 de octubre del 2021, de Carlos Alberto Moncayo Cabrera, quien según las investigaciones de la Fiscalía fue uno de los determinadores del asesinato de Mosquera.
12 de octubre de 2021
Por: Pacho Escobar. / Ilustración: Camila Santafé
Esteban Mosquera

El 23 de agosto del 2021 fue asesinado en Popayán el líder social y estudiantil Esteban Mosquera Iglesias. Tres años antes de su muerte, miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios le habían cercenado un ojo. Una vez recuperado, el joven se convirtió en un reconocido activista que registraba como fotógrafo hechos en los que se vulneraban los derechos humanos de estudiantes y ciudadanos por parte de agentes de la Policía. Así mismo, Mosquera Iglesias había denunciado en un video en Facebook las diferencias y fuertes peleas que tenía con una de sus tías por temas de convivencia.

Muchas hipótesis se comenzaron a tejer sobre su asesinato.  El 28 de agosto fueron capturados los autores materiales, quienes se declararon culpables. Un mes más tarde fueron capturados los enlaces entre los sicarios y los determinadores. La tarde de este martes 12 de octubre fue capturado quien para la Fiscalía es uno de los determinadores de este crimen, su nombre es Carlos Alberto Moncayo Cabrera, hombre que desde hace muchos años sostenía una relación sentimental con María Antonia Mosquera, tía del joven asesinado. Vorágine pudo acceder a todos los testimonios e interrogatorios de los sicarios y sus enlaces. A continuación publicamos la siguiente crónica, en la que revelamos en detalle quiénes y cómo se ejecutó este crimen:

Los sicarios

Cuatro meses antes de que Breiner Narváez apretara el gatillo del revólver Smith & Wesson calibre 38 con el que asesinó a Esteban Mosquera, cumplió dieciocho años. Ser mayor de edad incrementa la condena a la que se expone porque, aunque casi lo sea, ya no es un niño. Narváez Ruíz vive en la casa de su mamá con sus tres hermanos menores y con su novia, una adolescente de dieciséis años, con quienes comparte la estrechez de una vida sin holguras. En los interrogatorios, tras la captura por el asesinato del líder estudiantil que fue noticia nacional, el sicario dijo que trabajaba en el almacén de ropa de una tía, en el centro de Popayán, y que le pagaban treinta y cinco mil pesos diarios. 

Los interrogatorios de Breiner Narváez Ruíz y Esteban Fernando Narváez Ramírez son un relato en detalle de la vida de dos jóvenes que, más allá de la singularidad de sus vidas, tienen en común con millones de colombianos la pobreza, la marginalidad y la violencia como herencia cotidiana. Los audios de sus testimonios en primera persona y la transcripción de ellos son como un viaje a las vísceras de la tragedia de uno de los países más violentos del mundo. ¿Cuánto vale la vida de una persona?, ¿vale lo que pesa el corazón de quien acepta asesinarlo?

En Facebook, Breiner Narváez se hace llamar Andrés Estiven. Abrió esa cuenta de exhibición pública en 2016, a los doce años. ¿Por qué se cambió el nombre? ¿Qué tanto ha hecho? ¿Qué tanto debe? ¿Qué tanto sabe? Sus fotos, en las que posa sin sonreír, también desatan preguntas. En catorce de ellas posa haciendo pistola, ese gesto con el dedo medio que se entiende obsceno. En ninguna de las 24 fotos de su perfil se lo ve sonriendo, como si no tuviera razones para la alegría. Al contrario, sus gestos parecen de rabia e impaciencia, de ira contenida. 

En una de las fotos que montó hay una que parece una premonición del resto de sus días, pero con una ironía inmensa. En ella hay un hombre disparándole a alguien y la frase que la acompaña dice: “Todos los problemas tienen solución”. En otra foto hay un hombre cubierto con una máscara, subido en una moto, portando un arma de largo alcance junto a la siguiente leyenda: “Hay que ser un loco en la vida, pero un loco con criterio”. ¿Tener criterio es matar a un desconocido por un puñado de billetes? 

Y hay una foto más del 7 de enero del 2019, la subió la mamá de Breiner y escribió: “Hijo quiero q sepas q tus dificultades son las mías”. Escribió su declaración de amor así, omitiendo vocales. Y remató el mensaje escribiendo: “tu felicidad es también la mía q todos los días de mi vida le doy gracias a Dios por permitirme estar a tu lado quiero q sepas q eres muy importante para mí y q siempre siempre pase lo q pase puedes contar conmigo mi amor q no quiero q te desgastes por nada ni por nadie sabes q eres muy joven y estas lleno de vida debes disfrutarla al máximo sabes q apesar de nuestras falencias eres tú mi hijo Breiner Narvaez y siempre estaré ahí…tu mi AMOR INFINITO (Sic)”. ¿Será que escrito en letras mayúsculas el amor es más grande? 

***

Esteban Fernando Narváez Ramírez tenía ocho años cuando su papá participó en un doble homicidio y desde entonces purga una condena en la cárcel de Jamundí. Tenía once años cuando recibió la noticia de que a su mamá la mataron a tiros en un barrio periférico de Popayán. Quedaron casi a la deriva él y sus dos hermanos menores. 

En el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar recuerdan sus conflictos internos, sus problemas de comportamiento, la mezcla de ira y de tristeza con que hacía y deshacía. Hace unos meses, a pesar de tantos problemas, y de su juventud, lo hicieron cargo de un niño de dos años, hijo de su tío Fabián Narváez, condenado a ciento cuarenta meses de prisión, también por homicidio. No es el único menor que depende de él. Hace apenas nueve meses nació su hija. Quizá él no se lo propuso así, pero Esteban Fernando repite el abandono que sufrió de su padre en esos dos niños, ahora al cuidado de su joven compañera quien apenas tiene veintiún años. 

El perfil de Facebook de Esteban Fernando parece calcado al de su primo Breiner. De noventa fotos, en veintiuna aparece haciendo pistola, con el mismo dedo medio gritando altanero. En varios de sus post se declara “loco”, como una suerte de constancia sobre la felicidad. ¿En este caso la palabra loco será adjetivo o sustantivo?, ¿qué significado tendrá para Esteban y Breiner?

De cómo los sicarios conocieron a quienes los contrataron para matar a Esteban

Breiner contó en el interrogatorio que conoció hace dos meses a Michelline Vásquez Murillo, en la cancha de fútbol del barrio Camilo Torres de Popayán. Dijo que a ella le gustaba acercarse a fumar marihuana con su grupo de amigos y que se dedica a robar. Según Breiner, su modalidad es meterse a las casas y sacar lo que encuentre. Él la describe como una chica diferente, que habla diferente, “con su propia cartilla”, dijo. Bajita, delgada, blanca, de pelo a mitad de los hombros, uñas largas y de unos veintitrés años. En lo único que se equivocó fue en la edad, Michelline tiene veintiocho años y mide 1,53. La maldad, incluso la más grande, no distingue de estaturas.

Breiner aseguró que por medio de ella conoció a Édgar Méndez, alias El Pollo. Al parecer Michelline y El Pollo son pareja y viven cerca al Cementerio Central de Popayán, a pocas cuadras de la cancha donde suelen drogarse. En alguna oportunidad, ella le dijo a Breiner que “le iba a pegar un susto a una de las putas que ponchan por ahí”, cerca de la casa de ellos, porque había tratado mal al Pollo. A él lo describió como un hombre de baja estatura, obeso. Le dice “indio”, en forma despectiva, y cree que tiene unos cuarenta años. De nuevo, solo falló en la edad. Édgar Alexander Méndez tiene cuarenta y cuatro y varios procesos judiciales por lesiones personales, porte ilegal de armas, tráfico de estupefacientes y fuga de presos.

***

En su testimonio, Esteban Fernando recordó que en varias ocasiones vio a su primo Breiner cruzar palabras con Michelline Vásquez en la cancha del barrio Camilo Torres. Incluso, dijo que allí mismo observó a Édgar Méndez haciendo ejercicio. “Ella es flaquita, color de cabello negrito, ojos de color negro, nariz pequeña, boca pequeña, la carita de ella es delgadita, las manos también son delgaditas, ella es trigueñita, ella es flaca, no tiene gracia, plana por todo lado, ella anda con un canguro al frente de color negro”, aseguró. Esteban Fernando estuvo dos veces cerca de Michelline: en el Puente del Humilladero, el día que mataron a Esteban Mosquera, y en un carro blanco, cuando les iban a pagar por lo que hicieron. 

Así describió Esteban Fernando a Édgar Méndez, alias El Pollo: “Es cachetón, gordito, de piel trigueña clara, cabello corto, liso de color negro, ojos negros grandes, acento como de acá (de Popayán)”. En los dos relatos, el de Breiner y el de Esteban Fernando, no hay una sola contradicción sobre Michelline y El Pollo. Según los investigadores, todos ellos eran bandidos y entre los bandidos se conocen y se reconocen. 

Un día antes del asesinato

Breiner narró que en la mañana del domingo 22 de agosto de 2021 estaba en el barrio Junín cuando llegó Michelline Vásquez, junto a su pareja Édgar Méndez, para hacerle la propuesta de matar a alguien. Relató que Méndez tomó la palabra y le prometió el pago de cinco millones de pesos por cometer el crimen. Breiner le preguntó a quién debía matar. Justo en ese momento del interrogatorio señaló a los que, cree él, fueron los determinadores, los autores intelectuales: “Lo único que me dice es que el man fuma bareta y que vende bareta y que la familia es la que lo está mandando matar para quedársele con la herencia (…) Michelle me dijo que la que quería matar al man era la tía, y el marido de la tía fue la que contactó al Pollo”.

Para justificarse, aseguró que El Pollo se aprovechó de que estaba necesitado porque había peleado con su mamá. Quien justifica un crimen por dinero acepta la pobreza de su alma. Todo indica que también en ese momento le describieron dónde vivía Esteban Mosquera: el barrio, la cuadra y la casa. Quienes son de Popayán saben que es muy fácil ubicar una casa si tan solo le dicen que “queda al lado de ‘Las Josefinas”, como se le conoce al colegio San José de Tarbes. 

Breiner Narváez Ruíz les dijo que se lo iba a plantear a su primo Esteban Fernando Narváez Ramírez, alias El Mono. Michelline dijo que lo llamaría en la tarde. Breiner se dirigió al barrio Los Sauces, le propuso al Mono y él aceptó con un simple: “Breve”. Michelline lo llamó y quedaron de encontrarse esa noche de domingo en las canchas del barrio Camilo Torres, detrás del Cementerio Central. Él aseguró que alias El Pollo y Michelline llegaron en un carro blanco. Allí les volvieron a explicar de qué se trataba el encargo. 

Breiner recordó qué le dijeron cuando preguntó por las personas que ordenaban el crimen, los determinadores: “Michelle me dijo que el man (Esteban Mosquera) era un chirrete, que la familia lo quería matar porque el man era un grosero con la familia, que había tirado la abuela de un segundo piso”. Dijo además que El Pollo y Michelline los condujeron en ese vehículo hacia el centro de la ciudad. Primero estuvieron en El Morro, donde les dijeron que supuestamente permanecía Esteban Mosquera, y después, por esa misma vía y a escasas cuatro cuadras, llegaron a la calle cuarta con carrera cero, donde les señalaron la casa de la víctima. 

Dentro de sus recuerdos, Breiner señaló que era una puerta café y un portón del mismo color. De nuevo con naturalidad y convencimiento testificó lo siguiente: “Durante ese recorrido volvió y nos dijo que el marido de la tía era el que estaba pagando esa vuelta. (…) Dijeron que a él (Esteban Mosquera) lo quería matar la familia porque era un grosero, que había tirado a la abuela del segundo piso, que él se orinaba en las piezas para aburrir a la familia, para que vendieran la casa, para que le dieran la parte a él (…)”.

En promedio, quince minutos se puede demorar el recorrido en carro entre el barrio La Pamba y Camilo Torres. Veinte si se toma la ruta más larga. De regreso, Breiner narró que El Pollo le prometió un adelanto y todo indica que en ese encuentro le dieron más pistas sobre los motivos del asesinato que iban a cometer: “Me dijeron que la misma familia lo quería matar, me dijo que él (Esteban Mosquera) vendía bareta, que él mantenía metiendo bareta en El Morro. Michel me dijo que yo lo sacaba rapidito porque el mancito tenía un ojo malo, me dijo que el chino era un pelagato, yo no sabía nada más, yo no sabía ni cómo se llamaba”.

Y tal parece que a él y a su primo, El Mono, los terminaron de convencer tras un parte de tranquilidad que hoy parece encajar como ficha de un rompecabezas: “Michel me dijo que no me preocupara que denuncia de esa muerte no iba a haber, porque la misma tía era la que lo había mandado matar y el marido de la tía era el que había contratado al Pollo (…), incluso El Pollo sí me dijo ese día que me contrataron, que la familia del finao era de grasita (de dinero) que ellos pagaban los cinco millones sin problema”.

Hasta el día de hoy en la página de la Rama Judicial, que recoge todos los procesos, no hay constancia de alguna denuncia hecha por alguno de los familiares de Esteban Mosquera Iglesias por su asesinato. Según varias fuentes, Esteban se la llevaba muy bien con casi todas ellas, lo adoraban. Sin embargo, en un video, el propio Esteban había denunciado de manera vehemente altercados con dos de ellas, sobre todo con María Antonia Mosquera Iglesias, quien aparece en una de las grabaciones diciéndole: “Filme, filme, filme, hijueputa”.

Por cierto, en el interrogatorio Breiner recuerda esa escena, que quizá vio en redes sociales por los días en que su muerte fue noticia nacional: “A la sinceridad no se quien es el marido de la tía (…), el muerto había subido un video a Facebook, donde el man estaba grabando a la tía, le decía que por qué le cerraban todo, que por qué lo menospreciaban. Entonces la tía le decía que grabara todo lo que quiera, que a ella no le importaba, eso es lo que se ve en ese video. Entonces si la hembrita Michelle y El Pollo me dicen que la tía fue la que lo mandó a matar por intermedio del marido, quién más puede ser, sino ella. La tía que aparece en el video, la que mandó al marido para que nosotros lo matáramos (sic)”. Durante el testimonio no vacila, habla despacio, su ritmo es pausado, pero no devela contradicciones. De hecho, en ese interrogatorio Breiner y El Mono pronuncian catorce veces la palabra “tía” y otras catorce la palabra “esposo”. Repetidos tantas veces, ambos sustantivos se vuelven adjetivos.  

Antes de dejarlos, Breiner dice que Michelline le mostró una foto de Esteban Mosquera. Ella prometió madrugar para hacerle el seguimiento y esperar a que saliera a comprar el pan del desayuno. También le dijo que por hacer ese trabajo le tenían que dar a ella un millón de pesos de los cinco que iban a pagar los determinadores. Aseguró que los dejaron de nuevo en la cancha y que allí El Pollo le pasó el arma, un revólver con cuatro tiros. Luego fue a dejar a su primo a Los Sauces. 

***

Esteban Fernando por su parte declaró que el domingo 22 de agosto su primo Breiner llegó en horas de la mañana a su casa de Los Sauces. Allí le habló de la propuesta de Michelline Narváez para matar a Esteban Mosquera, también de la suma de dinero que les iban a pagar y de los motivos. Consecuente con el relato que dio Breiner, en ese momento señaló a los que ellos dicen que pagaron para asesinar al joven universitario: “Breiner me dijo que Michel le había dicho que el muchacho era un loco, que había tirado hace unos días a la abuelita por el balcón, y que la familia estaba  aburrida de él, y que como era la misma familia la que lo iba a mandar a matar entonces que ellos no iban a colocar denuncia”.

También dijo que de ahí salieron en moto rumbo al centro de la ciudad a comprar unos juegos de Playstation. Detalló que compraron Resident Evil, un juego de estrategia que se basa en matar, matar y matar. Después recorrieron el barrio La Pamba y llegaron a la calle que desemboca en Las Josefinas, donde le dijeron a Breiner que vivía Esteban Mosquera. Luego tomaron una de las posibles rutas de escape, subieron por el colegio Melvin Jones y bajaron por la avenida variante que los deja de nuevo en Los Sauces. ¿Por qué no les pareció mejor denunciar el hecho y ser héroes y no verdugos? 

La persecución

Breiner Narváez recordó que en la mañana del lunes 23 de agosto Michelline le escribió al WhatsApp: “Hola, pelao, ¿ya está activo?”. Él le dijo que sí, incluso que se encontraba en Los Sauces con su primo, El Mono Esteban. Ella le dijo que ya estaba afuera de la casa de Esteban Mosquera para empezar a seguirlo. Pero todo indica que el estudiante y líder social no salió sino hasta la tarde. Las imágenes son irrefutables. Las grabaciones de video extraídas de 58 cámaras que hoy reposan en la Fiscalía registran que Esteban salió de su casa junto a su perra Ayní a las 17 horas, 10 minutos y 10 segundos; es decir, a las cinco y diez de la tarde. Justo en el andén de enfrente aparece Michelline, quien lo espera vestida con una gorra blanca, camisa negra, una chaqueta azul amarrada en la cintura, una licra rosada hasta las rodillas y zapatos negros. Igual a como la describieron Breiner y Esteban Fernanado en el interrogatorio. 

A esa hora Michelline lo llamó y dijo: “Vea pelao, ya salió, aquí lo llevo”. Él le dijo que ya iban para allá. Así lo hicieron en una moto negra, marca Pulsar, de ciento treinta y cinco centímetros cúbicos que iba manejando El Mono. Breiner iba atrás portando el arma homicida. Afuera de su casa, Esteban Mosquera esperó un par de minutos a una de las tías que más quería y con quien nunca tuvo desavenencias. La acompañó a la sucursal de Bancolombia en el Parque de Caldas de Popayán. Allí se demoró diez minutos. Mientras tanto Michelline lo esperó. Mosquera se despidió de su tía y se dispuso a regresar a casa.

Mientras tanto Michelline los iba guiando vía telefónica. “Me dijo que el finao no iba para El Morro, si no que iba para El Puente del Humilladero”, dijo Breiner en el interrogatorio. ‘Finao’, le dice a Esteban Mosquera, como abreviando con las palabras la larga extensión de lo que hizo. En minutos llegaron al emblemático puente y Breiner se bajó de la moto para seguirlo a pie. Michelline le informó que Esteban Mosquera vestía una camiseta color rosa e iba acompañado de su perra, y que portaba un collar rojo en su mano. 

Hubo un momento en que alias El Mono se les perdió de vista en la moto. La suerte no estaba del lado de Esteban Mosquera, porque El Mono volvió a aparecer en el vehículo que les permitiría emprender la fuga. La suerte ayuda a los osados, diría el poeta Virgilio, pero esta vez Esteban Mosquera, que era un valiente, no contó con ella, su sentencia de muerte ya la habían determinado un grupo de criminales.

***

Esteban Fernando testificó que en la mañana del lunes 23 de agosto llegó Breiner a su casa en Los Sauces. A esa misma hora, recordó que los llamó Michelline para decirles que estuvieran pendientes de su llamada. Esteban Fernando cree que ella desde esa hora estuvo esperando a que Esteban Mosquera saliera de su casa, que lo “campaneó” todo el día. En la tarde jugaron Playstation, ¿jugaban a matar gente? Narváez Ramírez recordó que el arma que iban a utilizar era un revólver Smith & Wesson calibre 38 y que la propuesta de Breiner era que El Mono manejaba la moto y Breiner disparaba. Breiner y El Mono no se contradicen en nada. Recuerdan que pasadas las cinco de la tarde recibieron la llamada de Michelline, quien les dijo que Esteban Mosquera estaba cerca del Puente del Humilladero.

Y continuación les describió con precisión cómo iba vestido su primo Breiner y cómo iba él. Detalló que el casco que llevaba puesto tenía dos calcomanías amarillas con el número 46. Ese es el número que utiliza el italiano Valentino Rossi, múltiple campeón del mundo de motociclismo, para muchos el mejor piloto de la historia.  

El crimen

Persiguieron a Esteban Mosquera Iglesias por toda la calle tercera en sentido occidente-oriente. Pensaron que justo en la carrera segunda Mosquera iba a cruzar hacia el lado izquierdo rumbo al Morro, pero giró a la derecha, hacia su casa. El Mono alcanzó a Breiner y este se subió de nuevo a la moto. Faltando una cuadra para que Esteban Mosquera llegara a su destino, lo cercaron. Breiner, a las cinco y cuarenta y nueve minutos, se bajó de la moto, desenfundó el arma, le apuntó de frente y le disparó en el pecho. Esteban, herido, quizá sintiendo que la vida se le iba, corrió hacía el andén de enfrente. Su perra Ayní hizo lo mismo, ella corrió tras él. Pero Esteban estaba ya sin fuerzas. Breiner corrió detrás y le disparó dos veces más apuntando a la cabeza. Se subió a la moto y emprendieron la huida. 

Breiner aseguró en el interrogatorio que le disparó con miedo. Que tenía miedo. ¿Miedo de qué?, ¿de fallar o de atinar? 

Parafraseando a Silvio Rodríguez, ojalá y un disparo de miedo le hubiera paralizado la cobarde valentía de matar a Esteban Mosquera. 

Breve” es la palabra que más pronuncian ambos sicarios cuando aceptaban que mataron a Esteban Mosquera. Así de breve fue su muerte. Así de rápido. Menos de un minuto.

***

Esteban Fernando por su parte narró sin bochorno cómo fueron esos, quizá, cuarenta segundos que les tomó matar a Esteban Mosquera. Su narración parece una escena de Resident Evil, en la que después de soltar los controles se puede seguir una vida normal. Recordó la acera por la que iba el universitario junto a su perra Ayní. Vio el primero, el segundo y el tercer balazo. Sintió el olor a pólvora. Por cierto, parece que ni siquiera parpadeó porque hasta relató dónde impactaron a Mosquera: “se lo pegó detrás de la oreja o en la mejilla y ahí sí cayó al piso”, recordó con su voz templada, sin amagues, sin titubeos, ni urgencia de perdón. 

Según el abogado Giovanny Palta, por cometer ese asesinato recibirán nueve años de cárcel. A propósito: ¿Cómo van a pagar los honorarios del abogado estos jóvenes si en los relatos aseguran que todo esto lo hicieron por la escasez en la que viven? 

Las horas siguientes: el pago, la culpa

Huyeron por el colegio Melvin Jones. Llegaron a Alfonso López, el barrio donde la madre María Claudia Mosquera Chaux adoptó a la mamá y las tías de Esteban Mosquera Iglesias. Allí, Breiner se bajó de la moto y paró un ‘motorraton’ para ir a esconderse en una casa del barrio Los Sauces. 

Breiner, llamó a Micheline y le dijo: “Ya hice la vuelta”. Ella, con el cinismo de los insensibles, le dijo que iba a ir al sitio para verificar si era cierto. ¿Qué sintió Michelline cuando vio a Esteban Mosquera tirado en el andén cubierto de sangre? ¿Su corazón no se arrugó al ver a su perra Ayní llorando, ladrando lamentos, desesperada tratando de revivir al único ser humano que quiso adoptarla? ¿Qué pasa por la cabeza de una mujer que incidió en el asesinato de un joven que nunca conoció a su padre, al que se le murió la mamá, al que la policía le cercenó un ojo y al que hace dos años se le murió su abuela, su último amparo? ¿Nada? 

Breiner dice que su primo llegó a la casa de Los Sauces y que después se fueron en otra moto al barrio San José. Para quienes no conocen Popayán hay que advertir que este barrio queda justo al lado del barrio Camilo Torres y el Cementerio Central. 

Allá llegaron Michelline y El Pollo, en el mismo carro blanco del día anterior. Eran las ocho de la noche. Ellos les entregaron un millón y medio de pesos como adelanto del asesinato que acababan de cometer y les prometieron darles tres millones y medio más el día siguiente. Breiner aseguró que en ese momento alias El Pollo sacó su celular e hizo una llamada a una persona a la que le dijo: “Ya está hecha la vuelta”. Y que además les remató diciendo a ellos: “Bueno pelaos, mañana por la mañana a como el man me traiga la plata les vengo a dejar lo suyo”. 

***

Esteban Fernando contó que tomó la ruta que conduce al barrio Los dos brazos, allí llegó a la casa de un primo suyo que también está en la cárcel por hurto agravado. Sin pedirle permiso a los familiares de su primo, metió la moto a la casa, ellos le pidieron que se la llevara, pensaban que se la había robado, tuvo que decirles que iba a traer los papeles de la moto para que se la dejaran entrar. Esa fama de ladrón parece que lo persigue y ahora también lo perseguirá la de sicario. 

Esteban relata que, tras dejar la moto escondida, fue a su casa, esperó a Breiner, se bañó y salieron a cobrar lo que prometieron El Pollo y Michelline. Los esperaron en las canchas sintéticas de Camilo Torres y allá llegaron ellos en el carro blanco. Después describió el vehículo por dentro y prosiguió con algo que parece que se le quedó en el inconsciente la pregunta que le hizo El Pollo a Breiner: la preocupación de ese ser humano era saber cuántos tiros le habían pegado a Esteban Mosquera. “Breiner le dijo que tres, que le había pegado dos en el pecho y uno en la cabeza”, aseguró Narváez.

Por un puñado de billetes

Según Breiner, al día siguiente, el martes 24 de agosto, hacia las diez de la mañana, Michelline llegó a su casa del barrio Junín a cancelar la deuda. Sacó tres millones y medio, pero antes tomó un millón por haberles “puesto” en aquella calle solitaria del centro de Popayán a Esteban Mosquera. Le solicitó “seriedad”, no contarle a nadie porque ya estaban ofreciendo una recompensa para dar con ellos, los asesinos. Breiner se dirigió a Los Sauces y le dio la parte a su primo. Aseguró que con ese dinero pagó deudas: una cuota del banco, el arriendo, quinientos mil pesos a su tía y compró cosas para su hija, quien está a punto de nacer. ¿No reparó en que se hizo a una deuda más grande? ¿Una deuda con su tranquilidad, incluso con la tranquilidad y futuro de esa niña que aún no ha nacido? 

Aquella noche se volvió a ver con Michelline. Se fumaron un cigarrillo de marihuana en las canchas del barrio Camilo Torres. Ella andaba paseando a su perro. ¿Cuando Michelline veía a su perro, no recordaría los llantos de Ayní junto al cuerpo de su humano Esteban Mosquera? Por lo que se ve en el video de la imputación de cargos que le hicieron a ella y al Pollo parece que no. Se le ve incómoda pero insensible. Cuando la fiscal le muestra las imágenes del seguimiento que le hizo a Esteban Mosquera, ni siquiera agacha la cabeza. 

Contrario al Pollo, quien siempre tiene la cabeza gacha mientras dobla, desdobla y vuelve a doblar un trozo de papel que tiene en sus manos esposadas. La culpa le pesa. A Michelline, se le ve tan distraída, tan fuera de ese lugar, que cuando el juez le pregunta si entendió sus derechos, responde: “No acepto”. El juez le tiene que repetir que no le está preguntando si se considera inocente o no, y le vuelve a preguntar si entendió sus derechos y deberes y ella vuelve a responder: “No acepto, señor juez”. El juez se rinde y le pide a su abogado que le explique directamente cuáles son sus derechos. ¿Dónde estaba la mente de Michelline? ¿En la calle donde fue a corroborar si era verdad que habían matado a Esteban Mosquera mientras su perra Ayní latía llantos de dolor?

***

En la indagatoria, Esteban Fernando aseguró que luego de cometer el asesinato se “dedicó” a su casa, a los suyos. Relató, quizá con orgullo, que al día siguiente invitó a comer a su pareja junto a su bebé de nueve meses de nacida. Dijo que los llevó al restaurante Pío Pío, frente al centro comercial Campanario. Luego las dejó y se fue a la esquina de su casa en Los Sauces a fumar marihuana. Aseguró que le había reducido el consumo de drogas pensando en su hija. ¿Pero no pensó en todo lo que se desprendería tras un crimen? ¿No pensó que al final los que pagan son los hijos por una situación llamada ausencia? 

Lastimosamente en la memoria de las hijas de Breiner y de Esteban Fernando pesarán los pecados de sus papás, un pecado sin expiación: el haber matado por un puñado de billetes a Esteban Mosquera Iglesias.  

***

*Justo al cierre de esta edición Vorágine supo sobre la captura de Carlos Alberto Moncayo Cabrera, quien para la Fiscalía fue uno de los determinadores del asesinato de Esteban Mosquera Iglesias. Según varias fuentes de Vorágine, Moncayo Cabrera ha mantenido una relación larga de noviazgo con María Antonia Mosquera Iglesias, tía de Esteban Mosquera.

La Fiscalía da cuenta que en un interrogatorio reciente rendido por Édgar Méndez, alias El Pollo, este aseguró que fue Carlos Alberto Moncayo Cabrera quien lo contactó de manera directa y le pagó para que asesinaran a Esteban Mosquera Iglesias. La misma versión la habría dado Michelline Vásquez. Así mismo realizaron el reconocimiento fotográfico y estos señalaron a Moncayo Cabrera como la persona que dio el dinero para cometer el crimen.

Carlos Alberto Moncayo Cabrera fue capturado por los delitos de participación como coautor o participe, modalidad dolosa de los delitos de homicidio agravado y fabricación porte o tenencia de armas de fuego accesorios partes o municiones.

Seguir Twitter autor: @PachoEscobar

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