9 de diciembre de 2020
Son muchos los estudiantes que desde movimientos estudiantiles o fuera de ellos, se han enfrentado a las directivas de la Universidad de Medellín por el expediente del senador Julián Bedoya, a quien la universidad graduó fraudulentamente como abogado.
Uno de ellos es Germán Stiven Arenas Betancur de 20 años, estudiante de séptimo semestre de Derecho a quien no le ha temblado la voz para exigir que la Universidad le retire el título de abogado al senador liberal. Una columna de opinión escrita por Arenas y publicada en el portal Al Poniente, hizo que el rector lo amenazara con acciones legales. El pasado 3 de julio, César Guerra Arroyave le dio 24 horas a su estudiante para que «publique una rectificación donde acepte la falsedad de sus infundadas afirmaciones».
Y es que tres semanas atrás, el 12 de junio de 2020, Arenas Betancur publicó lo que calificó como una «sátira que nace de mi convicción profunda ante todos los escándalos en los cuales se han visto envueltas las directivas de la Universidad de Medellín».
Con esta advertencia, el estudiante publicó su opinión, protegida por la Constitución Nacional: «Las directivas de la Universidad de Medellín preocupadas por la existencia de un poco aún de libertad y ciencia al interior del claustro académico se han propuesto tomar acciones contundentes para acabar con ellas de una vez por todas».
«La caricatura que el estudiante hizo de los escándalos por los que atraviesa su universidad no constituye ningún delito ni mucho menos da pie para la apertura de un proceso disciplinario. De seguir adelante con el proceso contra Arenas estarían violando el artículo 20 y abrirían la puerta a una tutela que tienen perdida», dijo Catalina Botero-Marino, exrelatora para la Libertad de Expresión de la CIDH.
«Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación». Este es el artículo 20 de la Constitución Nacional. En las primeras 15 palabras está protegido el derecho de Germán Stiven para expresar libremente sus opiniones.
Esto no lo entendió el rector de la Universidad de Medellín, y tras la negativa del estudiante de rectificar una sátira, que además se aleja poco de la realidad de la universidad, siguió adelante con el proceso disciplinario.
El pasado 3 de diciembre, el consejo de facultad le notificó la apertura oficial de una investigación «por presuntas faltas cometidas de su parte» según el Reglamento académico y disciplinario de pregrado de la Universidad. El estudiante de derecho violó, según esta carta, los numerales 14 y 15 del artículo 110.
Vamos al reglamento: los numerales 14 y 15 son conductas «que atentan contra el orden académico y disciplinario». El 14 castiga elaborar escritos que contengan «alusiones grotescas, denigrantes, infamantes o amenazantes contra las personas o la institución». Y el 15, que es bien rebuscado, castiga el «incumplimiento de sus deberes». Y uno de los deberes está consagrado en el numeral 10 del artículo 3: «Dar tratamiento respetuoso a las autoridades, profesores, compañeros y demás integrantes de la comunidad universitaria».
Por más claro que el reglamento de la universidad sea, este no puede estar por encima de la Constitución Política ni mucho menos de las convenciones internacionales que protegen la libertad de expresión.
Llama la atención que la representante estudiantil, Valentina Ossa Aristizábal, y el representante de los egresados, Juan Sebastián Tisnés Palacio, se hayan prestado para conformar la comisión investigadora junto al representante de coordinadores, el profesor Daniel Arcila Posada.
Estas tres personas firmaron, a nombre del consejo de facultad del programa de Derecho, la citación a descargos a la que deberá asistir Germán Stiven este 10 de diciembre a las 10 de la mañana.
La carta de dos páginas en papel membrete termina con una amenaza mimetizada: la expulsión del estudiante de la universidad. «La conducta descrita puede, dependiendo del proceso de investigación y la decisión del consejo de facultad, generar las sanciones descritas en el artículo 111 del reglamento». El numeral 7 de este artículo contempla la «anulación o cancelación de matrícula».
Germán resumió el acoso del que es víctima por parte de su universidad en un trino con el que compartió la citación a descargos.
Mi universidad: «Usted está violando el reglamento estudiantil».
Yo: Ustedes están violando la Constitución y la convención interamericana de derechos humanos.
La sátira que enfureció al rector
Esta es la columna que Germán Stiven Arenas Betancur publicó en el portal Al Poniente el pasado 12 de junio y que tituló Reforma estatutaria UdeM.
Las directivas de la Universidad de Medellín preocupadas por la existencia de un poco aún de libertad y ciencia al interior del claustro académico se han propuesto tomar acciones contundentes para acabar con ellas de una vez por todas.
En primer lugar, se ocultará que el proceso de acreditación institucional en alta calidad ha sido un absoluto fracaso por cuenta del caso de corrupción administrativa por la graduación irregular de un senador de la república. En segundo lugar, se organizarán conciertos gratis y se dejará de cobrar el gimnasio para impedir que los estudiantes se enteren que con la plata de nuestras matrículas pagarán la sanción del ministerio de educación al finalizar la investigación.
En tercer lugar, se reformarán los estatutos generales de la Universidad a fin de abonar el camino de la fusión de la Universidad de Medellín y Néstor Hincapié Vargas en un solo ente llamado; Universidad de Néstor Hincapié Vargas.
Esta columna de opinión tuvo acceso a el borrador de los estatutos que serán aprobados en agosto por la Asamblea general de la Universidad y se dispone a transcribir algunos artículos de relevancia.
Asamblea General de la Universidad de Medellín
Preámbulo: Con el fin de garantizar el sagrado derecho del honorable, excelentísimo y eterno rector el Dr. Néstor Hincapié Vargas a gobernar la Universidad de Medellín por designio expreso del partido liberal y la sagrada comunión se decreta en nombre de Hincapié Vargas y Dios los siguientes artículos.
Artículo 1: Requisitos para ser rector
a)Ser títere del Dr. Néstor Hincapié Vargas
b)Llamarse César Guerra Arroyave
c)Tener 72 años de edad
d)Desaparecer una caja llena de denuncias de actos de abuso y acoso sexual
e)Decir los quiero mucho
Parágrafo: Quien reúna los anteriores requisitos será nombrado rector indefinido y deberá transferir el 50% de su salario al Dr. Néstor Hincapié Vargas para que este pueda ejercer sus funciones de control, vigilancia y titiritazgo.
Artículo 2: Requisitos para ser representante estudiantil
- a) Haber ejercido el cargo de presidente de la República de Colombia en el periodo inmediatamente anterior a la elección.
b)Haberse graduado de doctor en la universidad de Harvard
c)Poseer salvoconducto de la inteligencia militar en el cual se especifique que el aspirante no ha tenido nunca vinculación alguna con la Universidad de Antioquia.
d)Hablar griego antiguo
e)Haber añadido 5 tesis a las 95 tesis de Martín Lutero escritas en 1517
Parágrafo 1: El poder del representante estudiantil será igual al obtenido por el presidente interino de Venezuela Juan Guaidó.
Parágrafo 2: Quien ocupe el cargo de representante estudiantil ante el consejo académico será nombrado además Sumo Pontífice Obispo de Roma y máxima autoridad de la iglesia católica, presidente de los Estados Unidos de América, Canciller de Alemania y sucesor de Néstor Hincapié Vargas.
Así inicia la reforma de la Universidad de Medellín y así termina la ciencia y la libertad.
*Esta columna de opinión es una sátira que nace de mi convicción profunda ante todos los escándalos en los cuales se han visto envueltas las directivas de la Universidad de Medellín (Actualización del 03 de julio de 2020).
Coletazos del escándalo Bedoya
El acoso y las amenazas de las que es víctima el estudiante Germán Arenas están conectados con el caso del senador Julián Bedoya. La sátira del estudiante señala precisamente el desprestigio de la universidad después de haberle entregado fraudulentamente el título de abogado a este senador.
Mientras el senador Bedoya Pulgarín aguarda los resultados de las investigaciones de la Fiscalía, la Corte Suprema, el Consejo de Estado, la Procuraduría —que ya le formuló pliego de cargos— y el Ministerio de Educación, la Universidad de Medellín ya comenzó a mover sus fichas para evitar la suspensión del programa de Derecho.
El pasado 27 de noviembre, la universidad filtró un informe de 57 páginas de la Comisión Tercera de Asuntos Disciplinarios, Estatutarios y Régimen Interno de la Universidad de Medellín que pide que le retiren el título de abogado al senador Julián Bedoya porque este fue «expedido irregularmente por la universidad».
En 2015, Bedoya Pulgarín todavía no era abogado, pero así se presentaba. Incluso desde mucho antes. En un programa con Yamid Amat, en marzo, cuando recién asumió el caso del magistrado Pretelt, el presentador le preguntó si era abogado y Bedoya respondió, como en todas sus entrevistas, en primera persona del plural: «Estudiamos derecho en la Universidad de Medellín».
—¿Usted es abogado? —le replicó Amat.
—Sí, señor. Sí, señor —respondió Bedoya sin sonrojarse.
Tras ser expulsado de la Policía Nacional por haberse robado una pistola, el joven Bedoya regresó a su natal Medellín e inició sus estudios de derecho en el primer semestre de 2001 en la Universidad de Medellín. Mientras cursaba los primeros semestres agotaba todos los recursos que tenía a su disposición para que lo reintegraran a la Policía. No lo logró, peor aún, el estudiante Bedoya recibió el adjetivo de ineptitud en su demanda, antesala de una carrera profesional atropellada, pero de una carrera política exitosa.
En 2007 se lanzó al Concejo de Medellín, pero perdió con poco más de 2.000 votos, lo que lo llevó a trabajar como asistente del concejal de Cambio Radical, Juan David Arteaga; en 2012, a sus 32 años, Bedoya llegó con 25.000 votos a la Asamblea de Antioquia, avalado por el Partido Liberal. Un año más tarde renunció para lanzarse a la Cámara, obteniendo la curul con 35.000 votos en las elecciones de 2014. Cuatro años más tarde se lanzó al Senado y duplicó su votación, 74.000 votos le dieron asiento en el Senado.
El joven Bedoya descuidó por completo sus estudios mientras fue asistente en las oficinas del Concejo de Medellín y el Congreso de la República, bajo la tutela de Eugenio Prieto Soto, quien lo apoyó para que llegara a la Asamblea de Antioquia en 2012. Una vez elegido, Bedoya empezó a hacer de las suyas. Prieto Soto, su mentor, fue su primera víctima. Le tumbó a Héctor Jaime Garro, del equipo de Prieto, la presidencia de la Asamblea en el primer semestre de sesiones. Prieto lo expulsó de su equipo y Bedoya montó rancho aparte.
Aunque ya desde su paso por la Asamblea de Antioquia se presentaba como abogado, lo que demuestran los archivos de la universidad es que la carrera del senador ha sido bien atropellada. En el primer semestre de 2001 se matriculó en el programa de Derecho de la Universidad de Medellín, donde estudió hasta 2007, «quinto año del programa», cuando se retiró voluntariamente. Reingresó en 2008 y se retiró a final de año. Lo mismo ocurrió, extrañamente, en 2009. En 2014 y luego en 2018, ya elegido senador, Bedoya reingresó irregularmente a la universidad con un promedio de 2.79. Esta vez estaba decidido y encontró, en una crisis política de la institución académica, la oportunidad perfecta para graduarse sin mucho esfuerzo.
La historia es la siguiente: la Universidad de Medellín es una de las cinco grandes casas del Partido Liberal en Antioquia, como lo cuenta el periodista Fredy Alexánder Chaverra: los liberales de Envigado, los de Bello, el liberalismo socialdemócrata, Renovación Liberal —liderada por Julián Bedoya— y la Universidad de Medellín.
Todos ponen candidatos para todas las elecciones y las broncas entre ellos son tema de los círculos políticos paisas. Los tres grupos más poderosos son el de Envigado, el de Julián Bedoya y la Universidad de Medellín. Esta última se alió en las últimas elecciones al Congreso con los grupos de Bello y Envigado para llevar a Iván Darío Agudelo de la Cámara al Senado.
El rector de la universidad, Néstor Hincapié, logró la representación política perfecta, poniendo senador y manteniendo a sus fichas en la Asamblea de Antioquia y el Concejo de Medellín: Hernán Torres y Aura Marleny Arcila, presidenta de la Consiliatura de la universidad y concejala desde 2004.
Cuenta Chaverra que la llegada al Senado de Iván Darío Agudelo profundizó unas fisuras que venían desde hace algún tiempo con el rector, por lo que Agudelo se divorció de la casa de la Universidad de Medellín y de Hincapié, a quien consideraba como padre putativo, pues lo llevó de la mano desde que era estudiante de Derecho, luego profesor de la universidad, directivo, diputado, representante a la Cámara y senador.
La ruptura le funcionó al senador Agudelo, pues la mayoría de líderes de la universidad se fueron con él, y este, muy hábilmente, demostró su poderío armándole la campaña a la Alcaldía de Medellín al candidato Daniel Quintero, quien se hizo elegir por un movimiento llamado Independientes, pero que aceptó, sin que aparecieran en las fotos de campaña, el apoyo incondicional de grupos políticos de Bello, Envigado, Itagüí, Sabaneta, La Estrella y, por supuesto, miembros de las cinco casas del Partido Liberal en Antioquia.
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Un detalle que no es menor: el senador Agudelo fue el único político que estuvo al lado de Daniel Quintero durante su discurso de victoria, la noche del 27 de octubre de 2019.
Las elecciones regionales del 2019 eran entonces una medición de fuerzas entre padre e hijo; mentor y discípulo. Sin el apoyo de Agudelo y toda la gente que logró sacar de la universidad, era muy difícil que el rector Hincapié mantuviera las curules en el Concejo y la Asamblea. Y es aquí donde entra el senador Julián Bedoya. El trato, según varias fuentes consultadas por Vorágine, era muy claro: el título de abogado para Bedoya Pulgarín a cambio de su apoyo a Aura Marleny Arcila al Concejo. Hincapié entendía que solo con los votos de la universidad no le daba, por lo que tenía que recurrir a la plataforma de un congresista, que había perdido con el senador Agudelo. Julián Bedoya era el candidato perfecto: necesitado, sin escrúpulos y con una base electoral que se triplicó en siete años.
El trato funcionó: el senador se graduó y Aura Marleny llegó al Concejo. El pulso entre Hincapié y Agudelo lo perdió el exrector, pues su ficha para la Asamblea no llegó y con el escándalo de Bedoya tuvo que renunciar a la rectoría el 3 de febrero de 2020.
Así se cocinó el título del senador Bedoya
Para obtener el título de abogado el senador Bedoya Pulgarín presentó un total de 17 exámenes en cuatro meses, entre especiales, preparatorios y de suficiencia. Lo extraño es que hizo hasta siete pruebas en un mismo día. Un genio.
En vez de asistir a clases, Bedoya presentó exámenes de suficiencia. El 26 de octubre de 2018 presentó cuatro: Filosofía del Derecho; Procesal Civil General y Especial, Sociología Jurídica y Seminario Procesal Administrativo. Aprobó los cuatro, como aprobó todos los demás exámenes que hizo. El 23 de noviembre de ese mismo año, en un solo día, presentó siete exámenes: cuatro de suficiencia (Legislación de Paz, Hacienda Pública, Responsabilidad Extracontractual y Contratación Estatal) y tres preparatorios (Civil II, Político y Penal). Una hazaña. El 22 de enero de 2019 hizo tres exámenes de suficiencia (Derecho de Familia, Sucesiones y Títulos Valores) y el preparatorio de Civil I. Y el 1 de febrero de 2019 cerró con broche de oro al presentar el especial de Seminario Procesal Laboral y el preparatorio de Laboral.
Pero hay más. En el mismo lapso Bedoya pasó el examen de inglés como requisito de lengua extranjera, asistió a dos seminarios obligatorios —Protocolo Empresarial y Comportamiento Social— y presentó las pruebas Saber Pro.
Le faltaba solo un requisito: el trabajo de grado que presentó como asistente de investigación de un viejo profesor y amigo, John Mario Ferrer Murillo, quien lo incluyó como coautor de la investigación titulada Normas jurídicas adscritas por la jurisprudencia constitucional al derecho fundamental de la libertad de expresión. Según Ferrer, el senador se encargó de la línea jurisprudencial sobre libertad de expresión. Ambos, profesor y alumno, olvidaron un pequeño detalle: las fechas. La investigación de Ferrer había sido aprobada en junio de 2018, cuando Bedoya aún no había reingresado.
La comisión investigadora encontró que hubo irregularidades y fraude en absolutamente todo, desde sus reingresos en 2014 y 2018, hasta la presentación de los exámenes y otros requisitos para su grado, incluyendo la coautoría en la investigación del profesor Ferrer, quien después de la publicación de la historia del robo de la pistola por el que el senador Julián Bedoya fue expulsado de la Policía, le pidió una rectificación a Vorágine, solicitud a la que no accedimos.
Bedoya se graduó el primero de marzo de 2019, en una ceremonia que presidió el entonces rector Néstor Hincapié, a quien la Fiscalía le imputó cargos por falsedad en documento público, precisamente por este caso. La medida también cobijó a Yolanda Cossio, secretaria académica de la Facultad de Derecho; Juan Felipe Hernández, subsecretario general de la universidad, y cinco profesores, entre ellos, John Mario Ferrer, quien ha sido uno de los abogados de cabecera del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, gran amigo y aliado político del senador Julián Bedoya. Los dos, Quintero y Bedoya, responden a la casa Gaviria en Bogotá. La de César Gaviria Trujillo, expresidente colombiano y director del partido Liberal.
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La encrucijada de la Consiliatura de la Universidad de Medellín
Néstor Hincapié, a pesar de su renuncia, sigue manejando los hilos de poder de la universidad. Su salida obedeció a una estrategia que buscaba hacerle frente a una crisis de gobernabilidad a raíz del fraude en la entrega del título al senador Bedoya. Su sucesor, César Guerra, es su ficha, aunque no por mucho tiempo, pues la Consiliatura decidió entregarle las riendas de la universidad, a partir de 2021, al ingeniero civil Federico Restrepo, exgerente de EPM y del equipo político del exgobernador Sergio Fajardo.
Con el demoledor informe de la comisión que investigó el expediente Bedoya y la sugerencia de retirarle el título de abogado y la llegada de un nuevo rector, se cierran las posibilidades del nuevo barón electoral de Antioquia para mantener su título de abogado.
El futuro del abogado identificado con la tarjeta 336577 está en manos de los once consiliarios, la junta directiva de la universidad, que en los próximos días decidirá si acoge la sugerencia de la Comisión que investigó el caso y que pide que se le retire el título de abogado al senador antioqueño porque se comprobó que existió un fraude académico.
Aunque la decisión parece fácil, el exrector Néstor Hincapié mantiene influencia sobre la mayoría de consiliarios, entre quienes se encuentra la cinco veces elegida concejala de Medellín, Aura Marleny Arcila. Acoger la sugerencia de la comisión investigadora es allanar el camino para que el proceso contra Hincapié se quede en una imputación y termine en una condena.
E Hincapié no actuó solo. Una estructura corrupta y politizada, en la que participaron decenas de empleados de la universidad, lo acompañó en todo el proceso fraudulento e irregular mediante el cual el senador liberal consiguió su título de abogado. ¿Fue Julián Bedoya el único beneficiario de un fraude de estas dimensiones? ¿Cuántos políticos más fueron beneficiados fraudulentamente por la Universidad de Medellín para obtener títulos académicos?
Al fraude académico y el robo de la pistola se suman decenas de investigaciones por inasistencias en el Congreso, como lo logró demostrar Cathy Juvinao, directora de la plataforma Trabajen Vagos; y por hechos de corrupción electoral y nexos con bandas criminales, como lo denunció la Fundación Pares.
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