Gilberto Vargas Durango hizo parte de una estructura que lavó $12.000 millones de Diego Fernando Murillo, alias ‘Don Berna’, y luego construyó un multimillonario emporio empresarial. Aunque ha tratado de ocultar su rastro, sus actividades son vigiladas de cerca por autoridades europeas.
26 de febrero de 2023
Por: Vorágine

Hasta hace menos de un mes si alguien buscaba en internet el nombre Gilberto Vargas Durango encontraba muy poca información. Incluso, algunos artículos que parecían aludir a él solo contenían sus iniciales “GVD”. 

Detrás de esa opacidad se esconde el registro criminal de alguien que fue condenado por lavar dinero a los paramilitares. Pese a que Vargas Durango le pagó a una empresa para que borrara su pasado en la web, en el sistema judicial colombiano siempre quedan huellas imposibles de ocultar.

Vargas nació en Chigorodó (Antioquia) el 15 de noviembre de 1975 y a finales de los 90 aseguraba ser un próspero ganadero de la región de Urabá. Sin embargo, varios detalles sobre sus supuestas actividades económicas generaron sospechas en las autoridades. El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) empezó a investigar una red de lavado de activos con la que Diego Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, paramilitar que comandaba el Bloque Cacique Nutibara (que operaba en Antioquia), traía dinero a Colombia proveniente de negocios de narcotráfico en México y Estados Unidos.

‘Don Berna’ tuvo un largo historial en la mafia antioqueña. Primero, hizo parte del Cartel de Medellín y, tras la muerte de Pablo Escobar, se volvió un poderoso comandante  narcoparamilitar y se alió con los hermanos Fidel y Vicente Castaño. También comandó durante varios años la oficina de sicarios conocida como “La Terraza”, que entre otros cientos de crímenes, perpetró el asesinato del humorista y periodista Jaime Garzón, el 13 de agosto de 1999.  

Pronto, la primera máscara que se puso Vargas empezó a resquebrajarse. En un informe del DAS, que Vorágine obtuvo tras revisar el proceso judicial que se surtió contra el supuesto ganadero, quedaron expuestas las contradicciones sobre su vida económica. Los investigadores resaltaron que en 2003 Vargas creó la empresa Asoganado asegurando que se dedicaría a la comercialización de carne y vacunas. Sin embargo, cuando consultaron las bases de datos del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) no encontraron registros de que fuera propietario de ganado ni de que hubiera adelantado jornadas de vacunación. La Federación Nacional de Ganaderos (Fedegán) tampoco tenía registros de que Vargas se dedicara a la actividad que decía desempeñar. “La empresa no cumple con su objeto social”, subrayaron los investigadores.

La única transacción con ganado hecha por Vargas de la que los funcionarios del DAS encontraron rastro la hizo en 2005, cuando vendió nueve semovientes por $5.158.000. Esa cifra contrastaba con los movimientos que los investigadores encontraron en las cuentas del supuesto ganadero. Solamente en noviembre de 1999 recibió en una cuenta bancaria $134 millones, lo que hoy serían $535 millones.

Según el mismo informe, Vargas sobornó a un empleado bancario para que manipulara el expediente de los ingresos de quien era su esposa en ese momento, Mónica Janeth Salinas. Ella tuvo en sus cuentas $835 millones entre 2002 y 2004, unos 1.900 millones de hoy. “Se conoció por información de inteligencia que Gilberto Vargas Durango le habría entregado, al parecer, una suma considerable de dinero al gerente de la sucursal del BBVA Alpujarra, en Medellín, del año 2005, para sacar documentos que reposaban en la carpeta de los productos manejados que comprometían a su esposa”, se lee en el informe.

El DAS, según el mismo documento, también señaló a Vargas de ser narcotraficante, aunque finalmente su condena sería por el delito de lavado de activos. “Gilberto Vargas Durango se dedica al tráfico de sustancias alucinógenas (heroína y cocaína) con una ruta a Centroamérica, a Guatemala”, señalaron.  Sin embargo, Vargas no sabía de la existencia de la investigación e insistía en mantener su máscara.

Un criminal con iniciativa

Vargas fue apresado el 12 de junio de 2008. Ese mismo día rindió indagatoria ante la Fiscalía y se declaró inocente. Insistió en que se dedicaba a la cría de ganado y que tenía “unas 220” cabezas. Para el falso ganadero era importante que su versión fuera respaldada y encontró quien lo hiciera.

En septiembre de 2008 el reconocido terrateniente de San Roque (Antioquia), Javier Andrés Sánchez Veléz, firmó una declaración extrajuicio con destino al fiscal que adelantaba la investigación. “Al señor Gilberto Vargas lo conozco personalmente como ganadero, persona muy seria, tanto en los negocios como en su vida familiar”. Incluso, se puso a disposición de la Fiscalía para declarar en favor del investigado. En la actualidad, Sánchez es representante legal suplente de la empresa ganadera Offerto Comercializadora S.A.S.

Sin embargo, el proceso dio un giro que demostró que Vargas era diferente a lo que Sánchez decía. Uno de los cerebros de la operación de lavado, Efraín de Jesús Gutiérrez Betancur, empezó a delatar a todos sus cómplices, entre quienes estaban Vargas y su esposa Mónica Salinas. Los detalles que contó desenmascararon al supuesto ganadero y dieron cuenta del poder que tenía en todo el entramado criminal.

Primero, Gutiérrez reveló que la operación de lavado de activos logró introducir a Colombia $12.000 millones producto de operaciones de narcotráfico ejecutadas por la organización narcoparamilitar de ‘Don Berna’. Para eso, se valieron de 32 cuentas bancarias entre 1999 y 2005.

Gutiérrez aseguró que conoció a Vargas por medio de otro narcotraficante “para quien él trabajaba”. Además, dijo que Vargas conoció al cerebro de toda la operación, Nazir Eliécer Osman, lo que no es fortuito en el bajo mundo, donde el acceso a los cabecillas está reservado para personas de extrema confianza.

También aseguró que Vargas lo incitó a ejecutar otras operaciones de lavado. En la acusación de la Fiscalía se lee: “(Vargas) Le propuso al mismo Efraín bajar un dinero de Jamaica, a lo que este se rehusó debido a que esa isla era muy dura porque cobraban el 18%”. El testigo agregó que Vargas le pidió recibir otros $400 millones provenientes de Cali y le dio $500.000 de bonificación.

Ese testimonio cambió el panorama judicial de Vargas, por lo que modificó su estrategia buscando una rebaja de pena. En una comunicación que le envió al juez del caso, el 22 de diciembre de 2009, admitió el delito de lavado de activos. “Cuando fue avanzando el proceso pude darme cuenta que no tenía sentido seguir negando mi responsabilidad”, reconoció Vargas. Pero, luego, hizo una singular argumentación frente a sus actos. “Aunque no desconozco el delito que se me endilgó, lo cierto es que nunca antes había estado incurso en ilícito alguno, que lo hice por puro desconocimiento de la ley”, aseguró. Es decir, se despojó de la máscara de ganadero, pero en su lugar se puso la de la ingenuidad.

El 20 de enero de 2010 Vargas recibió una condena de 48 meses de prisión y se le impuso un pago de $153 millones de la época, que hoy serían $251 millones. Pero la derrota judicial y el pago de esa multa no detuvieron el éxito económico del enmascarado.

Sin ingenuidad para los negocios

Antes de caer preso Vargas puso a buen recaudo su dinero por medio de inversiones y de la creación de empresas. El 24 de marzo de 2006, varios integrantes de la familia Vargas Durango fueron a la Notaría 29 de Medellín y crearon la compañía CI Agropecuaria La Estrella Limitada. Los socios fundadores eran Carlos Antonio Vargas Durango (hermano), Diana Irleth Vargas Durango (hermana), Wilda de Jesús Durango Lopera (mamá) y Gilberto, quien figuraba como socio mayoritario. El capital inicial fue de $100 millones, unos $211 millones de hoy.

Un documento da cuenta de que el 24 de mayo de ese año, Gilberto le entregó un poder a Farid Ospina Banguera para adelantar todos los trámites de inscripción empresarial ante la Cámara de Comercio de Medellín. Ospina es un reconocido político en Turbo (Antioquia), que en 2007 intentó llegar a la Alcaldía, pero se quemó. En las pasadas elecciones a Senado se movió a favor del liberal Lidio García Turbay. En 2023 busca hacer realidad su viejo sueño y aspira a ser alcalde con el impulso de un grupo significativo de ciudadanos llamado Nuestro Distrito Primero.

Llamamos a Ospina para saber su versión sobre esos hechos, pero cuando le preguntamos cómo conoció a Vargas se cortó la llamada. Dos horas después nos llamó y dijo “a mí no me interesa ningún tipo de entrevista con un periodista”.

Esa empresa cambió de nombre a C.I Inversiones Vargas Durango, en 2007 adquirió una estación de gasolina Terpel en Fredonia (Antioquia) y se liquidó en 2016 bajo el nombre de Agrominco.  

Pero Vargas puso su dinero en varios frentes. En 2007, dos años después de que terminara la megaoperación de lavado y uno antes de caer preso, hizo varias inversiones en tierras en Urabá. Entre marzo y agosto Vargas compró siete predios en Necoclí (Antioquia), cuatro de ellos le fueron vendidos por Alcides Ríos Mazo, según la Fiscalía, un confeso narcotraficante.

En Medellín también compró varias propiedades, y entre esas transacciones hay una que resulta llamativa. El 25 de enero de 2006, Carlos Antonio Vargas Durango (hermano de Gilberto) adquirió un predio en el barrio El Porvenir de la capital antioqueña, por el que pagó $63 millones. Apenas un año después, el 13 de febrero de 2007, se lo vendió a Gilberto casi duplicándole el precio: $112 millones. En 2011, Vargas le vendió el predio al Banco de Occidente por $200 millones.

La familia Vargas también utilizó a CI Inversiones Vargas Durango para adquirir predios en Medellín, así lo hizo con una oficina y un parqueadero ubicados en el edificio Balcones del Cerro, en el barrio Conquistadores. La compañía compró esos bienes el 24 de julio de 2007. En 2016, con la liquidación de la empresa, quedaron en manos de Gilberto. Este se los vendió, en 2019, a Jhojan Duverly Celis Ortíz, quien trabaja en la seccional Antioquia de la Procuraduría y, como lo reveló Cuestión Pública, fue asistente del exsenador liberal Iván Agudelo. Llamamos y le escribimos por Whatsapp a Celis, pero hasta el momento de la publicación de este reportaje no habíamos obtenido respuesta. 

La cárcel significó apenas una derrota parcial para Vargas, quien ahora se mueve en escenarios internacionales y genera inquietud en las autoridades de varios países europeos.

Otra máscara para entrar en las grandes ligas

Hasta hace dos semanas, en las publicaciones de internet en las que se reseñaba la caída de la red de lavado de la cual Vargas hizo parte, su nombre no aparecía. Incluso, en un artículo del diario El Colombiano solo salían las iniciales “GVD”. El Espectador reveló los motivos por los cuales la información de Vargas en la web era tan limitada. El desenmascarado lavador pagó en 2018 y 2019 a una empresa que, con prácticas cuestionables, como la suplantación de autoridades, ofrecía los servicios de eliminar de internet menciones indeseadas que no dejaban bien parados a personajes poderosos.

Las nuevas inversiones de Vargas explicarían su afán por ocultar su pasado. Ahora es un  empresario próspero. El portafolio de Vargas se ha ido ampliando con el tiempo. Por ejemplo, en 2018 la Agencia Nacional de Minería reportó que Vargas recibió la cesión total de derechos para explotar minas de plata y oro en Antioquia (Argelia y Sonsón) y en Caldas (Norcasia y Samaná).

Las transacciones de años recientes dan cuenta de que su paso por la cárcel no le impidió seguir acumulando riqueza o de que, tal vez, nunca la perdió. En 2017, Vargas invirtió $2.823 millones en bienes inmuebles. A Roque Jacinto Redondo Torres le compró 13 bienes ubicados en el centro comercial Badillo de Cartagena. En Medellín, junto con su hermano Carlos Antonio, les compraron una casa a las empresas Inversiones G.D.O. S.A.S e Inversiones FD S.A.S.

Los 13 locales que Vargas compró en Badillo los vendió después, por el mismo valor por el que los adquirió, a la empresa Maxminera S.A, cuyo gerente es Hernando José Marriaga Pacheco. Este empresario fungió como representante legal de la Unión Temporal EDP Pozón 2019 que suscribió un contrato por $14.800 millones con la Alcaldía de Cartagena, según reportó El Heraldo.

A esas multimillonarias transacciones se suma que los negocios de Vargas han trascendido fronteras y continentes. Por ejemplo, en 2016, su hermana Diana Irleth fundó en La Florida (Estados Unidos) la empresa Agroesco Trade LLC. En el documento fundacional, al que Vorágine tuvo acceso, Gilberto quedó autorizado para manejar la empresa.

Esa compañía ha recibido exportaciones desde Colombia que hace Agroesco S.A.S, otra empresa de Gilberto Vargas en la cual también ha tenido participación su hija, Dayana Michel Vargas. Entre 2017 y 2020 esta última compañía, registrada en la Cámara de Comercio de Medellín, hizo exportaciones multimillonarias, las cuales reportó como envíos de fruta.

Las operaciones empresariales  de Vargas han llegado hasta España, país donde obtuvo la nacionalidad. Allá ha manejado varias empresas, entre las que se encuentran Ilger Inversiones SL, Mose Restauracio 2017 S.L, Sabor Kriollo Restauración S.L y Knia III Valencia Sociedad Limitada. También fue gerente de la empresa Agroinco Internacional S.A., en Panamá.

Ese aparente éxito en los negocios de Vargas después de sus actividades criminales ha generado sospechas de las autoridades. Vorágine conoció que policías de varios países europeos siguen de cerca sus pasos. Buscan establecer si Vargas opera desde la absoluta legalidad o si, de nuevo, sus negocios serían una máscara para esconder el origen de su opaca riqueza.

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