El expediente que involucra a Zapateiro con los paramilitares
11 de junio de 2022

Una declaración que menciona una vieja alianza entre los paramilitares y una unidad del Ejército comandada por Eduardo Enrique Zapateiro cuando era capitán —hoy es general de la República y comandante del Ejército— yace en un expediente que lleva 14 años acumulando polvo en una estantería de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía. Se trata de un testimonio que rindió un hombre llamado Carlos Arturo Furnieles Álvarez y que hasta ahora el país conoce.
Furnieles estudió hasta tercero de primaria en Apartadó, Antioquia. En su juventud vivió todas las guerras: primero fue soldado y luego paramilitar, hasta llegar a ser escolta de Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, uno de los máximos comandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
La historia de Furnieles en el conflicto inició el 24 de noviembre de 1994, cuando se presentó a la Brigada XVII, en Carepa, a prestar servicio militar. Durante quince meses hizo parte de una unidad del batallón Voltígeros, comandada por el entonces capitán Zapateiro.

La entrada de Furnieles a las filas coincidió con la llegada de las AUC al Urabá antioqueño, en alianza con el Ejército, como está documentado en decenas de sentencias que, en el marco del proceso de Justicia y Paz, reconstruyeron la sangrienta avanzada.
El expediente que revela hoy Vorágine es muy preciso en mencionar a Zapateiro:
“Carlos Arturo Furnieles ratifica lo manifestado en cuanto a la coordinación entre militares y autodefensas en versión del 16 de abril del 2009, donde habla del capitán Zapateiro, comenta sobre un desplazamiento en unos camiones hacia el sector El 40, jurisdicción del municipio de Chigorodó, narra la permisibilidad por parte de los militares para que las autodefensas pudieran cometer hechos contra la población civil, manifiesta haber estado en un simulacro (de combate) que se hizo para desvirtuarse a la población civil los nexos entre militares y paramilitares”.
Líneas más adelante se lee: “Con las versiones que en la unidad de Justicia y Paz han rendido muchos de los que integraron las autodefensas de la época, el país empezó a conocer hasta dónde llegó la convivencia entre la fuerza pública y las autodefensas, la Fiscalía investiga nuevamente al general Rito Alejo Del Río (comandante de la Brigada XVII entre 1995 y 1998) y ha abierto expedientes contra otros oficiales”.
Yendo al detalle de la declaración, Furnieles narra un episodio de febrero de 1996 que le hizo entender a él por primera vez que el Ejército en efecto tenía una alianza con miembros de las AUC. Recuerda una vez que, siendo soldado, iba a bordo de un camión del Ejército que se estaba desplazando hacia el sector El 40, de Chigorodó, cuando apareció un retén de las AUC. Lejos de haber un enfrentamiento o un combate, Furnieles dice que simplemente los carros pasaron de largo.
“Recuerdo que íbamos tres carros, íbamos al mando del señor oficial, capitán para ese entonces Zapateiro; estando nosotros en la jurisdicción de Barranquillita (…) nosotros nos tiramos de los camiones pensando que era la guerrilla y los suboficiales nos dijeron que no, que eso no era guerrilla, que eso eran tropas del Batallón de Contraguerrilla 35 que estaban por ahí, pero como nosotros los militares sabemos cuáles son las áreas de cada unidad, nosotros sabíamos que por ahí no estaba ningún batallón de contraguerrilla”.
Furnieles dice que la noche estaba clara y que alcanzó a ver que los paramilitares poseían fusiles AK 47 y vestían camuflados. “Posteriormente nos retiramos y nos ubicamos en otro sitio y ellos (los paramilitares) se quedaron en una finca El Trébol (…) Sabíamos que íbamos para Barranquillita, esa era la orden, de llegar a Barranquillita y ubicarnos por ahí”, aseguró bajo la gravedad del juramento.

La finca El Trébol que menciona Furnieles era de propiedad de un hombre llamado Ángel Adriano Palacios Pino, más conocido como ‘El Negro Pino’, capturado en marzo de 2014 con fines de indagatoria por despojo de tierras. El comunicado de la Fiscalía que referencia su captura dice: “De acuerdo con lo establecido, durante los años 1996 y 1998 se produjo una presunta alianza entre paramilitares, narcotraficantes y empresarios ganaderos de la región para apoderarse y concentrar grandes extensiones de tierra en el suroccidente de Turbo, en Chigorodó”.
La declaración de Furnieles devela luego asuntos más graves. “En el lapso de unos días, de cinco o seis días en adelante, se comenzaron a registrar una serie de homicidios en ese sector, en la vereda Barranquillita, en la propia vereda, fue sacado un profesor, la comunidad pensó que había sido el Ejército porque inmediatamente fueron donde nosotros estábamos, que si nosotros teníamos al profesor retenido y el comandante de esa contraguerrilla les dijo que no. Inmediatamente al percatarnos de esa situación, comenzamos a hacer un registro por los alrededores por donde se habían llevado a dicho profesor y resulta y pasa que nos encontramos con la sorpresa de que ya el profesor había sido dado de baja por un grupo de autodefensas que se encontraba para ese entonces en ese sector”.
Frente al asesinato del profesor, Furnieles dice que el Ejército no hizo nada: “Posteriormente no se hizo nada de ninguna clase de operativo, el capitán informó a los que hacen el levantamiento, hicieron el levantamiento y hasta donde tengo entendido creo que se llevaron el cadáver hacia Chigorodó”. Furnieles habla también del asesinato de un señor que vendía pescado en una moto.
El fiscal le pregunta a Furnieles: ¿Ese profesor era una persona conocida en Barranquillita?
A lo que contesta: “Era un docente de la comunidad, era muy conocido en la comunidad, porque la comunidad protestó, buscó…”.
Pregunta el fiscal: ¿Quién le dio muerte a ese señor?
Furnieles: “Si nosotros nos encontramos con un grupo al margen de la ley, que no es Ejército y que tiene armamento de guerrilla y no nos dispara, nosotros en la mentalidad de nosotros son las autodefensas. Y para esos días comenzó a murmurarse que ya las autodefensas estaban en esa región y las muertes que se venían presentando”.
Pregunta el fiscal: ¿Qué tiene que ver esta muerte del profesor en Barranquillita con lo que venía narrando inicialmente? (…) ¿Entonces qué tiene que ver el Ejército con esa parte?
Furnieles: “Nosotros llegamos ahí a ese sitio y nosotros sabíamos que ya los grupos de autodefensa se habían posesionado en ese sector de Barranquillita, porque esa noche que nosotros llegamos ahí, ellos no nos dispararon. Y al otro día la gente empezó a murmurar que las autodefensas estaban en la región. Y al ellos no requisarnos y al no haber intercambio de disparos, ya nosotros sabíamos que era un grupo de autodefensa, pero los oficiales para ese entonces manejaban una mínima, una mínima información para que los soldados fueran ajenos o que no se dieran de cuenta que estaban habiendo vínculos (sic)”.
Según Furnieles, las tropas de Zapateiro y las AUC se ubicaron en dos sectores de Barranquillita sin hacerse daño y de forma concertada. Y asegura que los militares no hicieron nada frente a los homicidios que cometían los ‘paras’. “Nosotros nos dábamos cuenta que había muertos era porque los familiares iban y nos informaban que se había desaparecido un fulano, que se había desaparecido el que vendía el pescado, que no aparecía el otro y sucesivamente se fueron presentando esa serie de homicidios en ese sector de Barranquillita”.
Las tropas de Zapateiro simularon un combate
Y aquí es donde Furnieles habla de un simulacro de combate que la unidad comandada por Zapateiro hizo para legalizar munición y dar la impresión ante la comunidad de que estaban atacando a los miembros de las AUC. Esto, dice, ocurrió diez o quince días después del asesinato del profesor.
“El coronel que toma la decisión de que ataquemos esa base donde están las autodefensas, hicimos un ataque como quién se dice, hicimos un simulacro, porque nosotros sabíamos que ellos estaban a 100 metros de la carretera y la mayoría de los fusiles que se dispararon se dispararon fue hacia el río, o sea que en ningún momento le disparamos hacia el objetivo que era donde ellos estaban (sic)”.
Pregunta el fiscal: Pero dice usted que eso fue un simulacro porque dispararon al aire, ¿quien dio la orden de disparar al aire?
Furnieles: “El oficial que se encontraba”.
Fiscal: ¿Quién era ese oficial?
Furnieles: “El que ya le informé”.
Fiscal: ¿El capitán Zapateiro?
Furnieles: “Y el suboficial, el sargento para ese entonces López, no recuerdo el apellido”.
Fiscal: ¿Cómo le dio Zapateiro la orden al grupo en el cual usted estaba?
Furnieles: “No, esa la dio fue un suboficial, el que hiciera una escuadra, que hiciera un registro, porque nosotros nos encontrábamos antes de llegar a Barranquillita”.
Fiscal: ¿Sí, pero usted hizo parte de ese grupo que disparó al aire?
Furnieles: “Sí”.
Fiscal: ¿Y a usted qué le dijeron?
Furnieles: “A nosotros nos informaron de que íbamos a hacer un desplazamiento hacia ese sector, o sea la información era que había un grupo ahí, pero que no podíamos disparar en ningún momento hacia adentro de la finca, sino todo como para que la comunidad se diera de cuenta de que nosotros sí estábamos atacando a las autodefensas”.
Fiscal: Pero usted hacía parte del Ejército que estaba en la zona y que actuó allí, díganos, ¿en qué consistían esas alianzas? ¿Cómo sabe usted que existían acuerdos previos?
Furnieles: “Simple señor fiscal, eso es lo más sencillo del mundo, si estamos en una región donde hay un grupo al margen de la ley y está el Ejército nacional y no lo atacamos es porque hay nexos, yo no puedo entrar a profundizarle, a decirles cosas de que de pronto yo voy a ponerme a improvisar más de lo que no sé, yo le digo lo que estoy viendo”.
Vorágine contactó al general Zapateiro y le compartió las declaraciones de Furnieles en bruto, tal cual aparecen en el expediente, para obtener una respuesta. No desmintió nada de lo que dijo Furnieles. Esto fue lo que contestó a través del personal de prensa del Ejército:
“Sobre la información que usted nos ha compartido, se evidencia con total claridad que el versionado manifiesta que no recibió en ese entonces ninguna orden por parte del señor capitán Zapateiro, por lo que en atención a ello, no se tiene vinculación alguna sobre los hechos que refiere. Además, como corresponde a la información jurídica del señor general Zapateiro brindada por la Fiscalía y la Procuraduría en el año 2020 ante el Congreso, no da cuenta de requerimientos que hayan existido relacionados con estos hechos”.

Así mataron al profesor con ayuda del Ejército
El asesinato y descuartizamiento del profesor Jesús María Barreneche Zuleta, el mismo que menciona Furnieles, es un hecho de barbarie que quedó grabado en la memoria de los habitantes de Barranquillita, un pequeño caserío de una sola calle, que para 1996 se ubicaba a orillas del río León, en Chigorodó.
Vorágine habló con varias personas de la comunidad, entre ellos un hombre que estuvo en el momento en que se llevaron al profesor ‘Chucho’, como lo llamaban de cariño. Barreneche era el rector de la Concentración Educativa de la Inspección Departamental de Barranquillita. Llevaba 17 años como educador y era líder cívico y comunitario.
El testigo al que entrevistamos y del que omitimos el nombre para salvaguardar su seguridad fue alumno de Barreneche. Aún conserva la firma que el profesor ‘Chucho’ estampó en uno de los boletines de calificaciones.

Los hechos ocurrieron el 3 de febrero de 1996. “Eso fue así de rapidez, ellos entraron y se lo llevaron de una vez, ellos no le mandaron a decir nada. Llegaron tipo 9:00 de la noche, entraron los camiones y el personal atrás, entraron a la casa de él a buscarlo. A uno de los compañeros de estudio le mocharon un pedazo de oreja, el muchacho vivía con él ahí en ese entonces. Ese pelao estaba en los 13 o 14 años”.
Vorágine: ¿Cómo fue exactamente?
Testigo: “El pelao se puso a llorar, entonces le mocharon el pedazo de oreja, y le dijeron que se perdiera de ahí o sino también se lo llevaban”.
Para esa época el testigo tenía 14 años, estaba en noveno de bachillerato. “Me acuerdo que esa noche estábamos viendo televisión en la calle. En esos pueblitos pequeños ponen el televisor afuera. Estaban los muchachos ahí reunidos, cuando pasaron con el profesor amarrado, lo halaban con unos lazos, con las manos hacia atrás”.
Vorágine: ¿Cómo estaba vestido el profesor Barreneche?
Testigo: “Llevaba una pantalonetica roja, porque él era muy hincha del Medellín. Y yo era del Nacional. Por eso había una comunicación de él conmigo. Cuando ganaba Medellín él me molestaba y lo mismo yo cuando ganaba Nacional. Llevaba una camiseta blanca con vivos rojos, también del Medellín. La camiseta la llevaba en el hombro, iba descamisado. Y se lo llevaron amarrado”.
Vorágine: ¿Alcanzó a ver algún uniforme del Ejército entre los hombres que llegaron en los camiones?
Testigo: “No. Sí supimos que iban revueltos (soldados y paramilitares). Recuerdo ver los uniformes de las AUC. ¿Escuchaste alguna vez mentar a ‘Palillo’? Era uno de esos asesinos, era uno de esos manes”.
Vorágine: ¿Ustedes se escondieron esa noche?
Testigo: “Nada, porque los manes llegaron a donde nosotros estábamos, nos hicieron tirar al piso, a todo el mundo, a todos los que estabamos ahi. Y nos dijeron, ‘aquí va a pasar un señor que si sabe que ustedes son de la guerrilla, no queda ni uno aquí en su casa, no se responde’”.
Y prosigue: “Gracias a Dios el informante pasó —y como era muy conocido en el caserío— dijo que ahí no había nadie (colaborador de la guerrilla). No señaló a nadie porque él era compañero de los manes que estaban ahí (la comunidad)”.
Vorágine: ¿Usted conocía al informante?
Testigo: “Exactamente, llegaron con un informante que era de ahí mismo del pueblo. Le decían ‘El Bola’. Y solamente señaló al profesor ‘Chucho’ de entrada, ¿sí me entiende?”.
Vorágine: ¿Qué pasó después de que se llevaron al profesor Barreneche?
Testigo: “A él lo asesinaron el sábado en la noche, y el martes lo fuimos a desenterrar, a recoger. Llegó la Cruz Roja para irlo a desenterrar. Se pidió permiso de ahí de la Junta de Acción Comunal, se habló con esa gente para que dieran permiso y poder irlo a recoger. Se tomó la decisión de hacer una comitiva y se fue a desenterrar. Dieron las coordenadas, y daban por ahí en el kilómetro 18, vía Las Babillas, la Panamericana que llaman”.
Vorágine: ¿Qué encontraron?
Testigo: “Esa vez fuimos como cinco personas, iban como cuatro de la Cruz Roja, el resto de ahí mismo del pueblo. Lo encontramos a la orilla de la carretera, como a cuatro metros de la orilla, en un caño, al lado de un palmito semienterrado porque no estaba ni enterrado del todo. Comenzamos a escarbar con una palita y como a una cuarta ya estaba el cuerpo de ahí pa’ abajo”.
Vorágine: ¿Es verdad que estaba desmembrado?
Testigo: “Sí, señor, las piernas. Apenas tenía el tronco. Duro, duro, muy duro”.
Vorágine: ¿Estos señores de las AUC actuaron con permiso del Ejército? ¿Trabajaban de la mano?
Testigo: “Esa cosa sí te digo, qué te digo yo, usted sabe que eso sí fue así”.
Vorágine: ¿Entre los que llegaron por el profesor había militares revueltos con miembros de las AUC?
Testigo: “Había unos que eran…¿sí me entiende? Del mismo batallón. Yo te digo porque esta información la dio el mismo muchacho (el informante) un día ebrio, en el Liceo Departamental de Chigorodó, Antioquia. Como él era muy amigo de nosotros él sacó esa información así a flote, dijo que a ‘Chucho’ lo catalogaron como una persona que cogía personas para llevarlas para la delincuencia (para la guerrilla) ese fue el montaje que le hicieron a él”.
Vorágine: Lo acusaron de ser aliado de la guerrilla…
Testigo: “Sí, y ese fue un montaje porque eso no pasó. Esa fue una mala información que dicho sujeto dijo, porque el muchacho tuvo un problema con el rector, entonces lo cogió en la mala y por cogerlo en la mala se lo tiró de enemigo. Porque si hubiese sido así como dijeron muchos que lo encochinaron ese día entonces habían matado o se habían llevado por ahí a siete porque eran compañeros de él, y usted sabe que allá había gente que estaba en su vuelta con la guerrilla”.
Vorágine: ¿Recuerda el apellido Zapateiro?
Testigo: “¡Exactamente! Y otro comandante que le decían ‘Jean Paul’. El apellido Zapateiro, claro, era comandante de esa época”.
Vorágine: ¿Recuerda algún otro asesinato?
Testigo: “Hombe, por esos días fue que hubo el desenlace. Está el caso del difunto ‘Pelusa’, que es de apellido Rincón. Está el de ‘Marlboro’, que ese sí fue la tapa de la olla. Porque llegaron, se le tomaron todas las bebidas, se le metieron a la casa, comenzaron a disparar dentro de la casa, después se lo llevaron pa’ los lados del puente, y le dieron un tiro de gracia en la cabeza y lo tiraron al río”.
Vorágine: ¿Nos quiere compartir algún recuerdo del profesor Barreneche?
Testigo: “Que era el rector del colegio en el que yo estudiaba. Estudiábamos hasta décimo ahí. Era un señor calidoso, muy allegado a la comunidad, él era una persona que se hacía querer de la gente, era un líder de Barranquillita, donde nosotros vivíamos. Era un señor delgado, medía más o menos 1,65 metros. No era muy moreno, sino acanelado, y era una persona muy cariñosa. Yo me veía con él todos los días, porque vivía muy cerca de la casa de él, todos los días comentábamos de una cosa y de otra. Él era muy carismático, una vez nos fuimos para la orilla del río León, y se estaba ahogando, me tocó a mí y otro compañero ayudarlo a sacar porque no sabía nadar. El río quedaba ahí mismo, en el pueblecito”.
Tal como lo dijo Furnieles en su declaración, el pueblo protestó por la muerte del profesor ‘Chucho’. Así quedó registrado en una noticia de la época: “En protesta por el crimen de Barreneche Zuleta, así como por los crímenes y amenazas contra educadores del departamento, miembros del magisterio realizaron un paro de 48 horas”.
El asesinato del profesor ‘Chucho’ está impune y nunca se investigó.
*FIN*