Desde hace años, varios soldados han señalado al general Giovanni Rodríguez de ordenar tres ejecuciones extrajudiciales, pero nunca había sido vinculado formalmente a un proceso judicial. La JEP acaba de llamarlo a declarar.
26 de octubre de 2025
Por: Jaime Flórez / Ilustración: David Giraldo @giraldocdavid
Desde hace años, varios soldados han señalado al general Giovanni Rodríguez de ordenar tres ejecuciones extrajudiciales, pero nunca había sido vinculado formalmente a un proceso judicial.

El general Giovanni Rodríguez León ascendió hasta los más altos rangos militares pese a que, al menos desde hace un década, varios soldados han declarado ante las autoridades que perpetraron tres ejecuciones extrajudiciales porque él lo ordenó. Actualmente, el alto oficial dirige el Comando de Educación y Doctrina del Ejército, y hasta agosto pasado fue el comandante de la Segunda División, que opera en el nororiente colombiano. Como jefe máximo de esa unidad, tuvo bajo su mando las operaciones en Catatumbo, la región donde se cometieron los crímenes por los que sus subalternos lo han señalado. 

En 2006, cuando ocurrieron los asesinatos de Evelio Angarita, Giovanni Pérez y José Guber López, Rodríguez era apenas un mayor del Ejército, es decir, un oficial de rango medio. Desde entonces, ha escalado casi hasta el grado máximo, el de mayor general, que hoy ostenta, sin tener que dar muchas explicaciones por los señalamientos. Apenas hay registro de una declaración suya en 2016, en la que se limitó a decir que no recordaba los hechos por los que se le indagaba. Finalmente, el pasado 14 de octubre, en una resolución conocida por VORÁGINE, la JEP abrió un expediente para conocer el caso del general, y lo citó a una audiencia para que entregue su versión.

En abril pasado, varias organizaciones de derechos humanos, como la Asociación Minga, la Corporación Jurídica Libertad y el Movice, le enviaron una carta al presidente Gustavo Petro y al ministro de Defensa, Pedro Sánchez, pidiendo que se retirara a Rodríguez del servicio, por los señalamientos que recaen sobre él. La respuesta negativa a la petición llegó a través de la Dirección de Personal del Ejército, que se refirió a la presunción de inocencia del general, y agregó que en sus bases de datos “no se encontró sindicación alguna”. Sin embargo, en los expedientes judiciales hay varios registros de los señalamientos.

Los testimonios contra el general Rodríguez

Luis Evelio Angarita tenía 29 años y vivía con sus padres y hermanos en una finca en Teorama, Norte de Santander. El 19 de julio de 2006 se fue muy temprano a trabajar a un cultivo de frijol cercano. Iba vestido con sus habituales ropas de jornalero y acompañado de Montes, un perro criollo que había adoptado un par de años atrás. Antes de salir le dijo a Carmen, su madre, que no iba a llevar merienda porque no se demoraría, y regresaría a almorzar. Pero en su casa nunca lo volvieron a ver. 

Yuleida Angarita, hermana de Evelio, le contó a VORÁGINE que en el transcurso de esa mañana, un grupo de soldados llegó a la finca y preguntaron por él. Luego, hacia el mediodía, la familia escuchó unos disparos. En la tarde, Montes, el perro, volvió solo. Ladraba y daba vueltas con desespero, jalaba el pantalón a los hermanos de Evelio, como si quisiera indicarles algo. Entonces, siguieron a Montes, que los condujo hasta un potrero donde vieron rastros de sangre. Al final del día, los vecinos de otra vereda llamaron a la familia y les confirmaron que el Ejército se había llevado el cuerpo de Evelio. 

El testimonio del subteniente Gerardo Antonio Martínez es una de las piezas claves para saber lo que pasó en esas horas determinantes en las que la familia no supo nada de Evelio. En una audiencia ante la JEP, el pasado 22 de mayo, el militar retirado contó cómo se cometió el crimen, y reiteró que se ejecutó por orden del hoy general Giovanni Rodríguez. 

Según el relato de Martínez, quien comandaba la compañía Águila, adscrita al Batallón de Contraguerrilla 95, él y su unidad militar entraron varios días antes del asesinato a esa región donde vivía Evelio Angarita. Iban acompañados por un desmovilizado del ELN, quien tenía como tarea guiarlos y señalarles a los demás miembros del grupo armado. En uno de sus patrullajes, según Martínez, se encontraron con Evelio, quien iba vestido con sus ropas de jornalero y no llevaba armas. Entonces, el desmovilizado que los guiaba señaló al campesino de ser un explosivista de la guerrilla, y, por eso, los soldados lo retuvieron durante varias horas. 

Martínez tenía que decidir qué hacer con el detenido, y decidió consultar a su superior. “En ese momento yo me retiro y le hago una llamada al comandante del batallón, que era mi mayor Rodríguez León Giovanni. Le digo: ‘mi mayor, tenemos esta situación: el teniente Jiménez retuvo a un señor’, y le cuento la historia completa de todo lo que pasó. (…) Él me dice: ‘usted ya sabe lo que tienen que hacer, háganlo bien’”, aseguró el compareciente ante la JEP.

Más adelante, en su declaración, Martínez explicó lo que, para él, significaba la respuesta de Rodríguez: “Cuando él me dice ‘usted ya sabe lo que tiene que hacer’, para nadie es un secreto que estábamos en un momento en que estas situaciones se vivían a diario. Y si no las vivía uno, las escuchaba. Eso del famoso kit, de las ejecuciones extrajudiciales. Él nos dijo: ‘ya saben lo que tienen que hacer’, pues determinamos que era asesinar al señor Luis Evelio. Y ‘háganlo bien’ es reporten bien las cosas, hagan bien el informe, tomen las fotos como se tienen que tomar”. 

Según el testigo, luego de recibir la orden, le contó al resto de soldados de la compañía y nadie se opuso a ejecutarla. Entonces acordaron cómo iban a cometer el crimen. Le pidieron a Evelio que los guiara por la zona, pero antes, le dijeron, debía ponerse un uniforme camuflado para no levantar sospechas. Luego, descendieron por un cerro, y, cuando llegaron a la parte baja, un soldado le disparó y lo mató. Después hicieron varios disparos al aire para simular un combate. 

La compañía entregó el parte de la falsa operación. Dijeron que, entre la vegetación, habían visto a varios hombres sospechosos que les empezaron a disparar. Agregaron que respondieron al fuego y que, cuando verificaron el terreno, encontraron el cuerpo de Evelio junto a una pistola y dos minas. Todos los 20 miembros de la compañía recibieron cinco días de descanso como premio por el asesinato. 

La familia de Evelio quedó hundida en la tristeza. Su madre, Carmen, intentó quitarse la vida. Un año después del crimen, decidieron abandonar la finca porque no podían soportar el dolor de que todo en aquel lugar les recordara a Evelio. Nunca más regresaron a sus tierras. En los meses posteriores al asesinato, Montes, el perro, dejó de comer. Se pasaba los días echado en el suelo. Se iba hasta el lugar donde habían matado a Evelio y se ponía a aullar. Ocho meses después, el animal murió de tristeza, cuenta Yuleida Angarita.

Los asesinatos de la compañía Buitre

Los testimonios de un grupo de soldados distinto al que participó en el crimen de Evelio, vinculan al hoy general Rodríguez en otros dos asesinatos en circunstancias similares. Según el relato de miembros de la compañía Buitre, también adscrita al Batallón de Contraguerrilla 95, el 6 de junio de 2006 asesinaron a dos hombres por orden del entonces mayor Rodríguez.

Ese día, en la tarde, los miembros de la compañía detuvieron, en dos momentos distintos, a José Guber López y a Giovanni Pérez, en zona rural de San Calixto, también en Catatumbo. Sobre el primero, las autoridades judiciales tienen información que indica que era un profesor y líder comunitario. Sobre Pérez, hay versiones que lo señalan de haber pertenecido a un grupo ilegal. Según las declaraciones de los soldados, al momento de la detención les pidió que le respetaran la vida y les dijo que les iba a entregar información.

Pese a que las circunstancias de los dos detenidos eran distintas, los miembros de la compañía los juntaron y empezaron a discutir sobre su destino. En una audiencia, en septiembre de 2024, la JEP resumió el caso y explicó: “El subteniente Jaime Alberto Villegas fue señalado como uno de los autores principales del crimen, quien, según su versión, recibió la orden de Giovanni Rodríguez León, su superior, de que no entregara a los detenidos con vida”.

Por su parte, Villegas, quien era el comandante de la compañía Buitre, relató: “Yo no estaba de acuerdo con que se cometiera un homicidio, sino con entregarlos. El cabo Peñalosa no estaba muy de acuerdo conmigo. Tuvimos un altercado entre varios de los cuadros de mando. Sin embargo, yo dije: ‘lo que ordene el comandante del batallón es lo que se va a hacer’”.

Entonces, aseguró Villegas, llamó al mayor Rodríguez para tomar la decisión: “Ya como a las 9 de la noche llamé al comandante del batallón y le informé acerca de las dos capturas que teníamos, a lo cual él me me dijo textualmente: ‘¿Cuántas bajas tiene?’ Y yo respondí: ‘No, mi mayor, yo tengo dos capturas’. ‘Hermano, vuelvo y le repito: ¿Cuántas bajas tiene?’. Ya a la tercera ocasión me dijo muy claro: ‘cuando tenga una baja en combate me habla’. Ya interpretando las cosas que él me decía, era improrrogable la orden que me había dado de asesinar a estas dos personas”.

Luego de hablar con Rodríguez, dice Villegas, se puso de acuerdo con sus compañeros para ejecutar el crimen. Hacia la 1 de la madrugada asesinaron a los dos detenidos y luego hicieron disparos al aire para simular el combate. Finalmente, reportaron que la compañía había sido atacada por guerrilleros del EPL y que, en medio del combate, Pérez y López habían muerto. 

Desde 2009, distintas instancias penales, disciplinarias y administrativas han investigado las ejecuciones extrajudiciales de Evelio Angarita, Giovanni Pérez y José Guber López. Los miembros de las compañías Águila y Buitre, que ejecutaron los asesinatos, han sido procesados ante la justicia ordinaria y ante la JEP. Sin embargo, quien era su jefe inmediato, el hoy general Rodríguez, nunca había sido vinculado formalmente a estos procesos, como lo indicó la misma Dirección de Personal del Ejército, al decir que no tenían registro de sindicaciones en su contra. Los familiares de las víctimas de las ejecuciones extrajudiciales en Catatumbo y su representantes consideran que la justicia ha sido especialmente negligente en este caso.

Así lo dijo el abogado Tito Gaitán en una diligencia ante la JEP, en mayo pasado: “La inactividad del sistema judicial ha permitido que una persona sobre la que recaen señalamientos de haber contribuido a la perpetración de crímenes de lesa humanidad, haya podido ascender sin ningún tipo de objeción, sin ningún obstáculo y, sobre todo, sin haber ofrecido su cara a la justicia para que se esclareciera su responsabilidad. Hoy lo tenemos como comandante de la Segunda División del Ejército, unidad operativa mayor que tiene jurisdicción militar sobre el Catatumbo, donde se perpetraron estos hechos. Eso, de por sí, daña todo el discurso de la no repetición y de las garantías mínimas que deben tener las víctimas”. 

Finalmente, el pasado 14 de octubre, la JEP lo citó para que, en una audiencia programada para finales de noviembre, el general Rodríguez relate su versión de estas ejecuciones extrajudiciales. VORÁGINE contactó al alto oficial, a través de su equipo de trabajo en el Comando de Educación y Doctrina, pero al cierre de este artículo no habíamos obtenido una respuesta.

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