1 de diciembre de 2024
El gol que Jonathan Segura anotó en el último minuto del partido entre Llaneros y Unión Magdalena, el 4 de diciembre de 2021, es tal vez el más polémico en la historia del fútbol colombiano. El mediocampista tumaqueño recibió el balón cerca del punto penalti, rodeado por seis rivales que, parados como estatuas, no hicieron ni el menor esfuerzo por marcarlo: se limitaron a contemplar su remate. El portero había salido del área chica y apenas caminaba de regreso con insólita parsimonia. La pelota entró al arco desprotegido casi sin culpa. Una de las escenas más vergonzosas del deporte de este país.
Ese gol, con el que Unión Magdalena ganó el partido y consiguió la promoción a la primera división del fútbol colombiano, provocó alboroto en el fútbol local. Hubo cuestionamientos fuertes de ídolos deportivos y del presidente de la República. En los meses posteriores, agentes de la Fiscalía investigaron a los futbolistas, revisaron grabaciones de su lugar de concentración y hasta interceptaron sus llamadas. La Dimayor contrató a exjugadores y directivos europeos que analizaron el partido. Al final la verdad nunca emergió.
Este martes, Unión y Llaneros jugarán de nuevo por el ascenso. Disputarán la final del torneo de la B, en medio de las sospechas del entorno futbolero, donde todavía se recuerda ese episodio turbio. En la víspera del nuevo partido, VORÁGINE reconstruyó lo que ocurrió hace tres años, a partir de piezas desconocidas del expediente de la Fiscalía, de las declaraciones de los jugadores investigados y de una fuente cercana a los implicados.
Aquel 4 de diciembre se jugaba la última fecha de los cuadrangulares finales del torneo de ascenso, y los ganadores de cada grupo obtendrían un cupo directo en la primera división. Tres equipos tenían opciones en el grupo B. Fortaleza era el favorito, pues sólo necesitaba ganar su partido contra Bogotá F.C. Unión Magdalena, por su parte, tenía que derrotar a Llaneros y esperar a que Fortaleza perdiera o empatara. Las esperanzas de Llaneros eran las más remotas: debía golear a Unión, para mejorar su diferencia de gol, y esperar la derrota de Fortaleza.
Con ese panorama, Llaneros y Unión Magdalena llegaron a Villavicencio, y desde el primer momento hubo circunstancias que generaron sospechas. En los días previos al partido, los dos equipos se concentraron en el mismo hotel: el Estelar de la capital del Meta. Días después de la polémica, agentes de la Fiscalía revisarían los registros de las cámaras de ese lugar en busca de evidencia de reuniones o interacciones extrañas entre los miembros de los clubes.
El día del partido amaneció caluroso. Con los 32 grados de temperatura que se registraban esa tarde, los equipos entraron al estadio Bello Horizonte. Walter Aristizábal, técnico de Llaneros, horas después aparecería en todos los medios de comunicación defendiendo la honra de sus jugadores. Antes del encuentro, auguró una buena jornada de fútbol: “Lo más importante es terminar bien, hacer nuestra tarea. Este va a ser un partido muy bonito”. Su rival, Carlos Silva, técnico del Unión, trató de liberar la presión que se sentía en la previa: “Esto es sólo fútbol, nadie va a perder la vida ni nada. Al final, el resultado dirá qué es lo que merecemos”.
En las casas de apuestas, Llaneros, que solo había perdido un partido en su estadio durante todo el torneo, pintaba como favorito. Quien apostaba por el equipo local, podía ganar el doble de lo invertido. Quien apostaba por Unión Magdalena, podía recibir más del triple. Sobre la mitad de la tarde, los árbitros en Villavicencio y los que pitaban el duelo entre Fortaleza y Bogotá F.C., en la capital del país, se pusieron de acuerdo a través de una llamada telefónica y los partidos empezaron al mismo tiempo.
En otro extremo del país, en Santa Marta, el periodista Milton Infante Rubio comenzó la transmisión del partido para la emisora Bahía Linda: “El árbitro se persigna, mira al cielo y dice que este partido comenzó”. Su padre, Milton Infante Olago, lo acompañaba como comentarista. Los dos, samarios, hinchaban abiertamente por el Unión Magdalena. Durante todo el primer tiempo, el partido en Villavicencio avanzó sin emociones. Lo relevante ocurría en Bogotá.
Fortaleza comenzó ganando con un gol temprano, lo que suponía que Unión y Llaneros, de momento, quedaban eliminados, sin importar el resultado de su disputa. Pero hacia el final del primer tiempo, Bogotá F.C., que había sido el peor equipo del grupo, reaccionó. En cuestión de cinco minutos le dió la vuelta al resultado con dos goles, y así revivieron las esperanzas para los que jugaban en Villavicencio. “¡Bogotá de mi alma, de toda la vida, desde chiquito estoy contigo!”, gritaba Infante Rubio, el narrador costeño, en su transmisión radial.
Con ese resultado, Llaneros necesitaba marcar cuatro goles para conseguir el ascenso, mientras que a Unión le bastaba con ganar, así fuera sólo por un gol. Pero el tiempo se les agotaba en un partido enredado, con pocas opciones, hasta el minuto 81, cuando Diego Echeverri, delantero de Llaneros, recibió un pase fuera del área y remató con potencia al ángulo. El arquero de Unión no alcanzó a reaccionar, y fue el 1 a 0 para Llaneros. Los jugadores apenas lo celebraron, les faltaba mucho para conseguir la hazaña. Por el contrario, en Bogotá, los hinchas de Fortaleza festejaron el gol de Llaneros como propio, pues ponía más distancia entre el club capitalino y el Unión, el rival que los acechaba más de cerca en la tabla de posiciones.
Al minuto 87, las esperanzas parecían perdidas para los dos equipos en Villavicencio. Infante Rubio, con la cara desencajada y los ánimos caídos, continuaba con su narración para la emisora Bahía Linda: “Aquí el que tiene el balón es Llaneros y quedan tres minutos para que Fortaleza celebre su ascenso a la Liga Betplay”. Fue en ese momento que comenzó la extraña secuencia de hechos que cambiaron el rumbo del campeonato.
Las jugadas cuestionadas
Al minuto 88, el cuerpo técnico de Llaneros ordenó un cambio de jugadores. Carlos Hincapié, sobre la banda lateral, se alistaba para entrar al partido. Justo antes de dar el salto a la cancha, John Durango, el preparador físico, lo detuvo y le entregó un objeto desconocido que el jugador apretó en su mano izquierda, y segundos después se lo entregó a su compañero Manuel González. En algunos medios de comunicación se especuló luego que ese objeto pudo haber sido un papel en el que iba escrita la instrucción de permitir los goles del Unión Magdalena.
Esa situación particular fue denunciada por Guillermo Herrera, entonces ministro del Deporte, en una carta que le envió a la Fiscalía, pidiendo que se investigara el partido: “Justo antes del cambio de actitud de los jugadores de Llaneros, se presentaron situaciones que llaman poderosamente la atención, como el cambio de un jugador en el minuto 88, que recibe del preparador físico un objeto desconocido que luego entrega a otro jugador. Situaciones que desencadenaron los dos goles contra Llaneros y la victoria del Unión Magdalena”, dice la denuncia del entonces ministro.
Durango, el preparador físico, le dijo a la Fiscalía que él no le entregó ningún papel a Hincapié, sino una barra energética, para que se la llevara a González, quien acababa de recuperarse de una lesión de tibia y peroné. Hincapié le dijo algo similar a los investigadores: que el objeto por el que indagaban era aquel suplemento alimenticio. Antes de entrar a la cancha -agregó el jugador- sus entrenadores le dieron la instrucción de decirles a sus compañeros que remataran al arco tanto como pudieran, para buscar los goles que les faltaban.
Pero, contrario a esa supuesta instrucción del cuerpo técnico de Llaneros, lo que se vió en la cancha en los minutos posteriores fue que el equipo de Villavicencio perdió el control del partido y Unión se lanzó al ataque. Una fuente cercana al club samario, que pidió la reserva de su nombre, entregó a VORÁGINE una versión que, asegura, salió de los futbolistas implicados. Dice que hasta el minuto 85, los jugadores de Unión no sabían nada de ningún arreglo. Y que en ese momento, recibieron la orden de lanzar el balón al área rival a como diera lugar. Según la fuente, las indicaciones llegaron desde las directivas de los equipos, quienes tenían un supuesto acuerdo: si faltando cinco minutos para el fin del juego Llaneros no había logrado el resultado que necesitaba (es decir, no había convertido cuatro goles) la victoria debía ser para el Unión.
El tiempo reglamentario se acabó, el árbitro agregó cinco minutos más al juego y, para entonces, la derrota de Unión parecía irreversible. En la cabina de la emisora Bahía Linda, Infante Olago comentaba con tristeza: “Están faltando cuatro minutos en Bogotá, están faltando tres en Villavicencio. Con este resultado asciende Fortaleza, y es más que merecido por lo que hizo en el cuadrangular. Hoy, Unión pierde en Villavicencio y, ante eso, mi hermano, no hay nada que hacer. Una temporada más en la B porque el tiempo está prácticamente vencido. Quedan dos minutos para hacer dos goles. Es muy, pero muy difícil”.
Entonces empezó a ocurrir lo insólito. Al minuto 94, Ethan González, de Unión, recibió un pase largo en el área, en medio de dos defensas de Llaneros que apenas trotaron a media marcha tras él. Así, con suficiente tiempo y espacio, el delantero controló el balón con el pecho, pateó y anotó. A la pasividad de los defensas se sumó otra situación controvertida en esa misma jugada. Mientras Unión anotaba el gol, Manuel González, el mismo jugador de Llaneros que minutos antes había recibido la supuesta barra energética, estaba parado a un costado de la mitad de la cancha, desentendido por completo del juego, mientras conversaba con su técnico, Walter Aristizabal, quien le daba instrucciones.
Tras el empate, Unión necesitaba un gol más para ascender, pero sólo quedaban 55 segundos de partido. Entonces Llaneros sacó de mitad de cancha y perdió el balón de inmediato. Todo pasó tan rápido que la producción de televisión no alcanzó a mostrar la jugada completa. Todavía transmitían la repetición del gol anterior cuando regresaron a la señal en vivo y, de repente, ya se veía a Daiver Vega, delantero de Unión, entrando al área de Llaneros sin que nadie tratara de detenerlo. Allí eludió con facilidad a Jorge Mosquera y quedó frente al arquero, quien salió del área chica a perseguirlo con torpeza. Entonces Vega le pasó el balón a Jonathan Segura, quien remató frente a tres defensores que, inmóviles, se limitaron a observar el gol que le dió la victoria y el ascenso a Unión cuando faltaban dos segundos para que acabara el tiempo de adición.
Jorge Mosquera, el jugador de Llaneros al que Vega eludió como si fuera un amateur, y que segundos después se quedó paralizado mientras Segura remataba, le explicó su versión de esa jugada a la Fiscalía. Así quedó consignado en el expediente: “Indica que cuando llega el empate de Unión Magdalena se pierden las esperanzas, y la peor parte es cuando llega el segundo gol. Él estaba en esa jugada, y es quien deja pasar al jugador de Unión, aduciendo que lo hizo porque no quería generar un penalti. Explica que trata de achicar el arco, pero el balón pasó y fue el gol de Unión”.
La Fiscalía también reseñó la versión de José Mezú, otro defensa de Llaneros implicado en la jugada: “Manifiesta que para el segundo gol, él pensó que era un fuera de lugar. Aduce que esa jugada fue muy rápida y los centrales no alcanzaron a hacer nada”. Los implicados trataron de justificar ese gol como el producto de una situación normal del juego, pero en la transmisión en vivo de Win Sports notaron de inmediato las anomalías. El comentarista las señaló en directo: “Es tremendamente llamativa la pasividad. No retroceden, no marcan, el arquero prácticamente no se esfuerza por recuperar la pelota. Es un final escandaloso en Villavicencio”.
Mientras tanto, en la emisora Bahía Linda celebraban emocionados. “Asciende el Unión, Dios es grande. Se acaba el partido y estamos en primera”, gritaba Infante Olago con el sonido de una cumbia de fondo. Pero en medio de la algarabía, Infante Rubio, su hijo y el narrador del partido, replicó: “Hay que hablar de ese gol, hay que ser sinceros. Ascendimos, gente, es lo importante, pero ese gol es raro”. Y continuó con su análisis: “En los últimos cinco minutos, Llaneros caminó la cancha. Te quiero decir: nos han regalado la clasificación. Mira los dos goles”. Entonces, ofuscado, su papá lo interrumpió: “Yo no quiero pensar eso, no le pongamos tiza a esta vaina porque los cachacos (refiriéndose a Fortaleza) se van a agarrar de eso”.
En Villavicencio, los jugadores de Unión celebraban en el terreno de juego, mientras los de Llaneros abandonaban la cancha en medio de una lluvia de insultos y botellas plásticas que les lanzaban sus propios hinchas. “Eso no se hace, eso no es el fútbol, descarados, ladrones”, les gritaban desde la tribuna. Entretanto, en Bogotá, Nelson Flórez, el técnico de Fortaleza, trataba de atender la rueda de prensa en medio de las lágrimas: “No me da vergüenza llorar porque me siento robado. Podemos perder, pero no de esa manera”.
Las investigaciones que no dieron respuestas
El Pibe Valderrama, samario, ídolo del Unión Magdalena, hizo su debut como futbolista en el equipo de Santa Marta en 1980. Ese 4 de diciembre no estaba viendo el partido, porque creía que Unión ya no tenía posibilidades de ascender. “Entonces me llama el hermano mío, y me dice: ‘No joda, mono, clasificó el Unión’. Y le digo: ‘¿Clasificó el Unión? ¿Cómo es esa vaina, si Fortaleza ganando clasificaba?’ Puse Win y, cuando vi el segundo gol, dije: ‘esta vaina no puede ser posible’”. Indignado, El Pibe agregó: “Esto no puede pasar, es una vergüenza mundial, y tiene que haber un castigo porque, si no, vuelve a suceder”.
Tras el final del partido, se desencadenó un torrente de reacciones. En redes sociales, miles de hinchas y varios jugadores de la Selección Colombia se manifestaron contra lo sucedido. “A lo bien, a lo bien, qué falta de respeto ese gol de Unión”, posteó Juan Guillermo Cuadrado. Ese mismo día, el entonces presidente Iván Duque le pidió al ministerio del Deporte que impulsara las investigaciones de inmediato. Al día siguiente se abrieron dos procesos: uno interno, en la Dimayor, y otro en la Fiscalía.
En los testimonios recaudados por los investigadores, y conocidos por VORÁGINE, los jugadores, entrenadores y directivos de Llaneros negaron cualquier anomalía. No hubo sobornos ni ningún tipo de arreglo, según sus declaraciones. Le achacaron los repentinos goles al clima o al estado anímico de los futbolistas. Por ejemplo, Daniel Saer, quien jugó el primer tiempo y fue sustituido al minuto 46, “indica que, desde afuera, se puede ver que los compañeros se sentían derrotados porque no lograban hacer los otros goles y conseguir un resultado que les favoreciera”.
Sobre lo que dijo Bryan Ureña, delantero que jugó todo el partido, la Fiscalía anotó: “No tiene conocimiento de ofertas que les hicieran a él o a sus compañeros por dejar de hacer su trabajo, que ese campeonato fue desgastante y ese día hizo mucho calor”. El técnico Walter Aristizábal, por su parte, “atribuye el resultado a la poca experiencia de los jugadores, tal vez el clima, la óptica de cada futbolista frente a las jugadas”, dice el expediente.
La Fiscalía indagó sobre otras posibilidades del presunto amaño. Les preguntó a los jugadores y al cuerpo técnico si había algún tipo de animadversión o rencor contra Fortaleza. La versión de que el equipo de Villavicencio decidió perjudicar al de Bogotá había surgido entre los hinchas por un supuesto deseo de revancha de Llaneros, pues ese equipo había perdido los dos partidos de los cuadrangulares contra Fortaleza. En ambos encuentros, el técnico Aristizábal se quejó de supuestas fallas arbitrales que favorecieron al club bogotano, y de que los rivales habían quemado mucho tiempo.
Además de entrevistar al plantel de Llaneros, los investigadores revisaron los videos de las cámaras del hotel Estelar, donde se habían alojado los dos equipos. “Pero ni previa, ni durante, ni posteriormente se ven comportamientos extraños, que dieran visos de reuniones para negociar el partido. Por el contrario, estuvieron en otros pisos y salones. No se observó camaradería, ni que hubiese una reunión para ultimar detalles del marcador, o alguna dádiva o promesa remuneratoria. Tampoco se ve que departieran posterior al encuentro”, dice el expediente de la Fiscalía.
Los agentes también interceptaron llamadas de los miembros de los equipos y no encontraron nada sospechoso. “Pero se extrae una conversación importante del técnico de Unión Magdalena y una persona desconocida, donde refiere que tiene su conciencia tranquila frente a los acontecimientos”. Como no pudo encontrar evidencia, la Fiscalía cerró el caso seis meses después del partido, sin llegar a una explicación de lo que ocurrió en el estadio Bello Horizonte y sin señalar a ningún responsable.
La Comisión Disciplinaria de la Dimayor también hizo su investigación, en la que participaron exfutbolistas extranjeros. Según El Espectador, el ente rector del fútbol colombiano concluyó que no había pruebas de sobornos o arreglos entre los equipos, pero que los futbolistas de Llaneros sí manipularon el resultado. A Manuel González, el jugador que recibió la supuesta barra energética, lo sancionaron por “bajo rendimiento deliberado”. A tres defensas, entre ellos Jorge Mosquera, a quien el delantero de Unión eludió como si fuera un amateur, los castigaron “por perder intencionalmente un partido”. Cada uno de ellos fue suspendido del fútbol profesional por siete meses y multado con 8 millones de pesos.
Pero al final ninguna investigación explicó lo sucedido. Aunque la Dimayor señaló las faltas de algunos jugadores, nunca estableció si recibieron instrucciones de alguien más o si actuaron por su propia cuenta. Pese al escándalo, Unión jugó el año siguiente en la primera división, con un rendimiento tan malo que descendió en 2023, justamente cuando Fortaleza, el que había resultado afectado por la polémica, ganó el torneo de la B y subió a la A.
Tres años después, el partido se repetirá en circunstancias parecidas. El escenario es el mismo: el estadio Bello Horizonte de Villavicencio. Si Llaneros queda campeón, asciende directamente. Unión, por su parte, puede obtener la promoción si suma los puntos necesarios para quedar primero en la tabla de reclasificación. De nuevo, hay un tercer implicado a la espera del resultado: Real Cartagena, que necesita una combinación de factores a su favor para mantener opciones de ascenso.
El jueves pasado, Unión Magdalena goleó a Llaneros 4 por 0 en el partido de ida en Santa Marta, y no faltaron los comentarios suspicaces de cientos de hinchas por el bajo rendimiento del club de Villavicencio, que ha sido el mejor equipo de la B durante todo el año. Con tantos intereses en juego, y con el recuerdo de uno de los partidos más polémicos en la historia colombiana, el martes se disputará la final del ascenso.
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