Alias “Araña”: traición y muerte envuelven al capo que puso en crisis la Paz Total
9 de marzo de 2025

Giovanni Andrés Rojas se convirtió en uno de los criminales más poderosos del sur de Colombia tras consumar una traición. A comienzos de 2019, alias “Araña”, como se le conoce, hacía parte de la segunda línea de mando de La Mafia, una organización que combinaba guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes, y que controlaba buena parte de Putumayo y de la frontera con Ecuador. Alias “Sinaloa” dirigía esa estructura criminal y figuraba en los reportes de las autoridades como el segundo narco más buscado del país.
En marzo de ese año, “Araña” y “Mauricio”, otro mando de La Mafia, citaron a “Sinaloa a una reunión en una vereda de Puerto Asís, Putumayo, con el pretexto de pagarle una deuda millonaria de sus negocios ilegales. “Sinaloa” desconfiaba de “Araña”, pero creía en la lealtad de Mauricio, pues era un pupilo suyo en el mundo criminal. El jefe de la organización, quien se escondía en Ecuador, escogió a cuatro de sus hombres más cercanos y, armados con fusiles, llegaron a bordo de un bote hasta el lugar de la cita.
“Sinaloa”, “Araña” y “Mauricio” se reunieron y discutieron sobre el precio de la coca y la repartición de las rutas de tráfico en la región. El encuentro terminó y “Sinaloa” volvió al bote con sus escoltas. Cuando estaba a punto de marcharse por el río, un hombre apareció y le pidió que regresara al punto de encuentro porque “Araña” y “Mauricio” lo necesitaban. El capo aceptó y se fue acompañado solo por un escolta. Cuando se encontraron de nuevo, “Araña” desenfundó un arma y le pegó un tiro en la nuca. Los escoltas de “Sinaloa” llegaron al lugar pero “Araña” y “Mauricio” ya habían huído en motocicletas.
Un exmiembro del grupo criminal fue quien le contó los detalles de ese asesinato a la Fiscalía, en un testimonio conocido por VORÁGINE. Luego de matar a “Sinaloa”, “Araña” asumió el control de La Mafia, que mutó en la organización que hoy se conoce como los Comandos de Frontera, compuesta por más de 500 personas en armas, y que ha extendido sus dominios y negocios hacia departamentos como Amazonas y Caquetá, y los ha fortalecido en Ecuador. Como representante de ese grupo, “Araña” obtuvo un puesto en la mesa de negociación que el gobierno sostiene con un grupo de disidentes de las Farc que se separaron de la Segunda Marquetalia.
El pasado 12 de febrero, el jefe criminal asistía al cierre de un ciclo de negociaciones, en un hotel de Bogotá, cuando un grupo de agentes del CTI llegó al lugar y, en medio del caos, lo capturaron. Aunque su abogada y el mismo “Araña” intentaron frenar la detención, argumentando que estaba protegido por la figura de gestor de paz, los agentes se lo llevaron y hoy, el capo está a punto de ser enviado a Estados Unidos, donde lo juzgarían por narcotráfico. La decisión final sobre su extradición depende ahora del presidente Gustavo Petro.
La situación desató una crisis en el espacio de negociación de esas disidencias con el gobierno, y “Araña” terminó convertido en una figura central en las discusiones de la Paz Total, pues su caso sembró desconfianza en los actores ilegales de todo tipo que dialogan con el gobierno. Más allá de esas circunstancias recientes, es poco lo que se sabe de la historia del capo que ahora está en primera plana. A partir de expedientes de la Fiscalía y de testimonios de personas que conocen la guerra en Putumayo, VORÁGINE reconstruyó el perfil de un hombre que, en su afán de ascenso, se ha puesto el brazalete de distintas organizaciones criminales, ha traicionado a sus jefes y se convirtió en uno de los peores asesinos de líderes sociales del país.

El ascenso de “Araña”
El ascenso delincuencial de Araña está ligado estrechamente a las dinámicas de recomposición y reciclaje del crimen en Putumayo. Los registros judiciales más viejos que hay sobre él -de hace 15 años- lo ubican como integrante de Los Rastrojos y luego del frente 48 de las Farc. Es decir, “Araña” se formó como paramilitar y como guerrillero en las estructuras que dominaban el departamento. Con los distintos ciclos del crimen, esos grupos cambiaron de nombre una y otra vez y terminaron mezclados.
Pese al origen paramilitar de Los Rastrojos, esa banda mantuvo negocios con las Farc en Putumayo, pues se dividían los distintos segmentos de la cadena del narcotráfico. El grupo adoptó luego el nombre de La Constru. Hacia 2012, según un dossier de la Fiscalía, “Araña” era uno de los encargados, por parte de La Constru, de afianzar los lazos criminales con el frente 48 de las Farc.
Tras el desarme de la guerrilla en 2016, esa cercanía entre los grupos les permitió mezclarse. Miembros de La Constru y disidentes de varias estructuras guerrilleras que operaban en la zona se juntaron y formaron La Mafia, con el objetivo de fortalecerse frente al avance de las disidencias del frente Carolina Ramírez, que también pretendía ocupar el territorio. Alias “Sinaloa”, que venía del frente 48, quedó al mando. En la segunda línea quedaron alias Miguel, otro exfarc, y “Araña” y “Mauricio”, como representantes de La Constru.
Según un testigo de la Fiscalía, alias “Miguel” veía con desconfianza a quienes provenían de La Constru: “Miguel era un tipo muy de izquierda, con mucha ideología de las Farc. Una vez estábamos con él y se emborrachó y nos dijo que nunca iba a estar a favor de Los Bonitos (La Constru) porque ellos eran paramilitares. Entonces la gente pensó que ‘Araña’ y ‘Mauricio’ le tiraron a matar a ‘Miguel’ porque él no los dejaba entrar a la organización”.
En 2018, “Araña” y “Mauricio” organizaron un atentado contra “Miguel”. Según describe un testigo, los dos comandaron un grupo de 30 hombres que, armados con fusiles y vestidos de negro, llegaron a una casa a orillas de un río para matarlo. “Miguel” resultó herido, pero pudo escapar con sus escoltas. Entonces, “Araña” y “Mauricio” reunieron a la gente de la zona y les dijeron que “Miguel” ya no hacía parte de la organización, y que ellos quedaban al mando del área.
Un año después del asesinato de “Miguel”, “Araña” mató a “Sinaloa”, su jefe, y así fue como terminó de abrirse paso hasta la cima de la organización. Su poder aumentó cuando, ese mismo año, la Policía capturó a alias “Gárgola”, un antiguo capo de la Constru que, a la distancia, mantenía influencia en el grupo.
Bajo el mando de “Araña”, La Mafia cambió su nombre por Comandos de Frontera. Así pretendieron ocultar su pasado tan ligado al paramilitarismo y al narcotráfico puro y duro, y trataron de posicionarse públicamente como una organización derivada de las Farc y con estatus político. Pero “Araña” y sus hombres siguen fieles a sus antecedentes criminales. Hoy, controlan buena parte de la cocaína que sale hacia Ecuador. Para mantener ese dominio territorial e impulsar la producción de cocaína, han asesinado a varios líderes sociales de la región.

Asesino de líderes sociales
El 14 de octubre de 2023, un grupo de hombres encapuchados llegó hasta una tienda en la vereda Santa Rosa, en Villagarzón, y le preguntaron a Yamili Bernal si era parte de la junta de acción comunal. Ella contestó que era la presidenta. Sin decir nada más, los desconocidos la asesinaron. La Fiscalía le atribuyó el crimen de la lideresa de 34 años a los Comandos de Frontera, durante una audiencia en la que imputó al “Indio Miguel”, un lugarteniente de “Araña”.
Yamili le había dicho a los miembros de los Comandos que operaban en su vereda que no estaba interesada en nada que tuviera que ver con ellos ni con la coca, y les pidió que no la citaran a las reuniones en donde criminales daban órdenes a la población sobre la siembra de la mata. La respuesta de alias el “Indio” había sido que si no asistía a las reuniones “ya sabía lo que le pasaba”.
En ese mismo proceso, el de la muerte de Yamili, la Fiscalía señaló a los Comandos del asesinato de cuatro líderes en Putumayo. Pero la lista es mucho mayor. En el expediente de “Araña” hay registro de tres asesinatos más, entre ellos, el del histórico líder Marco Rivadeneira, uno de los más influyentes del departamento, impulsor de los programas de sustitución voluntaria de coca. De hecho, Marco hablaba de ese tema cuando lo asesinaron. Tres hombres de la organización “Araña” llegaron al lugar donde se reunía una comunidad, en Puerto Asís, y se lo llevaron.
El fiscal que ha investigado los asesinatos de los Comandos aseguró en plena audiencia hace un año: “¿Por qué los líderes sociales se convierten en un obstáculo para Comandos de Frontera? Existe por parte de estos criminales un control de la producción y comercialización de los cultivos de coca, y los líderes se vuelven un obstáculo porque están tratando de evitar la producción de coca en el territorio, justamente por la afectación que esto produce. Lo segundo es que (les impiden) cooptar las bases sociales campesinas”.
En la zona aseguran que los Comandos de Frontera, además, han asesinado y desplazado miembros de las juntas locales para reemplazarlos, a la fuerza, por personas cercanas a su organización, y así controlar las comunidades. El grupo también tiene en la mira a los líderes que se oponen a la explotación petrolera, pues ven a las empresas de hidrocarburos como una fuente de ingresos mediante la extorsión. Según la Fiscalía, en noviembre de 2023, los Comandos asesinaron, frente a los ojos de su pequeño hijo, al líder Daniel Rivas, porque “supuestamente no estaba permitiendo la exploración de unas tierras para las empresas petroleras que se encuentran en el territorio”.
Toda esta operación contra los líderes tiene un libreto. Los Comandos de Frontera distribuyen panfletos donde los señalan como colaboradores del frente Carolina Ramírez, la otra disidencia con la que “Araña” sostiene una guerra desde hace años. Si con esa amenaza no logran desplazarlos o silenciarlos, los asesinan.
La telaraña de los Comandos
Los habitantes de la región denuncian que “Araña” ha permeado el poder político local. “Lo que ese grupo armado ha hecho en el Putumayo es una avanzada tanto en los territorios como en el control de la dirigencia política y de gobiernos locales”, dice una persona que conoce la dinámica de la región, cuyo nombre no se hace público por su seguridad.
El pasado 23 de febrero, en un proceso electoral atípico, el departamento escogió un nuevo gobernador, pues el mandatario que ejercía el cargo fue destituido por doble militancia. La Fundación Paz y Reconciliación denunció que los Comandos de Frontera habían ejercido presiones en los pobladores para que votaran por Jhon Gabriel Molina, el candidato que finalmente ganó las elecciones. Según la denuncia, el grupo criminal obligaba a la gente a asistir a reuniones de la campaña de Molina e impedía, por la fuerza, que los demás candidatos hicieran proselitismo en zonas de su dominio.
Molina, el gobernador electo, y los Comandos de Frontera negaron esas denuncias. Las comunidades, por su parte, vienen señalando las asociaciones del grupo de Araña con la política desde hace años. Una lideresa se refiere a las elecciones de mandatarios locales en 2023: “Nosotros tuvimos que asistir a reuniones y nos dijeron por quién se debía votar. Se vio mucho dinero en las campañas en Putumayo y uno no se explica de dónde sacan tanto. Ellos ya no solamente cuentan con su incidencia armada, con la plata, sino que también están metidos en las alcaldías, en los concejos”.
Los habitantes también denuncian una supuesta cercanía de los Comandos con la Fuerza Pública. Dicen, por ejemplo, que ven a miembros de ese grupo criminal que se mueven tranquilamente por zonas donde hay presencia militar. “En los paros armados que decretó Comandos de Frontera no se vio un policía, no se vio el Ejército, y paralizaron todo el departamento. Los militares no hicieron absolutamente nada, aunque sabían exactamente dónde estaban los Comandos”, asegura una pobladora.
Los vínculos de esa organización con algunos militares han quedado expuestos en el pasado. La Fiscalía capturó a Gárgola, uno de los jefes de La Constru, en 2019. En el momento de su detención, el capo estaba acompañado del coronel Elkin Argote, quien entonces era un oficial activo del Ejército, y fue destituido porque se le señaló de proteger al capo, incluso escondiéndolo dentro de guarniciones militares.
Pese a todo su prontuario como narcotraficante, paramilitar, guerrillero y asesino de líderes sociales, “Araña” ha pretendido mostrarse como un actor político del conflicto. Hace dos años, en una entrevista con El Espectador, posó delante de un retrato de Simón Bolívar y, con un discurso desarticulado, se presentó como un benefactor de las comunidades de Putumayo. Por ahora, “Araña” permanece detenido, mientras se decide si es extraditado, como solicita el gobierno de Estados Unidos, o si regresa a la mesa de diálogo con el gobierno, como lo pide alias “Walter Mendoza”, el vocero de la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano, de la que hacen parte los Comandos de Frontera.