Desde el año 1975, la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez ha saltado entre el servicio público y el mundo de los negocios, pero es el erario el que más frutos le ha dado.
1 de junio de 2020
Por: Pacho Escobar. / Ilustración: Angie Pik
Portada MArta Lucia

Off the record

“Off the record”, ese fue el mensaje que me enviaron, sin saberlo, dos personas que conocen a Marta Lucía Ramírez hace más de 30 años. Las dos fuentes han detentado más poder e influencia que ella, curiosamente, las dos fuentes se detestan.

Por el poder que tienen, nunca pensé que me contestarían. Por eso dejé las otras entrevistas que tenía en salmuera para días más tarde. Sabía que estos dos personajes habían trabajado muy de cerca con la hoy vicepresidenta de Colombia y quería que de primera mano me dieran datos que no pudieran faltar.

Pero como si todo el mundo le tuviera miedo, las otras fuentes también pidieron que no las nombrara. Así son los poderosos, se tienen miedo entre ellos mismos.

Uno de sus exjefes me hizo un dosier: “(…) su sed de poder es clara, ¿en cuántos gobiernos ha estado?, ¿cuántas veces se ha lanzado a la presidencia?; recuerde también su absoluta cercanía con los grandes empresarios y el trabajo para Sarmiento Angulo; no olvide la empresa que montó justo después de salir de un ministerio, busque la amistad de ella con Ángela María (Orozco)”.

Un comienzo

Llorar por la ideología. “Algo que me aterra en la carrera de Marta Lucía Ramírez es que ha estado en casi todos los gobiernos desde hace más de cuarenta años. Se ha paseado por casi todos. Y hay que decir que han sido gobiernos de diferentes partidos”, dice un senador mientras recuerda una escena que lo marcó: “Hace algunos años estábamos invitados en Hora 20, entonces ella empezó a darme duro y a decir un poco de cosas. Yo la dejé que hablara, cuando me tocó el turno, le saqué cada uno de los partidos y los gobiernos por los que se ha paseado. Al terminar el programa se agarró a llorar. Ella siempre hace eso con las verdades, llora. Se victimiza”, cuenta el senador.

Según los registros tenía apenas 25 años cuando entró a trabajar a la Superintendencia Bancaria, donde estuvo vinculada de manera intermitente cerca de cuatro años. Era el gobierno liberal de Julio César Turbay, pero los hechos advierten que fue Ernesto Samper uno de los primeros padrinos políticos de Marta Lucía. Se habían conocido en la Universidad Javeriana, donde estudiaron Derecho, aunque estaban en diferentes años. Samper llegó en 1990 al Ministerio de Desarrollo Económico y la ubicó como directora del Instituto de Comercio Exterior (Incomex). Allí tuvo su primer escándalo. Ingrid Betancourt denunció que el ministerio había comprado las oficinas donde se ubicaba la presidencia de Bavaria, en la carrera 7ª  con calle 32, pero quien se había hecho al millonario contrato de remodelación era el esposo de Ramírez, el arquitecto Álvaro Rincón.

Indulgencias con avemarías ajenas. “Yo le propuse a Gaviria que creáramos el Ministerio de Comercio Exterior”, dijo Marta Lucía Ramírez en El Tiempo, una invención que también reclamó Ernesto Samper, quien en su momento dijo que fue él quien patinó en el Congreso la creación de dicha cartera a mitad de los años noventa. Lo cierto es que en 1992 César Gaviria, en su gobierno decidió nombrar a Juan Manuel Santos como ministro y a Ramírez viceministra. A pesar del escándalo de las oficinas del Incomex, la amistad de Samper y Ramírez siguió intacta. Ella renunciaría más tarde para hacer parte de la campaña a la presidencia del candidato liberal.

“Marta Lucía Ramírez nos traicionó. Samper la apreciaba mucho y la llevó a su campaña, pero empezó a ocurrir algo muy extraño: resulta que nosotros trabajábamos en las propuestas económicas, las estudiábamos mucho, pero después veíamos que la campaña de Andrés Pastrana nos salía al paso y anunciaba casi la misma propuesta antes que nosotros. Empezamos a sospechar y días después nos encontramos a Marta Lucía sentada en un restaurante con Pastrana. Nos estaba traicionando”, advierte una persona que trabajó con ella en esa campaña y con quien más adelante rivalizó en el Congreso.

Puerta giratoria. “En 1993, tras haber estado en el Instituto de Comercio Exterior y el Ministerio de Comercio Exterior, donde es evidente que los exfuncionarios se llevan en sus cabezas información privilegiada, Marta Lucía abrió inmediatamente después su firma de abogados (Marta Lucía Ramírez de Rincón y Asociados) y siguió en el mismo sector, eso en esa época era mal visto, pero hoy es un delito”, asegura una fuente que estuvo con ella en la precampaña de Samper.

Volver. En 1996 Marta Lucía Ramírez fue nombrada directora de Invercolsa. El expresidente Samper, en una entrevista donde le preguntaron sobre el caso Invercolsa contra Fernando Londoño, dijo que se sentía tranquilo por el trabajo que en su gobierno había hecho Marta Lucía, quien fue la contraparte y quien llevó a los tribunales a Londoño para que no le fueran entregadas las millonarias acciones que pedía. 

De las toldas liberales a las conservadoras. “Ella llegó al pastranismo por Sergio Uribe Arboleda, quien estuvo en la campaña de Samper”, recuerda una fuente. En efecto, Andrés Pastrana la nombró ministra de Comercio Exterior en 1998. “Entró y cazó peleas con varios de los altos mandos de las demás entidades: del Ministerio de Trabajo, de Infraestructura, del Sena, la Dian, etc. Pero había una razón: ella era mujer y a los hombres no les gusta que los manden, y eso es lo que le gusta hacer a Marta Lucía, mandar y trabajar, porque ella puede ser lo que sea pero es trabajadora y muy, muy intensa”, asegura una de sus exfuncionarias en el ministerio.

Un escollo

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Seguridad Democrática. “Aterriza en el Ministerio de Defensa en el año 2002, por el lado de los empresarios. Es Fabio Echeverri quien le mete a Uribe ese nombre. Es posible que para impactar por el hecho de que podría ser la primera mujer en ese ministerio. A pesar de todo ahí no duró nada. Tuvo muchas peleas con los generales, ellos decían que era grosera y muy intensa, y todos sabían que el que mandaba ahí de verdad era Uribe”, asegura otra fuente.

Indulgencias con avemarías ajenas. “Le recuerdo que en el 2002 presenté, monté y puse en práctica junto al presidente Uribe, el Plan de Seguridad Democrática y logramos hacerlo funcionar”, dijo en una entrevista Ramírez, pero todo indica que fueron otras personas las encargadas de la construcción documental de esa política. Un año antes, en la embajada de Francia, ella había conocido a Sergio Jaramillo, a quien llevó como asesor del Ministerio de Defensa y quien junto a Andrés Soto y Andrés Peñate, dejaron montada la carta de navegación que debían tomar las Fuerzas Armadas de Colombia. Sin embargo todo comenzaría a salirse de las manos por el exceso de fuerza, el paramilitarismo y las ejecuciones extrajudiciales (mal llamadas “falsos positivos”) y hoy hay 1.914 uniformados ante la Justicia Especial para la Paz (JEP), de los  cuales hay cinco generales y veinte coroneles por las acciones realizadas en los años que duró aquella Seguridad Democrática.

“El presidente Santos cuando fue ministro de Defensa, contó con la suerte de que le tocó cosechar, en materia de seguridad, lo que yo sembré cuando ocupé ese cargo”, dijo Marta Lucía Ramírez en otra entrevista con El Colombiano. Aunque si se hacen sumas, la cosecha fue sangrienta: mientras que los 16 años de los mandatos de Barco, Gaviria, Samper y Pastrana, juntos, dejaron 3,4 millones de víctimas, esa cifra fue superada en tan solo ocho años por aquella política de Seguridad Democrática, donde se presentaron 3,6 millones de víctimas.

Mal rodeada. La historia también da cuenta que Marta Lucía Ramírez nombró en esa época como asesor del Ministerio de Defensa a José Miguel Narváez, un oscuro estratega que adquirió un poder inconmensurable en agencias del Estado como el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Tiempo después se descubriría el accionar delictivo de Narváez, por ejemplo, los seguimientos e interceptaciones ilegales de comunicaciones a opositores de aquel gobierno y a periodistas, y el haber impartido doctrina militar a líderes de grupos paramilitares. Actualmente este exasesor se encuentra condenado a 26 años de cárcel por haber sido el instigador del asesinato del periodista y humorista Jaime Garzón.

En una entrevista a Marta Lucía Ramírez realizada por el portal Kien&Ke se lee lo siguiente: “Fuera de cámaras, la candidata respondió a las críticas que han llegado desde la campaña de Colombia Humana por haber ordenado la Operación Orión en la Comuna 13 de Medellín. Explicó que en medio de ese asedio de la guerrilla en la zona urbana de la capital antioqueña, los militares le dijeron que tenían que intervenir y ella dijo que sí”. El senador Gustavo Petro afirmó: “La vicepresidenta de la República, siendo ministra de Defensa, era la responsable política de la Operación Orión al ser la cabeza de las Fuerzas Militares de Colombia”. En aquella intervención fueron asesinadas 88 personas, 80 civiles quedaron heridos, hubo 370 detenciones arbitrarias y 95 desapariciones forzadas. “Ella debería presentarse a la JEP y aceptar la verdad, no queremos que vaya a la cárcel, sino la verdad”, le dijo a este medio un senador que, curiosamente, fue su compañero en el Partido de la U.

La prensa de la época registró la salida temprana de Marta Lucía Ramírez por encontrones con los generales. Aseguran que la ministra quiso imponer su mando, pero los militares no se dejaron. Primero fue el disgusto por la contratación de raciones por nueve mil millones de pesos, Ramírez quería dejar por fuera a los uniformados que llevaban años tomando las decisiones sobre esos contratos.

Después se encontró con el disgusto del comandante de la Fuerza Aérea al aceptar unos aviones de segunda que estaba regalando España, sin consultar al militar. A Uribe le llegaron las quejas. Algunos se atrevieron a decir que empresarios amigos de la ministra estarían interesados en entrar al negocio de los repuestos de aeronaves, pero esto jamás se comprobó. “En la Casa de Nariño ya no sabían qué hacer con ella y dio papaya. Se puso a contradecirlos con una información sobre un militar del Ecuador y ese mismo día Uribe la mandó a sacar. A ella lo que más le dolió es que Uribe no la llamara sino que mandara a Fabio Echeverri a decirle que la habían echado. Pero ella hizo caso y dijo que renunciaba. Yo no sé cómo es que ella sigue en el uribismo después de eso”, dice otra de las fuentes.

Locuacidad. “Uribe estaba mamado con ella. Y es que ella tiene esa particularidad de cansar, de ser intensa. Habla mucho y no deja hablar. Habla pero no escucha. Cuando tenían que estar juntos por consejos o reuniones, Uribe pedía que no se la pusieran al lado porque hablaba mucho”, recuerda un exministro. De hecho la revista Semana escribió en una de sus publicaciones que Marta Lucía Ramírez tenía un “exceso de locuacidad”. Según la Real Academia de la Lengua locuacidad es la cualidad de hablar mucho.

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Un regreso

Puerta giratoria. Al irse, regresó. Volvió a ocupar la cabecera de la mesa central de su firma de abogados para asesorar a empresarios en el mundo del comercio exterior. En 2004 su firma Marta Lucía Ramírez de Rincón y Asociados Limitada, pasaría a llamarse Ramírez y Orozco International Strategy Consultants Ltda. El cambio se dio porque entró a compartir sociedad con Ángela María Orozco. “Su alter ego”, dicen quienes las conocen. Orozco, además de haber sido su viceministra de Comercio Exterior, fue quien la reemplazó en ese mismo cargo finalizando el periodo de Andrés Pastrana.

La política es dinámica. “Lo primero que me impresionó en el Congreso fue su ambición. Ella llegó y quería ser presidenta del Partido de la U, presidenta del Senado y presidenta de la Comisión Segunda, quería ser presidenta de todo”, recuerda una exsenadora, y prosigue: “Me pareció una persona trabajadora, pero muy intensa y muy negativa. Tenía una dimensión muy pesimista de todas las cosas. Nunca estaba contenta con lo que tenía. Siempre estaba insatisfecha con lo que conseguía. Ella como siempre muy cercana al poder, fuera cual fuera el poder. Es de una debilidad ideológica profunda porque ha pasado por varios gobiernos, todos de diferentes banderas”, recuerda su excolega en el Senado.

Relaciones. Presidió la Comisión Segunda del Senado que, entre otras cosas, se encarga de las leyes en materia de, ¡sí!, comercio exterior. “Cuando se estaba armando lo de la Bolsa Latinoamérica nosotros los asesoramos en eso, compraron un puesto en Colombia y nosotras nos quedamos con un 10 por ciento de ese puesto de bolsa, entre el 2006 o 2008, no recuerdo bien la fecha”, la anterior afirmación la hizo Marta Lucía Ramírez al periódico El Colombiano en julio de 2018, para negar cualquier participación suya o de su sociedad con el lavado de activos llevado a cabo por las empresas Global Security Advisors y Global Strategic Investments dentro de la compañía petrolera Pdvsa. Es decir, Marta Lucía aceptó que tenía actividades en el mundo de los negocios en el 2006, de hecho en los primeros meses de ese año se llevó a cabo la creación de una de estas compañías en Medellín, curiosamente en los mismos meses en que Ramírez hacía política para llegar al Senado de la República, al que entró meses después.

Un banquero

Agradecer por lo recibido. “Yo le propuse a Gaviria que creáramos el Ministerio de Comercio Exterior, el cual fue responsabilidad mía durante su gobierno (…) aplicando todo lo que había aprendido con Luis Carlos Sarmiento”, aseguró Marta Lucía Ramírez en una entrevista para El Tiempo en mayo de 2014. Y es que ella ha trabajado muy de cerca con el banquero y hombre más rico de Colombia. Fue su asesora jurídica, consultora de dos de sus bancos, miembro de la junta del Banco de Bogotá y también representante legal de la Fundación Luis Carlos Sarmiento Angulo.

Por todo lo anterior el senador Jorge Enrique Robledo enfiló un debate contra Marta Lucía Ramírez y Ángela María Orozco, respecto de los dineros que han querido obtener del Estado los bancos de Sarmiento que participaron en la Ruta del Sol II y que se vieron envueltos en el escándalo de Odebrecht. “Hay una telaraña donde se cruzan tres hilos: Luis Carlos Sarmiento Angulo, Marta Lucía Ramírez y Ángela María Orozco. Y la madeja no es muy enredada. Sarmiento Angulo fue jefe de Marta Lucía y Marta Lucía fue jefe y socia de Ángela María. Ahora Ángela María es la ministra de Transporte y una buena parte de los negocios de Sarmiento Angulo están en ese sector”, asegura una fuente.

El senador Robledo advirtió: “Según registros de la página web de Ramírez & Orozco (inactiva), tomados el 24 de marzo de 2018 y el 8 de agosto de 2018, entre los clientes de R&O figuraban el Banco de Occidente y el Banco de Bogotá, entidades financieras pertenecientes al Grupo Aval, propiedad de Luis Carlos Sarmiento Angulo”. Pero fue mucho más allá en sus denuncias y evidenció que Marta Lucía Ramírez prestó las oficinas de la vicepresidencia para una reunión de gran calado donde estuvo presente ella, su exsocia la ministra Orozco y los miembros de los bancos que en ese momento le estaban reclamando al Estado colombiano la no despreciable suma de 1,4 billones de pesos, de los cuales los bancos de Sarmiento Angulo, su exjefe y excliente, reclamaban cerca de 500 mil millones.

A la ministra Orozco, por el escándalo que pedía su cabeza, le tocó recular en las acciones que pretendía tomar como miembro del Gobierno y la negociación no se hizo efectiva. Sin embargo, denuncia Robledo, meses antes la ministra aprobó que la Agencia Nacional de Infraestructura les pagara a los bancos la suma de $627.000 millones, de los cuales al Grupo Aval le tocaron 242.750 millones, acción en la que no se declaró impedida teniendo en cuenta que junto a Marta Lucía Ramírez habían tenido negocios con quienes recibieron el dinero de los colombianos.

Un foro

Marta Lucía Ramírez sale a dar el discurso de bienvenida del II Foro Internacional de la Mujer en Colombia. El evento lo ha organizado ella con dinero de la Vicepresidencia de la República. Han convocado a casi a 300 mujeres de todo el territorio colombiano, pero para hablar han traído a 20 ejecutivas. La vice abre con una intervención de 34 minutos. En la mitad de su discurso se ve a las asistentes con sus miradas y atención puestas en sus teléfonos, le han perdido la atención. Íngrimo, el presidente Iván Duque está sentado en una silla del escenario, cambia de posición casi cada tres minutos. No se le ve cómodo. Por fin acaba la vice y le da paso a su jefe.

Duque ofrece un discurso de 23 minutos exactos, 11 menos que Marta Lucía. Dicen lo mismo, que se debe empoderar a las mujeres. A renglón seguido los técnicos organizan el escenario con cinco sillas y ponen el nombre de Marta Lucía en el centro. En los extremos ubican a Gina Riaño, secretaria general de la OISS; a Rebeca Grynspan, secretaria general del SEGIB; y a Laura Chinchilla, expresidente de Costa Rica. Una mujer del público pide la palabra pero no se la dan. Varias la piden pero no se las dan. Una asistente que recorrió 230 kilómetros dice que esto más bien parece una charla de amigas tomando el té en casa de la vicepresidenta. Le siguen tres charlas más con otros invitados.

A mitad de la tarde vuelve a aparecer Marta Lucía en el escenario para el lanzamiento del Observatorio Colombiano de las Mujeres. Interviene durante la mitad de la presentación. Pasan 22 minutos. Celebra y pide aplausos. No se va, sigue en el escenario para lanzar un premio de periodismo. Pasan 8 minutos más. Regresa. Presenta a Katja Iversen, presidente de Women Deliver, la panelista da una charla en inglés. Otra de las asistentes se pregunta el porqué no hay traductor o no les han dado los aparatos para ponerse en el oído y entender lo que dice la invitada venida de Nueva York. Vuelve Marta Lucía, son las 5:42 de la tarde. Inicia su discurso de cierre. Habla durante 29 minutos y finaliza pidiendo un minuto de silencio por las mujeres que “se fueron”. La vice durante todo el día se tomó la palabra poco más de 80 minutos. A la salida una líder comunitaria mira el logo del evento donde se lee Foro M, y la mujer apunta la siguiente frase: “Ya entendí: este no es el Foro para Mujeres sino el Foro para Marta Lucía Ramírez”.

Un esposo

La vicepresidenta Marta Lucía Ramírez hace poco menos de un mes lloró en los micrófonos de la W Radio, al negar que hubiera tenido amistad o sociedad con Guillermo León Acevedo, quien según el portal InSight Crime es alias Memo Fantasma, narcotraficante y excomandante de un grupo paramilitar, pero quien ahora se está presentando como un potentado empresario. Sin embargo, el periodista Jeremy McDermott logró demostrar el negocio realizado en el 2006 entre la compañía Hitos Urbanos, sociedad donde aparecían como propietarios Álvaro Rincón y Marta Lucía Ramírez, y una de las empresas de Acevedo en la construcción de un edificio en una exclusiva zona del norte de Bogotá.

“Una cosa que hemos visto es esa relación de su marido y los negocios. Y ella también ha aparecido en sus sociedades. No lo puede negar. Pero, si uno quiere estar en la política uno no puede estar también en el sector de los negocios. Eso es una regla. Y parece que esa regla ellos siempre la han roto. No les importa. Lo que acaba de salir de su marido y esos negocios es una mancha irreversible. Y ella aparecía también como dueña de esa firma constructora. Para mí también fue una sorpresa hace poco darme cuenta que ella es muy rica. Muy, muy rica. Pero nunca supe cómo lo hicieron”, dice una exsenadora quien trabajó de cerca con Marta Lucía Ramírez en su periodo legislativo.

“Los terceros civiles no armados, como en el caso de ella, pueden voluntariamente ir a la JEP, estaría bien que ella reconozca sus responsabilidades comerciales con el Fantasma, con Acevedo, le haría bien a la democracia, pero esa es la razón por la que se han opuesto al proceso de paz, porque le temen a la verdad”, le dijo a este medio sobre estos hechos un senador.

Marta Lucía Ramírez también lloró en una entrevista con el periodista Juan Pablo Barrientos, quien preguntaba por otra de las obras de su esposo que se encuentran en entredicho. Se trata del multimillonario proyecto hotelero y de apartamentos Grand Sirenis en San Andrés. Las pruebas indican que la licencia tuvo varias irregularidades, entre ellas el construir un edificio de 11 pisos cuando en la isla sólo hay permiso para edificaciones para poco menos de la mitad de esas alturas. Hitos Urbanos compensó esa irregularidad, como se los permite la ley, donando a la Isla de San Andrés un terreno completamente mejorado para el deporte y el disfrute público. Coincidencialmente, Hitos escogió, con el beneplácito de las autoridades locales, un lote frente al edificio donde tiene apartamento la vicepresidenta Ramírez y otro de los socios de la constructora, para compensar la irregularidad de la altura en su megahotel. Ganaron con cara y con sello.

Por el poder todo. Marta Lucía Ramírez sigue en su carrera hacia la inmortalización de su nombre. Sin embargo, los cimientos no han soportado las acciones realizadas en aquel edificio por el que se mueve el tiempo. “El perfil de la vicepresidenta queda dibujado cuando ella se atribuye poderes que no tiene e intentó tratar como subalternos al fiscal, al contralor y al procurador, lo que le significó una descalificación pública. Ella siempre se creyó mejor que el presidente Duque, se creyó por encima de los órganos de control, ella siente que es quien debería gobernar y como no puede, su familia se dedica a los negocios de infraestructura”, dijo un senador que compartió con Marta Lucía Ramírez diferentes banderas políticas.

Pensar en voz alta

“Se equivoca mucho. Su subconsciente la traiciona, pero además la revela”, dice de Marta Lucía Ramírez una de sus excompañeras del Senado. Su más reciente caída de boca se dio al afirmar: “Es que esto acá no es estar atenidos a ver qué hace el Gobierno por cada uno de nosotros”. Tuvo que salir a pedir disculpas. Meses antes había dicho: “Tenemos demasiadas psicólogas y sociólogas, carreras que no les sirven para tener mejores ingresos”. También tuvo que buscar argumentos para quedar bien, pero estos no valieron. En noviembre de 2019, tras bombardeos militares en Caquetá, donde murieron ocho niños, defendió a las FF.MM.: “Si están haciendo una operación es prácticamente imposible saber si abajo hay niños”. Otro trino por el accidente de un helicóptero donde murieron seis uniformados que le costó miles de críticas decía: “Gran dolor y solidaridad con nuestra @FuerzaAereaCol y las familias de tripulantes. Afortunadamente @IvanDuque no viajaba allí”. ¿Qué le pasa a Marta Lucía?, se preguntaban en redes sociales.

Sin pruebas, durante el paro nacional dijo: “Encapuchados que atacaron el Icetex fueron mandados desde Venezuela”. Le pidieron demostrarlo, pero no lo hizo. A Trump lo llamó “mi presidente”, a Duque un par veces le ha dicho “Presidente Uribe” y para defender la aspersión de glifosato aseguró que si alguien se tomaba 500 vasos de agua también se iba a enfermar.

Al que escupe para arriba en la cara le cae y parece que a Marta Lucía Ramírez le ha caído. Para criticar al gobierno Santos, dijo en junio de 2014: “¿Se sentirá orgulloso el gobierno nacional del nuevo valor del dólar? ¿Cuánto se encarece a $2.300 el valor de la deuda externa?”, pero en este gobierno que ella subdirige el dólar ha superado la barrera de los $4.000. Durante ese mismo año, en temporada de campaña electoral también arremetió contra Juan Manuel Santos diciendo: “El presidente dice que los jóvenes no tendrán que ir a la guerra. ¿Con qué soldados combatiremos al ELN, EPL, las Bacrim?”. Indolente, le dijeron sus críticos. Y ahora, por los días en que su nombre se convirtió en tendencia junto a la palabra ‘atenidos’ muchos han salido a recordarle que ha estado inmersa en la política desde hace 40 años, 17 de ellos directamente en cargos donde los sueldos provienen de los impuestos que pagan los colombianos. “Siempre ha mamado de la teta del Estado”, le dijo otra fuente a este medio.

*Le solicitamos a Marta Lucía Ramírez una entrevista, la vicepresidenta aseguró que se comunicaría con nosotros y no lo hizo. También intentamos agendar una cita a través de su secretaria privada, quien acusó el recibo, pero quien no dio una respuesta.

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