Esta es la historia de un joven que lucha por introducir a niños, niñas y jóvenes en el deporte y que hoy se encuentra detenido por manifestarse durante el estallido social de 2021.
26 de junio de 2022
Por: Brandon Ortiz / Ilustración: Camila Santafé

Kevin David García Mosquera tiene 22 años y es oriundo de Neiva. Durante los meses de abril a junio de 2021 se movilizó en las calles de la capital del Huila en medio del Paro Nacional, alentado por el inconformismo hacia el Gobierno y sus políticas. 

En el marco del estallido social, este joven, según la Fiscalía, habría integrado la Primera Línea de esa ciudad. La defensa de Kevin asegura, por el contrario, que él no hizo parte de este grupo que, inspirado en experiencias similares de otros países, nació como una defensa en las movilizaciones que, literalmente, se ubica en la primera línea y, a través de escudos, cascos y máscaras antigases, protege al resto de los manifestantes de posibles infiltrados y de las acciones por parte del Esmad. Posteriormente, transformaron su identidad y pasaron a ejecutar hechos que tuvieran un mayor impacto y llamaran la atención de los gobiernos nacional, departamentales y locales. 

Kevin fue detenido junto a siete personas más, en Neiva, el pasado 27 de abril, todas relacionadas en el mismo caso jurídico. Por este proceso, Kevin David fue imputado por los delitos de concierto para delinquir, secuestro, terrorismo, hurto calificado y agravado y perturbación de servicio de transporte público colectivo. Uno de los argumentos de la Fiscalía es que la Primera Línea es un grupo delincuencial organizado, como lo son las Bacrim. 

El domingo 19 de junio, en su primer discurso como presidente electo, Gustavo Petro le solicitó a la Fiscalía General de la Nación liberar a los jóvenes de la Primera Línea que han sido detenidos por haber participado en las movilizaciones del paro. “Cuánta gente que está presa en estos momentos, cuántos jóvenes encadenados, esposados, tratados como bandoleros, simplemente porque tenían esperanza y amor. Yo le solicito al fiscal general de la nación que libere a nuestra juventud, liberen a los jóvenes”, dijo Petro en el Movistar Arena, ante miles de seguidores.

Kevin no logró acceder a la educación superior y en el momento de su captura contaba con un empleo. Vivía en un barrio pobre en su ciudad y utilizaba su tiempo libre para ayudar a distintas comunidades a través del deporte. Esta es su historia. 

Desterrados

Era el año 2006, Kevin David tenía 8 años. Vivía con su familia en una casa de bahareque, en una vereda de Algeciras, Huila, un municipio que destaca por sus grandes montañas y por tener virtuosas tierras agrícolas. En este territorio hizo presencia la antigua guerrilla de las Farc. Algeciras era, en pocas palabras, lo que el país conocía como un municipio de “zona roja”. Allí, Kevin David y su familia cultivaban plátano, café y yuca. 

Mientras vivían allí, un comandante de un grupo armado se acercó hasta su finca y les exigió colaboración con el arreglo de unos radios, pero recibieron la negativa por parte de la familia. Inmediatamente después comenzaron a recibir amenazas de ser desterrados de su territorio. Luego, dicho comandante fue dado de baja y la familia acusada de haber indicado su paradero, por lo que debieron huir de la región con solo la ropa que tenían puesta. Esa fue la primera vez que Kevin y su familia vivieron la violencia como desplazados del conflicto.

Huyeron del Huila hacia Villavicencio. Kevin David, con 8 años, tuvo que adaptarse a una ciudad que no era la suya. En los llanos colombianos vivieron solo seis meses. Recibieron amenazas de nuevo, según cuentan, del mismo grupo armado que ya les había obligado a abandonar su antigua casa. “De allí nos fuimos para el sur de Bogotá, en Bosa. Allá no teníamos familia ni nada y solo nos llevamos una colchoneta para dormir. Fueron meses muy difíciles para nuestra familia”, cuenta Luis, el padre. En Bogotá vivieron cinco años. A causa de una enfermedad de la madre de Kevin debieron dejar la tierra fría y regresaron a Neiva. Kevin tenía 13 años en aquel entonces e ingresó en un colegio de la capital del Huila, lo que le permitió hacer nuevos amigos y abrirse paso a una nueva historia.

El padre de Kevin trabaja en “lo que le salga”. Es decir, un día se dedica al comercio, y al siguiente se la rebusca adecuando vidrios, marcos en madera, entre otros. Sandra, la mamá, es ama de casa. Viven en un asentamiento a las afueras de Neiva, de esos lugares a los que el Estado no llega. Eric García, hermano menor de Kevin, fue el mejor Icfes de su colegio, con un puntaje cercano a los 380, pero por no tener el Sisbén actualizado no logró acceder a programas estatales como Generación E. Incluso, dejando de lado dichos programas o becas, si él quisiera estudiar en una universidad pública, sus recursos económicos son limitados. 

Por esas desigualdades estructurales que él y su familia han vivido en carne propia, Kevin se movilizó en las calles en 2021, para exigir un cambio. 

La captura

El 27 de abril de 2022, Kevin se despidió de su hermano, bajó las escaleras y salió hacia una calle con muchos huecos y polvo. Es el barrio Las Delicias, cerca a uno de los canales de agua ubicados dentro de la ciudad, de esos que en grandes crecidas obligan a las comunidades a salir huyendo por miedo a un posible desbordamiento. 

Las casas alrededor son de aspecto humilde. De repente, tres motos grandes en las que se movilizaban agentes del Estado se acercaron a Kevin para capturarlo. Kevin corrió, pero fue alcanzado y esposado. “Yo siempre he dicho que la captura de él fue completamente ilegal. Hay un video donde a él lo tienen en el comando de la Policía y mientras está esposado le están leyendo los derechos, pero él fue capturado en un lugar distinto. Eso fue arbitrario”, indica Luis García, el padre. 

Uno de los delitos contra los que Kevin se defiende, mientras se encuentra con medida de aseguramiento intramural, es el de secuestro. La Fiscalía le endilga este delito por los hechos ocurridos el 4 de junio de 2021, en los que personas encapuchadas ingresaron a la Clínica Mediláser de Neiva y obligaron a un médico a salir de allí y dirigirse a la Universidad Surcolombiana para atender a un herido durante las manifestaciones. Lo llamativo de esto es que el herido al que el médico atendió era el mismo Kevin David. Para la defensa es imposible que Kevin haya participado como coautor de este hecho, pues al encontrarse malherido en ese momento, no pudo haber dirigido un acto así. La familia argumenta, incluso, que debido a la cantidad de gas arrojado por la policía en ese momento, Kevin perdió su respiración. 

En algunos audios, enseñados por la Fiscalía y provenientes de interceptaciones telefónicas, se escucha a Kevin utilizar una especie de lenguaje codificado, por ejemplo, diciendo “hágale papá que el padre es párroco y toda la segregación ya va para allá”. La defensa explica que “cuando hay lenguaje cifrado, la Fiscalía tiene que demostrar qué significa ese lenguaje cifrado, no solamente ponerlo y poner a la gente a deducir cosas”.

De igual forma, la defensa asegura que “una cosa es que se les investigue por actos vandálicos y otra es que digan que hacen parte de un grupo delincuencial organizado y que la misión de Kevin dentro del grupo era esa: hacer daño y cometer actos indeterminados. Allí hay una desproporción enorme”. El padre de Kevin coincide con las abogadas.

La Fiscalía realizó un video en el que presenta varias supuestas pruebas para comprobar los delitos imputados. Son grabaciones de diferentes momentos de las protestas, que  superpone con audios de interceptaciones telefónicas. En algunos de los videos se observan camiones y buses que son consumidos por el fuego, cierres de calles, quema de lugares o saqueos de supermercados. Todo eso, mientras se reproducen algunas voces de los implicados dialogando por teléfono.

Sin embargo, según la propia defensa, varios de esos videos fueron editados o cortados. Por ejemplo, en un video en el que se observa al artista Retazos Clown (de quien también contamos su historia en Vorágine) sentado en el suelo, poniéndose su vestimenta de payaso, detrás suyo se está incendiando una cooperativa de taxis en Neiva. El video de la Fiscalía deja la sensación de que Retazos tuvo participación en dicho incendio, y la proporción de la grabación fue alterada, acercando hacia Clown la imagen e impidiendo que se vea con claridad lo que está ocurriendo detrás. En el video original, mientras esta persona permanece sentada organizando su ropa, detrás suyo algunos integrantes de la Primera Línea se encuentran apagando el fuego de las instalaciones y reciben las felicitaciones del artista, algo que en el video de la Fiscalía casi no se nota. 

La defensa le explicó a Vorágine que un video de ese tipo se entendería siempre y cuando ya existiese una decisión en firme que les catalogara como culpables de los delitos endilgados, y con el objetivo de la Fiscalía de explicarle a la sociedad el rol que pudieron haber tenido dentro del caso. Sin embargo, el video fue elaborado y publicado en una de las etapas iniciales del proceso judicial. La defensa y la familia de Kevin David aseguran que es una malintencionada forma de vulnerar la presunción de inocencia del joven. 

Parkour: una complicidad a través de piruetas

Un joven respira mirando fijamente al frente. Tiene a su alrededor una multitud de niños y niñas que lo miran con asombro. La gente cuenta hasta tres y este despega del suelo corriendo a toda velocidad, se eleva por el aire y parece que vuela por encima de un montón de bicicletas apiladas en el suelo. Cae sin ningún inconveniente y la gente lo aplaude. El que salta es Kevin, quien aparece en un video que su padre rememora, contando que a él le gustaba hacer maromas en el aire o saltar contra paredes y muros, mientras jóvenes a su alrededor lo miraban con gran admiración. 

Kevin es de contextura corporal gruesa, necesaria para la fuerza que deben tener sus brazos y piernas para dar los saltos y piruetas que practica. Su gran afición y dedicación es el parkour, un deporte o disciplina física que tiene como objetivo trasladarse de un punto a otro de la manera más sencilla y eficiente posible, adaptándose a las exigencias del entorno con la sola ayuda de su cuerpo. Este arte implica el contacto con todo el espacio, así como el dominio del propio movimiento natural de cada individuo. Es como danzar rítmicamente con las calles, paredes o muros; en sí mismo, el parkour es una forma de expresión de libertad, libertad que hoy le han arrebatado a Kevin.

Su cuerpo tiene varios tatuajes. Uno de los que más resalta es una gran frase en inglés que tiene en el brazo izquierdo y dice “All we need is love”. Su familia y amigos aseguran que ese es uno de sus pensamientos más fuertes: creer en el cambio y en la transformación, especialmente a través del arte y el deporte. Por eso, Kevin no solo tiene algunos tatuajes, también los pinta. Tiene una capacidad especial para el arte de tatuar y utiliza gran parte de su tiempo en ello. Una de sus orejas tiene una gran expansión que llama mucho la atención. De allí que la Fiscalía hoy lo ponga bajo el alias de ‘Candonga’, aún cuando las personas con las que se contactó Vorágine para preguntar sobre Kevin aseguran que jamás lo han llamado así. 

El sueño de Kevin es formar una gran academia que enseñe a niños, niñas y adolescentes parkour en Neiva. Antes de ser capturado, estaba buscando recursos para dicho propósito y generando canales de diálogo con instituciones oficiales. Sin recursos y sin estar reconocido oficialmente en el municipio, sacaba adelante clases y espacios en los que enseñaba este deporte, que aún causa escepticismo en algunos padres y madres por los riesgos que conlleva. 

Son múltiples los documentos que confirman el oficio de Kevin en este deporte y sus insistencias con que sea reconocido, oficializado y así reciba recursos y espacios dignos para su práctica. Su proyecto se denomina ‘Urban Elements’, del que existe un documento de presentación con el que buscaba jalonar recursos. Eucaris Castillo Camacho, presidenta del club ‘Gymnastic Academy’ y expresidenta de la Liga de Gimnasia en el Huila, da fe de que “Kevin ha venido trabajando en llevar a cabo un proyecto con jóvenes en el parkour”. En ese documento, esta lideresa de procesos deportivos asegura que Kevin y los jóvenes que practican parkour con él deben ajustarse a cualquier lugar en la calle para practicar, ya que no cuentan con un escenario idóneo para ello. La asociación Viva la Gente certifica, de igual manera, que Kevin lidera esta organización artística y deportiva como un “buen” instructor. 

Además, Kevin tenía un par de trabajos para tratar de llevar unos pesos a su casa. Desde diciembre de 2021 y hasta el día de su captura, se encontraba trabajando para una discoteca de Neiva llamada Hi Club. Y la constructora Arpa SAS aseguró que Kevin estuvo vinculado hasta el 28 de abril de este año (un día después de ser capturado) bajo contrato de prestación de servicios como asesor comercial, y especificó que “durante su labor se destacó por su respeto, honestidad y arduo trabajo social en el sector de la construcción”.

Kevin David, Eucaris Castillo y el grupo de jóvenes que le apuestan al parkour en Neiva pretendían participar del Campeonato Nacional, que justamente se llevó a cabo en Armenia esta semana, entre el 23 y el 26 de junio. 

De puño y letra, diferentes personas han consignado sus apreciaciones y opiniones sobre Kevin y el trabajo que venía desarrollando. En distintas cartas plantearon su apoyo y respaldo al joven que hoy se encuentra tras las rejas.

Supuesto plan de fuga y amenazas

En Pasto, Nariño, se llevó a cabo un proceso judicial similar en el que la Fiscalía adelanta una investigación contra algunos jóvenes manifestantes del Paro Nacional de 2021 en ese departamento. En ese caso, la fiscal fue denunciada por haber presionado a uno de los imputados a que aceptara cargos. Este hecho es relevante porque familia y defensa aseguran que en el caso de Kevin también habría intimidaciones o amenazas para que se declare culpable, aunque aún no se ha demostrado quienes estarían detrás de las presiones. 

Por eso, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CAJAR), que lleva el caso de Kevin, denunció que han existido supuestas amenazas en contra de él. 

La madre, Sandra, cuenta que mientras ha permanecido arrestado, Kevin ha sufrido de hostigamiento para que afuera no se reporte ni se denuncie nada. Afirma que en una llamada telefónica que le permitieron con su hijo, este le dijo “mamá, usted sabe cómo es acá”. 

En el mismo sentido de la denuncia del CAJAR, el padre asegura que los primeros días en que iban al CAI a intentar ver o hablar con su hijo podían verlo pero de lejos, incluso en las noches. Sin embargo, dice que “después de haber encontrado esa supuesta cuchilla, las luces se dañaron completamente. Si usted pasaba por ahí, le daba miedo entrar. A los implicados en el caso al parecer los estarían presionando para que aceptaran cargos”. Kevin estuvo en el CAI del barrio Bogotá, luego fue trasladado al búnker de la Fiscalía en Neiva y hoy, según información confirmada por la familia, se encuentra retenido en la cárcel El Cunduy, de Florencia, Caquetá. 

A propósito de su traslado a la cárcel del Caquetá, su defensa presentó una acción de tutela que solicita su retorno a la ciudad de Neiva, según ellos porque estarían violando su arraigo y su unidad familiar.

Aunque no está del todo claro, familia y defensa aseguran que cuando Kevin estaba en el CAI, una persona ingresó y lo amenazó. Así lo explica la defensa: “Él recibió una visita de una persona de la que desconocemos su identidad. Esta persona entró con el fin de amenazarlo para forzar un preacuerdo”. Kevin les ha manifestado a sus abogadas que teme por su vida. 

Mientras los ocho investigados en el mismo caso de Kevin permanecían detenidos en el CAI del barrio Bogotá en Neiva, se advirtió de un supuesto plan de fuga que encendió las alertas. “Una sola cuchilla Minora fue suficiente para decir que los capturados se escaparían del CAI”, afirma Eric, hermano de Kevin. Eric se refiere a una cuchilla Minora que fue hallada en medio de la ropa que sus padres estaban llevándole hasta el CAI. “Lo de las cuchillas es un montaje. Nosotros fuimos a llevarle ropa al CAI. Mi esposa se la entrega a una funcionaria de la Personería y ella se va zarandeando la ropa mientras camina y nunca jamás cae una cuchilla. Hay un policía que revisó la ropa en la entrada del CAI y tampoco encontró nada. Cuando la ropa entra, aparece la supuesta cuchilla”, explica Luis García. 

“Ellos son la escoria humana”

Mamá y papá sostienen el álbum familiar y recuerdan momentos del pasado: San Pedro en el Huila, Halloween y Kevin izando bandera en el colegio. La habitación, hoy vacía, es medianamente amplia. Tiene varias fotos y cuadros colgados de las paredes, un televisor roto y una cama sencilla. En uno de los espejos reposa un pequeño letrero con una frase hecha a mano que dice “no se vive celebrando victorias, sino superando derrotas”. Justo al lado se encuentra el uniforme que Kevin utilizaba para trabajar todas las semanas en Hi Club. 

La familia denuncia constantes malos tratos y humillaciones durante este tiempo en que su hijo ha permanecido capturado. Eric, el hermano, dice que “ese acoso es sistemático. La primera vez que llegamos al CAI a llevar comida y hablamos con el policía, nos dijo que eso era mejor llevárselo a la cárcel en Rivera, cuando aún ni siquiera existía una medida de aseguramiento. Entonces es como si la presunción de inocencia para ellos no existiera”.

Cuando tienen que hablar de las humillaciones que aseguran haber vivido, es imposible que sus voces no se quiebren y que inclinen levemente sus cabezas, como queriendo ocultar las lágrimas. “Es muy duro ver que a un hijo lo humillen de esa manera. Él no es la persona que ellos dicen, mi hijo es una buena persona, con ganas de progresar y que quiere algo justo para todos. Los medios de comunicación locales como La Nación jamás han consultado a algún familiar para preguntar su punto de vista”, relata Luis García. 

Sandra, la mamá, tampoco disimula su disgusto: “Uno pasa la humillación de que lo reciba el policía de una forma denigrante. Es horrible escucharles decir que quienes están allá son la escoria humana, que si de ellos dependiera no les darían ni agua. Que hablen eso de un hijo, a uno le desgarra el corazón. Mi hijo me pidió un libro para leer y mantener la mente ocupada, pero tampoco se lo dejaron entrar”. 

La familia de Kevin y su defensa informan que desde el 15 de mayo ha presentado tos con sangrado y, al parecer, una alergia en sus piernas. Muy seguramente esto ocurre a causa de las pésimas condiciones de higiene que, según denuncian, mantienen los lugares por los que ha pasado. Por este motivo, su defensa radicó un memorial solicitando atención urgente en salud, pero manifiestan que solo hasta la segunda petición entregada, Kevin fue trasladado a un centro médico. 

Tanto el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, como las organizaciones de DD.HH. que acompañan a las otras siete personas procesadas, presentaron medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el fin de exigir al Estado colombiano que proteja los derechos fundamentales y el debido proceso de estas personas, a las que presuntamente se les habrían vulnerado derechos como el de la presunción de inocencia.

Dentro de la habitación de Kevin David García Mosquera, mientras su familia enseña a Vorágine los elementos relevantes de su hijo, el padre hace un chiste acerca de una hija que Kevin tiene. En ese instante, todos sueltan la risa y dirigen su mirada hacia una gata que se encuentra en la habitación. Se refieren a ella como su hija. La gata sale de detrás de la puerta y mueve su cola alrededor de los pies de quienes están allí. Recibe caricias, frases de cariño y de repente se acuesta sobre unos zapatos. Los zapatos, por supuesto, pertenecen a su supuesto padre, quien lleva varias semanas sin haberla visto y sin recibir su compañía. Quizá la gata se mueve y se acuesta por los lugares en los que siente el olor de Kevin, como aguardando a que el futuro le permita algún día volver a sentir que su compañero de apartamento duerme junto a ella.

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