Mientras todo el mundo celebra el papel de la Selección Femenina en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, en el país sigue sin consolidarse una verdadera liga local y son muy pocas las que pueden vivir de jugar fútbol. El torneo dura solo cuatro meses y la mayoría de los partidos solo se transmiten por YouTube, a una cámara, sin gráficas y sin locución.
6 de agosto de 2023
Por: Laila Abu Shihab Vergara / Ilustración: Camila Santafé

Los jugadores del Deportes Tolima tienen 14 hectáreas y seis canchas para entrenar, un gimnasio con máquinas importadas y dos vestuarios. Además, la sede deportiva San Gabriel, ubicada muy cerca del aeropuerto Perales de Ibagué, cuenta con área médica y de utilería, un auditorio pequeño, oficinas para psicólogos y nutricionistas, cafetería y restaurante. 

Es tan importante esa sede que dentro de poco se construirá allí un moderno edificio, que serviría de nueva sede administrativa y hasta de hotel para hospedar a los jugadores cuando sea necesario. La paradoja es que este año el Deportes Tolima femenino no tuvo permiso de entrenar en esa sede propia, por lo que debió hacerlo en el Parque Deportivo, un escenario público que en general tiene buenas instalaciones pero en el que las jugadoras no tenían privacidad ni acceso a canchas de césped natural, sino sintéticas, y tampoco contaban con vestuarios propios, entre otras incomodidades.

Ese es uno de los datos más reveladores del último informe de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), el gremio que vela por la protección de los derechos laborales de los y las futbolistas. Según el documento que Acolfutpro acaba de presentar sobre la Liga Femenina 2023, este año el Deportes Tolima fue uno de los dos equipos que no les ofrecieron vestuarios a las jugadoras. Fue el único que pese a tener sede propia no permitió que las mujeres entrenaran allí. Fue el que les ofreció los contratos más cortos a las jugadoras. Y fue uno de los clubes que inscribió más jugadoras aficionadas o a prueba, lo que significa que no tuvieron contrato y sólo recibieron un auxilio económico por los casi cuatro meses que jugaron.  

Todo esto resulta irónico, si se tiene en cuenta que en la página oficial de ese club se lee que, “reconociendo que existen desigualdades en el deporte, el Tolima desea implementar un programa de igualdad de género y no discriminación en la práctica deportiva (…) acompañado de la reactivación del equipo femenino de fútbol del club, incentivando la formación deportiva con excelencia y calidad”. Uno de los objetivos del programa, agrega, es “generar acciones para disminuir la brecha entre el equipo femenino y masculino del Club Deportes Tolima”. 

El informe de Acolfutpro fue presentado el pasado 21 de julio pero hasta ahora ha pasado de agache en la mayoría de los medios de comunicación y para la opinión pública, en parte por la euforia que ha generado la participación de la Selección Colombia femenina en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, que ya está en octavos de final y que le ganó a la dos veces campeona mundial y ocho veces campeona de Europa: Alemania. Y en parte porque alrededor del tema del fútbol femenino en el país se ha tejido un gran manto de silencio que hoy cobija a la mayoría de las jugadoras activas, a los cuerpos técnicos y a una parte importante de la prensa deportiva.

Cuando el silencio hace ruido

Para escribir este informe, VORÁGINE intentó hablar con 14 futbolistas de varios equipos que participaron en la última liga (de América, Santa Fe, Nacional, Cali, Deportes Tolima y Millonarios). No todas contestaron nuestras llamadas y mensajes y seis de las nueve que sí lo hicieron, se negaron a conversar al respecto. Los argumentos para hacerlo variaron desde un “escríbeme más adelante porque ya el torneo terminó y ahora estamos pensando en 2024” hasta un “estamos concentradas por Copa Libertadores” (se juega en octubre) y un “me queda complicado porque en el equipo no nos tienen permitido en este momento hacer declaraciones y ese tipo de cosas”. Faltando dos días para que se publicara la historia, una de las jugadoras se comunicó para pedir que “mejor” no usáramos lo que nos había dicho 24 horas antes. Y las dos voces restantes fueron enfáticas al pedir que “por ningún motivo” las identificáramos. 

En circunstancias normales, los periodistas no tendrían porqué dar esta explicación sobre la tras escena de una investigación. Pero cuando se trata del fútbol femenino las circunstancias siguen siendo atípicas y el silencio también es protagonista de las historias, por los vetos desde hace tiempo conocidos a algunas de las jugadoras que se han atrevido a alzar la voz para protestar por la falta de apoyo y el machismo de la Federación Colombiana de Fútbol y las dos entidades que dependen de ella: la Dimayor, que rige el fútbol profesional en el país, y la Difútbol, que manda en todo lo que tiene que ver con el fútbol aficionado. 

Tanto silencio dice mucho del miedo que tienen de que no les renueven contrato en 2024 y luego queden en una especie de lista negra que les impida, incluso, llegar a la Selección. “Sí hay jugadoras que temen reclamar sus derechos porque de alguna manera les hacen ver que si lo hacen, no juegan más en el equipo, y además los clubes usan el argumento de que hay muchas detrás esperando una oportunidad”, reconoció una de las dos futbolistas que accedió a hablar con VORÁGINE. 

En video: La Selección femenina de fútbol, contra viento y marea

En el informe de Acolfutpro, que aporta cifras y datos precisos sobre los 17 equipos femeninos que participaron en la liga de este año, no todo es malo. Por ejemplo, se destaca “el interés y el esfuerzo de los clubes por mejorar las condiciones de trabajo” y eso incluye cuestiones tan variadas como la indumentaria, (que por fin es propia para las mujeres de todos los clubes y ya no es la que sobra de los equipos masculinos), los lugares adecuados de entrenamiento, los viajes en avión y alojamientos en hoteles (gastos que asume la Dimayor) y la cantidad de futbolistas contratadas formalmente por los equipos. 

En este último aspecto es clave entender algo: en la liga femenina, por reglamento, cada equipo puede inscribir máximo a 30 futbolistas y está obligado a firmar un contrato formal de trabajo con al menos 15 de ellas. Las otras 15 pueden ser jugadoras aficionadas a prueba. Además, en cada club pueden jugar hasta 5 extranjeras. 

En la Liga Femenina BetPlay Dimayor 2023 se inscribieron 437 jugadoras, de las cuales 370 tuvieron contrato, lo que representa el 85% del total, y 67 jugaron a prueba, un 15%. De los siete campeonatos profesionales que se han jugado hasta el momento, es el que mejores números muestra en este ítem. Además, según el informe hay un progreso en la cantidad de equipos que formalizaron contratos con “la totalidad de la plantilla”. Mientras el año pasado solo 7 de los 17 equipos firmaron contrato con todas las jugadoras (41%), en 2023 fueron 10 de los 17 (59%): Santa Fe, América de Cali, Atlético Nacional, La Equidad, Real Santander, Deportivo Cali, Deportivo Pereira, Junior, Llaneros y Boyacá Chicó. 

Pero ofrecerles un contrato formal es solo una parte de lo que se necesita para promover el fútbol femenino en condiciones dignas y no discriminatorias y para que dedicarse a este deporte pueda representar una verdadera opción de desarrollo laboral y profesional para las mujeres. Porque de poco sirve tener contrato solo cuatro meses del año, que es lo que este 2023 duró el torneo. Mientras tanto, en la liga profesional masculina juegan dos ligas, de enero a junio y de julio a diciembre, y los jugadores reciben salario los 12 meses del año. 

¿Qué hacen las jugadoras de la liga femenina los otros ocho meses? ¿Cómo sobreviven? ¿Cómo mantienen el nivel de competencia? ¿Cómo pensar así en un proceso de formación a mediano y a largo plazo? La situación es aún más crítica para las integrantes de los equipos que no pasaron de la primera fase del torneo y solo jugaron 108 días este año. Esa es la razón principal por la que las muchas colombianas han terminado haciendo su carrera fuera del país, sobre todo en Estados Unidos, donde las universidades las becan por jugar bien al fútbol.

Cuatro años después de las reprochables declaraciones del entonces presidente del Deportes Tolima, Gabriel Camargo, sobre que el fútbol femenino era un “caldo de cultivo del lesbianismo tremendo”, y que terminaron hasta en una sentencia de la Corte Constitucional que protegió los derechos de las mujeres futbolistas, las condiciones de las jugadoras empeoraron en ese club. Solo alcanzaron a recibir tres meses y tres semanas de salario porque un día después de que terminaron su participación en el campeonato, el 24 de mayo, les rescindieron el contrato a las 15 jugadoras inscritas como profesionales este año (las otras 8 jugaron como aficionadas). Y les tocó entrenar en el Parque Deportivo de Ibagué porque esta vez no se les permitió hacerlo en la sede del club (como sí ocurrió en 2022), lo que les significó jugar en canchas sintéticas y sin vestuarios exclusivos y adecuados para ellas.

Aunque si por los lados del Tolima llueve, por los del Huila, el Pasto y el Industriales F.C. no escampa, pues sus jugadoras tuvieron solo seis días más de contrato, hasta el 30 de mayo. 

Luego están la mayoría de los equipos, que mantuvieron contrato hasta el 30 de junio, cuando terminó la liga: Atlético Bucaramanga, Junior, La Equidad, Millonarios, Boyacá Chicó y Real Santander. El Pereira les pagará a las jugadoras hasta el 30 de septiembre y el Deportivo Cali hasta el 30 de noviembre. 

Los cinco equipos que dan el mejor ejemplo en cuanto a la duración de los contratos y les pagarán a sus jugadoras hasta diciembre son los tres que competirán en la Copa Libertadores femenina (Santa Fe, América y Nacional) y dos que, a pesar de no haber clasificado a ese torneo internacional, están apostando por un proceso más estable: Llaneros e Independiente Medellín. 

“Lo de los torneos exprés es una de las cosas más urgentes que hay que corregir en el corto plazo, es que así no hay cómo”, aseguró una jugadora que conversó con VORÁGINE y que tuvo contrato hasta el 30 de junio. 

En julio de 2022, cuando se estaba jugando la Copa América femenina en Colombia, el mismo presidente de la Federación, Ramón Jesurún, prometió “con toda seguridad y seriedad que la liga femenina, a partir del año entrante, será de un año entero”. Pero una vez se apagaron los reflectores y los micrófonos, por el subcampeonato de la Selección, la promesa quedó en eso. 

Otras investigaciones del tema que pueden interesarte: Censura, acoso y maltrato: así es el hombre de las comunicaciones del fútbol colombiano

Lo que no se muestra, no se vende

Uno de los argumentos más repetidos de la dirigencia en Colombia es que el fútbol femenino no vende, que no es negocio. Varios hechos desvirtúan esa tesis y más bien dejan en evidencia cuál es la verdadera voluntad de apoyar y promover su desarrollo (como el patrocinio de 3 millones de dólares que ofreció una empresa internacional para financiar la liga femenina durante 4 años, que rechazó la Dimayor en diciembre pasado, sin ofrecer ningún plan a cambio).  

Lo que está claro es que mientras muchos de los partidos de la liga femenina se jueguen en horarios imposibles y no se transmitan por televisión, con la misma producción y calidad con que se transmiten los partidos de los hombres, será muy difícil construir una hinchada que llene estadios durante todo el campeonato, no solo en las finales. 

De los 150 partidos que se programaron en 2023, diez se jugaron en el horario de las 12 del día, dos en el horario de las 11 de la mañana y uno en el horario de la 1 de la tarde. Además, siete encuentros se jugaron a las 2 de la tarde, de los cuales dos fueron a altísimas temperaturas (Real Santander vs. América de Cali en Piedecuesta y Deportivo Cali vs. Bucaramanga en Palmira). Y aunque en este aspecto hubo un ligero progreso respecto a 2022 (cuando una tercera parte de los partidos se programaron en los horarios de la mañana y del mediodía), todavía son pocos lo que se juegan en el horario nocturno prime, que va de las 7 a las 8:30 de la noche y en el que sí se programan la mayoría de los partidos masculinos. “Ni porque tengas 15 años logras tener un rendimiento adecuado si te toca jugar a las 12 del día con 35 grados”, afirmó la jugadora que se quedó sin contrato el 30 de junio.

“Acolfutpro insiste en que para aumentar la visibilidad de la liga femenina y generar posibilidades de comercialización es importante hacer un estudio más riguroso en este aspecto para, por un lado, proteger la salud de las futbolistas y, por otro, que los clubes tengan la posibilidad de contar con asistencia de público a los estadios”, dice el informe presentado el 21 de julio.

El otro asunto que está en la lista de cosas por mejorar para hacer más atractiva la liga femenina para la hinchada es que 125 de los 150 partidos (83%) no se transmitieron por televisión sino por el canal de YouTube de la Dimayor, en un servicio de streaming muy básico, con una sola cámara, sin gráficas ni buena producción. Ni siquiera tenían locución.

El canal Win Sports, que tiene los derechos exclusivos de transmisión del fútbol profesional colombiano, solo difundió 25 partidos de la liga femenina este año: 24 por su señal premium (Win Sports +) y uno por la señal básica. “Las futbolistas necesitan que su trabajo se vea masivamente”, afirma Acolfutpro en el informe. 

El otro servicio que los equipos sí les ofrecen a los hombres pero no a las mujeres es el del transporte hasta y desde el lugar de entrenamiento. En el campeonato de 2023 sólo cinco clubes lo hicieron: Nacional, América, Santa Fe, Pereira y Junior. Otros tres entregaron un subsidio de transporte y los demás no hicieron nada para facilitar la llegada de las jugadoras. Y este no es un tema menor, pues algunas de las sedes de los entrenamientos son campestres o están fuera de la ciudad y no hay rutas de transporte público que vayan hasta allá, como es el caso de Millonarios.

Además, de acuerdo con Acolfutpro, “no todos los equipos femeninos realizan un periodo de pretemporada acorde a las exigencias de una competencia profesional” y algunos de los que lo hacen no les pagan ese periodo a todas las futbolistas. Y aún hay clubes que no ponen a disposición de las jugadoras personal médico especializado.  

“La Liga Femenina BetPlay 2023 tuvo un gran nivel futbolístico y la masiva asistencia que vimos en los partidos de la final entre Santa Fe y América demostró una vez más el enorme potencial económico que tienen los clubes en sus manos, si se le da el impulso que merece, con unos horarios adecuados, permitiendo la asistencia de público a los estadios y con la difusión que requiere un espectáculo de esta magnitud. Las futbolistas lo entregan todo en cada encuentro, aprovechando al máximo cada minuto del breve periodo de competencia”, concluyó Acolfutpro.

En cómic: Así trataban a las jugadoras de fútbol en Colombia hace unos años 

¿Y el Estado?

De todos los datos que trae el informe hay uno aún más preocupante: tres equipos incumplieron con los pagos de las futbolistas. Y eso que en la liga profesional femenina los salarios siguen siendo exageradamente bajos (la mayoría de las que tienen contrato sólo ganan el mínimo). 

En este punto es donde varios se preguntan para qué sirve entonces tener un Ministerio del Deporte, si no ejerce un verdadero control sobre el cumplimiento de los reglamentos de las distintas federaciones. VORÁGINE buscó a la ministra del Deporte, Astrid Bibiana Rodríguez, pero su oficina de prensa nos dijo que estaba muy ocupada estos días y que la vocera para hablar del tema era Manuela Acosta, exfutbolista profesional y ahora asesora para la equidad de género de esa entidad. 

Lo primero que nos dijo Acosta es que “el Ministerio del Deporte no tiene ninguna injerencia en la liga profesional femenina del país ni en la masculina, así como en ningún deporte federado”.

—Son entes privados pero no por eso pueden violar derechos básicos que están garantizados por la Constitución. ¿No tendría el Ministerio que asegurarse de que las federaciones deportivas, incluso en el marco de su respectiva autonomía, no vulneren ningún derecho fundamental? —le preguntó luego Vorágine.

—Claro, y por eso mismo ahora estamos trabajando en reformar la Ley del Deporte, que es de 1995 y desafortunadamente no tiene enfoque de género. Esa es una de las cosas que estamos tratando de cambiar. Mientras lo logramos, existen algunas resoluciones del Ministerio que son claras en que no puede haber discriminación de ningún tipo, y que exigen que mínimo el 30% de los recursos que el Ministerio les da a las federaciones sea para la promoción del deporte femenino. Eso es transversal, no es solo para el fútbol sino para todas las disciplinas —complementó Acosta. 

El domingo pasado, a las 6:40 de la mañana y en medio de la emoción por el triunfo de la Selección Colombia 2-1 ante Alemania, en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, el presidente Gustavo Petro trinó que “por primera vez el presupuesto presentado al Congreso sustenta al fútbol femenino”.

El Ministerio del Deporte tuvo que salir a aclarar, unas horas más tarde y en un comunicado de prensa, que sí se destinará una partida especial del presupuesto, de 10.468 millones de pesos, pero que no será solo para el fútbol sino para “la inclusión de más mujeres en el deporte”, en todas las disciplinas. 

“El Gobierno Nacional se suma al histórico triunfo de la Selección colombiana de fútbol en el Mundial de mayores con un anuncio que vale como un gol victorioso en tiempo de adición: (…) a través del Ministerio del Deporte invertirá en el fútbol femenino y en los demás deportes para reconocerles a las mujeres su esfuerzo y dedicación por hacer del deporte, la bandera que se ice en los podios del mundo”, señaló el comunicado. El proyecto de Presupuesto General de la Nación para 2024 se encuentra actualmente en el Congreso de la República.

En noviembre de 2022, cuando la Selección Colombia femenina Sub-17 ganó el subcampeonato del Mundial de la India de esa categoría, el entonces presidente del Senado, Roy Barreras, les entregó la condecoración en grado de Comendador del Congreso de la República a las jugadoras. Y les hizo un anuncio que las dejó muy ilusionadas: él y otros congresistas radicarían un proyecto de ley para garantizar “los recursos para la inversión, el funcionamiento, el mantenimiento, la promoción, planificación y fomento de programas, ciclos de formación, organismos del Sistema Nacional del Deporte, escuelas e infraestructura deportiva del fútbol femenino” en Colombia. Pero de ese nombre tan largo y tan ambicioso no quedó nada pues el proyecto fue archivado el 19 de junio de 2023, por tránsito de legislatura. 

En Colombia somos expertos en subirnos al tren de la victoria. El año que viene se jugará el Mundial Femenino Sub-20 en nuestro país y tendremos aún más afán de mostrar que aquí sí se apoya al fútbol femenino, que ha llegado mucho más lejos que el fútbol masculino, en todas las categorías. Pero que la fiesta no esconda que seguimos sin tener una liga profesional decente y justa, en la que no se discrimine a las jugadoras y que les garantice que no tengan que buscar trabajo en otras cosas, hasta de meseras, durante ocho o nueve meses del año. Que la fiesta que seguramente tendremos no oculte lo más importante: seguimos sin apoyar realmente el fútbol femenino en Colombia.

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